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jueves 12 diciembre 2024

Marcelino Perelló y la supina ignorancia de Gabriel Guerra

por Angélica Recillas
En su artículo de este 10 de abril para el periódico El Universal, el internacionalista Gabriel Guerra Castellanos considera que “incluso el más vil y despreciable de los discursos debe poderse expresar libremente sin miedo a represalias”, lo anterior en alusión a la cancelación por parte de Radio UNAM del programa "Sentido Contrario", conducido Marcelino Perelló, como consecuencia de sus comentarios misóginos. En su opinión, su despido constituye un acto de censura.


Cabe recordar que en la emisión del pasado 28 de marzo, Perelló se refirió al caso de Daphne Fernández, la joven violada en Veracruz por los llamados “Porkys” y al respecto dijo textualmente que “sin verga no hay violación” y agregó que el haberle metido los dedos no era para armar “un desmadre tan estrepitoso”. Pero fue hasta 11 días después, el viernes 7 de abril, cuando el asunto trascendió a los medios de comunicación y se viralizó en las redes sociales reprobando la narrativa machista del también profesor universitario y exigiendo una acción inmediata de las autoridades universitarias. Ese mismo día la UNAM emitió un comunicado donde informa su decisión de finalizar el programa por considerar que lo dicho por Perelló contraviene los valores de la institución en materia de equidad de género.


Guerra Castellanos hace un velado reproche al hecho de que "en México se intente limitar, prohibir o criminalizar los narcocorridos, la apología del delito o de la violencia hacia las mujeres". Y abunda: “La que yo suponía la casa mayor de las libertades, de la confrontación abierta de las ideas, la Universidad Nacional Autónoma de México, ha recurrido al cese fulminante de funcionarios o comentaristas que provocaron indignación o escándalo con sus palabras”. Obviamente, se refiere no sólo al caso de Perelló, sino también al de Nicolás Alvarado.


Es claro que el articulista de El Universal no ha revisado las leyes mexicanas y acaso por eso reduce a “una serie de barbajanadas y estupideces” las expresiones de Perelló, cuando éstas constituyen una abierta transgresión a la legalidad.


El artículo 256 de la Ley Federal de Telecomunicaciones en su fracción VIII establece claramente que en los servicios públicos de radiodifusión estará prohibida toda discriminación motivada por origen étnico, género, edad, discapacidad, condición social, condiciones de salud, religión, opiniones, preferencias sexuales o cualquiera otra que atente contra la dignidad humana. Y en su fracción IX señala que en la prestación de servicios de radiodifusión se debe garantizar el respeto de los derechos humanos, el interés superior de la niñez, la igualdad de género y la no discriminación. Evidentemente las palabras de Perelló vulneraron estos principios.


Asimismo la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en su artículo 42, confiere a la Secretaría de Gobernación las atribuciones de vigilar y promover directrices para que los medios de comunicación favorezcan la erradicación de todos los tipos de violencia y se fortalezca la dignidad y el respeto hacia las mujeres, asimismo la faculta para sancionar conforme a la ley a los medios de comunicación que no cumplan con lo estipulado.


Es decir, si Radio UNAM no hubiese tomado la decisión de cesar a Perelló, a petición de parte, la Secretaría de Gobernación tenía la obligación de actuar en consecuencia aun cuando Gabriel Guerra y quienes compartan su opinión sobre este asunto, antepongan su consigna de censura al respeto a la dignidad de las mujeres y las víctimas de violencia, ambos derechos amparados por la ley.


El analista se pregunta si la UNAM se excedió y tácitamente él mismo se contesta al sugerir que la institución fungió como “censora, guardián de las buenas costumbres y de las expresiones correctas y propias”. Pues bien, la respuesta a su inquietud es “NO”; la UNAM sólo se concretó a cumplir con lo establecido en el marco legal vigente, aunque se haya tardado 11 días en hacerlo.


Consultar las leyes ya referidas le ayudará a Guerra a combatir su ignorancia en temas de género y de contenidos de radiodifusión, para que le quede claro que el cese de Marcelino Perelló no fue por un asunto de “incorrección política”, sino de ilegalidad. Y lo mismo aplicaría para quien desde un micrófono incitara a la violencia contra un grupo social en particular o para quien, en un caso extremo, llamara a una insurrección, más allá de que el analista crea que en los medios deben tener cabida “las más radicales y atrevidas ideas”. Mientras tal sea su convicción, su reprobación a las palabras de Perelló es sólo superficial, pues el uso de los medios de comunicación implica también responsabilidad social.


Y una última precisión, la frase: "Podré estar en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo", que como el propio Guerra reconoce se le atribuye a Voltaire, es de Evelyn Beatrice Hall, escritora inglesa.

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