Este gobierno fue de lo sublime a lo grotesco en el caso de la migración: anunció un programa de visas de trabajo, pero lo que hizo fue militarizar el Instituto Nacional de Migración, volviéndolo un aparato militar de persecución, y no de apoyo, como era antes.
“Ejército de contención”, les llama el presidente a las imágenes de agentes y soldados de la Guardia Nacional insultando, persiguiendo y pegándole a migrantes en Chiapas. Una política migratoria más cerca de Vox, en España hoy; que de Morena, en México de 2018.
Ajá, hoy les echa un “Ejército de contención”, cuando hace dos años y medio les prometió: “Hermanos migrantes, les vamos a ofrecer permisos de trabajo, empleo en el Tren Maya, nada de maltratos, donde come uno comen dos”.
Sin embargo, el presidente, al igual que en las otras áreas de gobierno, llenó de militares y exmilitares el Instituto Nacional de Migración, desde donde se coordinan con la Secretaría de la Defensa, en lugar de la Secretaría de Gobernación.
Pero, en los hechos, lo que hace el aparato militar del Instituto Nacional de Migración es acabar trabajando para el crimen organizado, pues al ser espantados a toletazos, los migrantes se ponen en manos de los traficantes, quienes sí los llevan a EU.
Porque, el uso de la Guardia Nacional contra los migrantes, lo único que hace es servir en bandeja de plata al crimen organizado un mercado ilegal de mil millones de dólares mensuales: los soldados empujan a los migrantes hacia esa gran red de tráfico humano.
Ese es el único y cruel, vergonzoso, deplorable y abusivo resultado del uso de la fuerza de este gobierno contra los migrantes ilegales: emplea una política de contención militar que tendría que estar centrada en combatir al crimen organizado, que lucra con ellos.
Pero los migrantes fueron la moneda de cambio del presidente de México en sus acuerdos con el expresidente Donald Trump, para que éste mirase para otro lado mientras, México registraba un desmontaje histórico en democracia, legalidad y seguridad pública.
El mandatario mexicano se lo agradeció a Trump en la mismísima Casa Blanca: “Hemos recibido de usted comprensión y respeto. Fracasaron los pronósticos. No nos peleamos. Somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”.
A cambio de la amistad con Trump, aquí el presidente estableció por ley que la Guardia Nacional tenga el control migratorio. Y Guardia Nacional es un aparato militar (como el propio presidente anunció al crearla) que tiene un objetivo militar: parar la migración.
Aunque tiene que ser más amplia la lectura del excelente trabajo que ha hecho la Guardia Nacional persiguiendo gente vulnerable como son los migrantes: ya está entrenada…
Para lo que usted mande, señor.