Morena tiene dos banderas despedazadas: una es la de ser alternativa al PRI y, la otra, es la de la honestidad. La primera poco a poco se fue desgarrando hasta que ayer quedó más claro aún que ese partido busca vencer al PRI aliándose con el PRI -la causa lo exige, Bartlett y Elba Esther vuelven a estar juntos-. La otra bandera, la de la honestidad, poco a poco también se fue haciendo añicos hasta que hoy quedó deshilada totalmente: Delfina Gómez asignó poco más de 32 millones de pesos al primo de su mentor Higinio Martínez Miranda cuando ella fue presidenta municipal de Texcoco (2013-2015) y ahora dice la candidata de Morena al gobierno del Estado de México que ese dato, extraído con base en la ley de transparencia por El Universal, es parte de la guerra sucia.
Estoy convencido de que los sectores de izquierda que conforman a Morena, tienen oportunidad de rectificar, primero, para que no se les trate como perros fieles, segundo para asumir que su identidad no tiene nada que ver con el PRI y menos con el PRI del SNTE, y tercero, aceptar que en efecto, el problema de la corrupción está extendido y no puede enfrentarse solo con un iluminado. El poder por el poder mismo nada tiene que ver con los principios de la izquierda, ahora mismo hay más de 32 millones de razones para que esos militantes recapaciten.