Pocos mexicanos estuvieron de acuerdo con que la secuestradora francesa Florence Cassez quedara libre por errores en el debido proceso. Hoy muchos, por defender al GIEI en el caso Iguala, prefieren culpables libres por errores en el debido proceso.
Ven la armonía de las esferas cuando Ángela Buitrago, líder del GIEI, asegura que hubo tortura a encarcelados por la desaparición de los 43 jóvenes: “Fue una violación a los derechos humanos y al debido proceso”.
Verán la armonía de las esferas, pero Buitrago, siendo Fiscal General de Colombia, no respetó el debido proceso y condenó a 30 años a un inocente porque ella sustrajo de un archivo el nombre de un testigo y, sin haberlo visto jamás, puso en su boca acusaciones para conseguir la condena.
Buitrago violó en su país el debido proceso contra un inocente, pero lo exige aquí para asesinos confesos. Sin embargo, ella es política, hace política, vive de la política: un modo de ganarse la vida que, en algunos, no significa problema agregar unos gramos de cinismo para lograr sus objetivos.
¿Cuál es la historia de la violación de Buitrago al debido proceso? Hay que repetirla y recordar que, por ello, le espera un proceso por calumnia, delitos contra la administración pública y falsedad ideológica en documento público, que supone una condena de 12 a 16 años de cárcel.
El Procurador General de Colombia, Alejandro Ordóñez, confirmó que Buitrago está “bajo proceso por falsedades con que se condujo para encarcelar al coronel Alfonso Plazas”, sentenciado a 30 años, aunque absuelto tras ocho años preso.
Buitrago lo condenó con el testimonio del sargento Édgar Villamizar, quien habría admitido ante ella que Plazas fue su jefe en la séptima brigada del Ejército de Colombia durante la toma del Palacio de Justicia de Bogotá, por parte de la guerrilla marxista M-19, el seis de noviembre de 1985.
La versión del testigo de Buitrago (“el coronel Plazas ordenó cuelguen a esos hijueputas”) resultó concluyente para la condena del militar por “desaparición forzada” de algunos asaltantes, aunque la declaración de Villarreal fue consignada sin fecha ni membrete de la Fiscalía.
Pero Buitrago nunca pudo presentar físicamente a su testigo en el juicio y cuando la defensa de Plazas quiso interrogarlo nadie lo encontró… ni siquiera ella. Además, en el Ejército colombiano nunca hubo un sargento llamado Édgar Villarreal.
Después en la Procuraduría colombiana se presentó un exmilitar para aclarar que “mis apellidos son Villamizar Espinel y no Villarreal”, “la firma en la declaración presentada por Buitrago no es mía” y “nunca estuve en la retoma del Palacio de Justicia ni he tenido nunca trato con el coronel Plazas”.
¿Debido proceso? ¿Culpables libres? ¡Cuidado, eh!:
Se puede estar hablando a la ligera.
Este artículo fue publicado en La Razón el 28 de Abril de 2016, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página