Cabe recordar que en la emisión del pasado 28 de marzo, Perelló se refirió al caso de Daphne Fernández, la joven violada en Veracruz por los llamados “Porkys” y al respecto dijo textualmente que “sin verga no hay violación” y agregó que el haberle metido los dedos no era para armar “un desmadre tan estrepitoso”. Pero fue hasta 11 días después, el viernes 7 de abril, cuando el asunto trascendió a los medios de comunicación y se viralizó en las redes sociales reprobando la narrativa machista del también profesor universitario y exigiendo una acción inmediata de las autoridades universitarias. Ese mismo día la UNAM emitió un comunicado donde informa su decisión de finalizar el programa por considerar que lo dicho por Perelló contraviene los valores de la institución en materia de equidad de género.
Es claro que el articulista de El Universal no ha revisado las leyes mexicanas y acaso por eso reduce a “una serie de barbajanadas y estupideces” las expresiones de Perelló, cuando éstas constituyen una abierta transgresión a la legalidad.
Asimismo la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en su artículo 42, confiere a la Secretaría de Gobernación las atribuciones de vigilar y promover directrices para que los medios de comunicación favorezcan la erradicación de todos los tipos de violencia y se fortalezca la dignidad y el respeto hacia las mujeres, asimismo la faculta para sancionar conforme a la ley a los medios de comunicación que no cumplan con lo estipulado.
El analista se pregunta si la UNAM se excedió y tácitamente él mismo se contesta al sugerir que la institución fungió como “censora, guardián de las buenas costumbres y de las expresiones correctas y propias”. Pues bien, la respuesta a su inquietud es “NO”; la UNAM sólo se concretó a cumplir con lo establecido en el marco legal vigente, aunque se haya tardado 11 días en hacerlo.
Y una última precisión, la frase: "Podré estar en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo", que como el propio Guerra reconoce se le atribuye a Voltaire, es de Evelyn Beatrice Hall, escritora inglesa.