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De los 3 mil flamantes congresistas de Morena, son funcionarios públicos 2 mil 70 (el 68.69% del total), afirman militantes de ese partido en una carta que remitieron al presidente López Obrador el pasado 29 de septiembre. Denunciaron además, que en las convenciones distritales realizadas los días 30 y 31 de julio hubo desvío de recursos públicos, uso indebido de los programas sociales, acarreo de beneficiarios, coacción y compra del voto. Les faltó decir a los denunciantes que las mesas para recibir y contar los votos fueron copadas por burócratas federales y locales, quienes disciplinados y bien pagados con dinero del erario, anunciaron felices que sus respectivos jefes habían “ganado” la elección (los resultados no se conocen hasta la fecha, la dirigencia de Morena los mantiene en secreto).

Algunos podrán decir que esos son asuntos de la vida interna del partido color sangre, pero las conductas denunciadas implican el uso del poder del Estado para fines particulares, el desvío de cuantiosos recursos del erario, violaciones a la Constitución, a la Ley de Partidos y la comisión de delitos federales. Por ello, el cochinero morenista trasciende la vida interna partidista y se convierte en un asunto de interés público.

Como parte de sus reclamos, los quejosos sacaron a relucir un oficio de 2019, en que el inquilino de Palacio Nacional declara que “nada de partido de Estado” y amenaza con el despido y castigo a los servidores públicos que participen en actividades partidistas y electorales. Pero los hoy disidentes parecen ignorar que el oficio de marras fue tan solo una maniobra elusiva ante la queja electoral que el PRD presentó en agosto de aquel año contra los “Servidores de la Nación”. Para el mes de octubre, sin que el gobierno acertara a negar los hechos denunciados, se expidió el oficio número 024/10/22/19, de fecha 22 de octubre de 2019, con la firma autógrafa de López Obrador. Pero, prácticamente, no circuló entre la burocracia federal, pues se trató solo de una coartada para eximir de responsabilidad al inquilino de Palacio Nacional. El único destinatario del oficio fue el expediente judicial.

John Ackerman FOTO: TOMAS ACOSTA / CUARTOSCURO.COM

En una reciente entrevista, John Ackerman cuestionó: “pudiera ser que AMLO esté impulsando la lógica de partido de Estado”, pero en aquél entonces y hasta hace unas semanas, el académico de origen estadounidense justificó la violación a los artículos 41 y 134 de la Constitución por el uso indebido de recursos públicos con elementos de promoción personalizada de López Obrador. Muchos de los disidentes de hoy tildaron de traidores a algunos de sus propios compañeros que, durante el fallido proceso 2020 para la elección de dirigentes del mismo partido, denunciaron la operación ilegal de los llamados vividores de la nación. Aquella elección interna fue anulada por múltiples trampas y anomalías y Mario Delgado fue impuesto como presidente nacional a resultas de una encuesta anti estatutaria propuesta por AMLO.

Ackerman también justificó el clientelismo electoral en las elecciones locales realizadas desde entonces, así como en las elecciones federales de 2021. Festejó los triunfos obtenidos por los candidatos oficialistas, a pesar de la violación sistemática de la normatividad electoral. Contra las evidencias, encomió las elecciones de Estado y hasta se esforzó para presentarlas como si fueran la apoteosis de la democracia. 

Ahora, con justa razón y pruebas contundentes, muchos desencantados impugnan el fraude electoral interno. Todas las artimañas se pusieron en práctica para defraudar a la propia militancia morenista, se pueden conocer a detalle en la Expo Fraude que ellos mismos exhiben.

Pese a que ni siquiera se han resuelto las impugnaciones presentadas, el 17 de septiembre de 2022 se realizó el congreso nacional de Morena. Los dirigentes impuestos hicieron aprobar reformas estatutarias a su gusto y conveniencia. La mafia de La Jornada (con Rafael Barajas y Pedro Miguel a la cabeza), los gobernadores morenistas y los jefes de los servidores de la nación, alineados todos con la corcholata preferida de AMLO, son las élites que “triunfaron” en el cochinero de Morena.

Es hasta días recientes que Ackerman y sus correligionarios expresan como sospecha que, detrás del cochinero de Morena, se encuentra la mano de López Obrador. En política no hay sorpresas, solo sorprendidos, dice la antigua conseja que acredita su validez una vez más. Se puede pronosticar que los reclamos serán desoídos e ignorados, pues la receta de AMLO para las elecciones internas de Morena es la misma que prepara para arrebatar la elección presidencial de 2024.

Cincelada: El Secretario de la Defensa Nacional, general Crescencio Sandoval, debe rendir cuentas al Congreso por la filtración de datos que su dependencia tenía bajo su resguardo.

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