Más allá del futuro de la Reforma Electoral que envió el Presidente a la Cámara de Diputados, pudiera resultar un buen momento para revisar cómo andan las cosas en materia electoral, pero nos tememos que esto no va a pasar ni por asomo.
Lo que no tiene sentido es descalificar el proyecto, porque en el papel está claro que contiene elementos que merecen y deben ser atendidos y considerados con reforma o sin ella.
Con la Reforma Electoral pueden pasar muchas cosas. De nuevo está claro que la oposición será clave en su destino. Lo que por ningún motivo puede aceptarse es que el INE pierda su autonomía. Un elemento fundamental en nuestra democracia es que un instituto autónomo se encargue de las elecciones. No es casual la gran aprobación que tiene el INE en el país, la cual es consistente.
La confianza en el instituto es sinónimo de credibilidad, a lo que se suma el hecho de que se le reconoce y valora su gran capacidad para organizar elecciones efectivas y confiables, somos los ciudadanos los que nos encargamos del desarrollo de las elecciones el día de las votaciones.
Esto no es ocasión para que el instituto no sea sistemáticamente revisado. Este proceso por lo regular se presenta después de cada elección, existe una suerte de algo que podríamos llamar enseñanza-aprendizaje después de las jornadas electorales.
El costo de las elecciones es efectivamente muy alto. La razón no es casual, tiene que ver con que a lo largo de muchos años los procesos han sido cuestionados y han estado cargados de irregularidades. Las cadenas que se han ido creando para evitar todas estas circunstancias tienen un costo y no porque hoy esté otro gobierno en el poder significa que por arte de magia prevalecerá en todo el país la confianza y la credibilidad en los procesos electorales; la fuerza del instituto está en los ciudadanos, más allá de sexenios
En las elecciones no existe la certidumbre de victorias o derrotas. No se sabe qué va a pasar hasta el día del proceso, el cual se define con los ánimos y en la cabeza de los votantes, sin pasar por alto que también están los muchos intereses que rondan en muchos estados.
Sin ir muy lejos, en las pasadas elecciones en varios estados se presentaron denuncias concretas debido a la presencia de la delincuencia organizada, la cual le “pedía” a los votantes que “optaran” por un candidato o partido; según testimonios y denuncias, todo indica que en Sinaloa Morena se vio beneficiado por ello.
Uno de los grandes aciertos en los últimos años ha sido descentralizar los procesos. El hecho de que cada estado tenga un organismo electoral autónomo alentó el desarrollo interno de la democracia, al tiempo que permitió que en los estados se dirimieran los asuntos de los estados y que no tuviera el INE que estar interviniendo en temas que tienen dinámicas propias y formas propias de resolverse.
El proyecto del Presidente en este renglón merece atención, porque nos la hemos pasado discutiendo si conviene mantener la existencia de las OPLES o de plano regresamos a un proyecto de federalismo.
Asumiendo las muchas dificultades para debatir, lo cual ya es un problema endémico, lo ideal sería discutir la propuesta del Presidente y la que el PAN ha anunciado y que está por presentar; sin embargo, no se ve cómo.
El problema grave que viene es que el Congreso podría entrar en parálisis. El gobierno envía proyectos que no quiere discutir y la oposición con lo poco que tiene puede nulificar cualquier propuesta.
Lo que no se ve ni por asomo es que en los grandes temas, algunos de ellos transexenales, exista voluntad por debatir la vida ciudadana, quien habla es la clase política que como llega se va.
RESQUICIOS
Desconcertante por donde se vea la declaración de la Guardia Nacional sobre el porqué uno de sus integrantes le disparó a un estudiante de la Universidad de Guanajuato, fue por “desconcierto e incertidumbre”.
Este artículo fue publicado en La Razón el 29 de abril de 2022. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.