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Con la caída del Muro de Berlín hace ya 30 años concluyó una etapa global caracterizada por la confrontación entre dos paradigmas. Simboliza, sin lugar a dudas, la victoria de la libertad frente a un régimen que corrompió sus ideales primigenios y terminó erigiéndose en una cruenta tiranía.

Si bien hoy a la distancia debemos conmemorar, como lo sugiere el calendario cívico, el resquebrajamiento de aquel muro de triste memoria, más importante aún es seguir tal ejemplo para recordarnos que frente a las amenazas que se ciernen sobre los países democráticos o en transición hacia la democracia, solo la participación de quienes nos asumimos como demócratas liberales evitará el derribamiento de las conquistas alcanzadas y la instauración de nuevas modalidades de autoritarismos.

En México el Presidente López Obrador recientemente habló en una serie de tuits de un “Golpe de Estado” que sería improbable. Así, casualmente se le ocurrió colocar el tema en la agenda pública. Desafortunadamente las pulsiones tiránicas de la “Cuarta Transformación” -manifestadas tanto en acciones como en declaraciones- evidencian día con día que si hay un “golpe” en curso, es uno impulsado desde la Presidencia misma en contra del régimen democrático que nos hemos dado. Un régimen con muchas deficiencias pero superior al de partido hegemónico previo a 1996.

Muestra de tal hostilidad en contra de la democracia son el desaseado procedimiento para designar a un personaje afín al frente de la CNDH, la propuesta de quitar a Lorenzo Córdova de la presidencia del INE, la captura en marcha de la Suprema Corte, el fraude a la Constitución en Baja California, la militarización de la seguridad pública, la posibilidad de que se avance con una reforma electoral que debilite el andamiaje que nos ha garantizado alternancias durante los últimos 22 años o la constante intolerancia ante la prensa, los intelectuales y los empresarios críticos.

“Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada”, reza el dicho. Para que la demagogia populista conservadora y autoritaria salga victoriosa -en nuestro país o en cualquier punto del orbe- es requisito que las demás alternativas político-sociales permanezcan balcanizadas, aºdormecidas y apáticas. La sociedad mexicana y los jóvenes y mujeres de esta gran nación no podemos darnos ese lujo. Hoy, como hace tres décadas lo hiciera lo mejor de la sociedad alemana, debemos actuar con inteligencia para construir un frente plural y amplio que actúe como dique frente a la amenaza de un retroceso antidemocrático pero también como alternativa constructiva, a la altura del México que debemos ser en pleno siglo XXI. Superaremos el muro.

Autor

  • Fany Santiago

    Dirigente Nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Afín a la comunicación política y al activismo social.

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