La Constitución mexicana prohíbe la multa excesiva “y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales”. También señala que “toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado”. La primera regla ya estaba en la Constitución liberal de 1857, la de Juárez, la que exalta López Obrador cada vez que tiene oportunidad… y que su gobierno ultraja cotidianamente.
Inusitada es una palabra curiosa: significa “no usada, desacostumbrada”. Es como “extravagante”, pero en lenguaje de Melchor Ocampo. Pues bien, el gobierno cuatrero fincó una inusitada multa excesiva y una sanción desproporcionada a un intelectual que, en privado, sostuvo que el actual presidente es un “pendejo petulante”: para el gobierno de Morena, el artículo 22 constitucional es un cero a la izquierda.
Entre la calificación intelectual del tabasqueño y el desquite del primer mandatario, pasaron menos de tres meses. El 30 de mayo se filtró la charla de Héctor Aguilar Camín, con sus compañeros de escuela, en la que categorizaba las aptitudes mentales de López Obrador. Este jueves 20 de agosto, el director de Nexos se levantó con la noticia de que la Secretaría de la Función Pública (SFP) había inhabilitado a su empresa por dos años y, peor aún, que tal veto podría subsistir después de esos veinticuatro meses, si Nexos no pagaba la multa que también le fue impuesta.
La circular de la secretaría de Irma Eréndira Sandoval no explicó qué fue lo que hizo la publicación que dirige Aguilar Camín, ni el monto de la multa, mucho menos las razones para imponer una sanción tan fuerte. En contraste, la revista emitió un comunicado explicando la situación: en 2018, Nexos ganó una adjudicación del IMSS y obtuvo una página de publicidad por 74 mil pesos. Abreviemos el relato: una supuesta irregularidad, en un contrato menor a 80 mil pesos, ameritó una inhabilitación por dos años y una multa por 999 mil 440 pesos, 13 veces mayor que el monto del negocio. Tanto la inhabilitación bianual, como la multa contra Nexos, son ejemplos de libro de sanciones desproporcionadas y excesivas: son inusitadas, anormales.
Ignacio Burgoa tenía una frase para este tipo de actos autoritarios: son anticonstitucionales, porque su inconstitucionalidad es burda, evidente, grosera.
Ante los cuestionamientos de redes sociales, la SFP lanzó un comunicado que nuevamente omite detalles, en el que señala que Nexos “dolosamente presentó información falsa para obtener el contrato público”. ¿Cuál fue la información falsa que ameritó semejante castigo? ¿Mintieron sobre la muerte de Kennedy? ¿Omitieron información sobre el magnicidio en Lomas Taurinas? ¿Ocultaron la cura de la COVID-19? Nada justifica un castigo así, mucho menos en una adjudicación de monto ínfimo.
Resulta peculiar —inusitada— la carga francesa de la narrativa de Irma Eréndira Sandoval: la funcionaria (se) equipara con Robespierre, señala que López Obrador es el Estado —al peor estilo de Luis XIV— y ahora pone en escena una versión posmoderna de Los Miserables, donde la secretaria de la Función Pública encarna a un Javert cuya obsesión ya no es un ladrón de pan, sino un Jean Valjean impresor de textos. Resulta indudable que Los Miserables es un nombre que le queda, como anillo al dedo, al gobierno de la 4T.
Este asunto también recuerda a otro personaje de la cultura francesa: Alfred Dreyfus, el acusado y condenado por un delito de traición que no cometió. Los castigos contra Nexos son actos de venganza, desquites por la ofensa de criticar al rey sin sol, Andrés Manuel I de Macuspana.
A diferencia del capitán Dreyfus, Héctor Aguilar Camín tiene más de un Émile Zola para defenderlo. Su causa judicial, porque sus castigos son impugnables, la puede llevar él solo, pero en lo social tiene la enorme solidaridad de tirios y troyanos: de quienes lo aprecian desde siempre, así como de aquellos que, dependiendo de la época, han sido sus amigos, adversarios o rivales —pero que hoy generosamente también han sacado el pecho para decir “aquí estamos contigo”—.
Tal vez López Obrador no se ha percatado de que ha ido demasiado lejos. Por la falta de reacción de sus opositores, creyó que podía hacer cualquier cosa, sin que hubiera consecuencias. Pero hoy recibió dos reveses que deberían motivarlo a meditar si sus excesos, como los del austriaco, están logrando lo que hasta ahora nadie había podido: la unificación de sus antagonistas.
Por un lado, la comunidad cultural tiene en Aguilar Camín a su Dreyfus, a la víctima inocente de una vendetta desde Palacio Nacional. Por el otro, la persecución de sus adversarios, mediante la herramienta Lozoya, ha propiciado tanta irritación, que los videos de López ya recibieron su respuesta en las grabaciones que exponen a Pío López Obrador como receptor de dineros de dudosa procedencia, entregados por David León. Mala decisión: en el pejeato nunca han estado libres de culpa, pero de todos modos tiraron la primera piedra. Ya tuvieron sus rocas de regreso, ¿habrá más peñascos? La respuesta no es sencilla: aunque no es creíble que el método Bejarano de fondeo de campañas sólo se utilizara en Chiapas, también es cierto que no existen indicios de la inconformidad de otros pagadores o de que esos sujetos tengan motivos para romper el silencio. La situación es de pronóstico reservado…