El pleito en Morena es por la lana. El gobierno le dio mil 717 mil millones de pesos para gastar el próximo año en el presupuesto de los partidos. De ahí el crudo y agrio pleito, entre la senadora Citlali Hernández y la jefa del partido.
“Qué daño le ha hecho @yeidckol al partido; la historia le juzgará. Ha inmovilizado al partido durante su ‘gestión’. Pero el movimiento debe reorganizarse y continuar”, escribió Hernández, compañera de fórmula de Martí Batres en las elecciones de 2018.
Fue la reacción de Hernández a la suspensión del Congreso Extraordinario de Morena, que había sido convocado para pasado mañana, pero imposible de realizar porque la dirigente de Morena se negó a avalarlo con su firma.
Una reyerta más en ese grupo variopinto que llegó a la presidencia en 2018, integrado por ex militantes de otros partidos, activistas, personajes de diferentes estratos y arribistas, en el entendido de que para trepar se adopta la misma posición que para arrastrarse
Esas características convirtieron a Morena en un partido sin ideología, pero, en cambio, en una maquinaria electoral del gobierno, dentro de la cual el grupo variopinto sólo aspira a buscar cargos y recursos para impulsar sus proyectos particulares: y deben sacar lasca del presupuesto del partido.
Nadie mejor para definirlos que su propia presidenta: “Se nos han infiltrado sabandijas y sanguijuelas en el partido”. Incluso, asegura que entre “las sabandijas y las sanguijuelas”, hay quienes “buscan la dirigencia”. No es para menos: el botín es de unos jugosos mil 717 mil millones de pesos.
La pelea por la lana es tal, que la propia jefa del partido pidió apoyo de la Guardia Nacional para garantizar la seguridad de los congresos distritales, de los cuales saldrán sus rivales, que son dos, básicamente, Mario Delgado y Bertha Luján.
Ambas mujeres representan el ala más dura de Morena, aunque Delgado, en el afán de quitarse de encima su talante más dúctil ideológicamente, dio últimamente desesperados pasos hacia un fundamentalismo que nunca tuvo, y un endiosamiento al presidente, que tampoco es antiguo en él.
La actual jefa de Morena está cargadísima a las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y hasta poco la de Bolivia. Luján fue
Contralora del GDF (2000-06), cuando dispuso de propiedades públicas sin contar con la ciudadanía ni de los poderes Legislativo y Judicial.
Ninguno de los tres va a aportar nada a Morena, más que mantenerla como una maquinaria electoral del gobierno que, a su vez, le permita a ellos una posición cercana al presidente, desde la cual adularle y aplaudirle hasta ver a quién se le ponen las manos más rojas.
Además, para qué se arrancan las tiras del pellejo.
Si quien decide es el presidente.