En espera de ver qué decide tras su viaje a la gran cárcel del Caribe, lo cierto es que, si el presidente se empeña, puede encarcelar a los 223 diputados y diputadas que votaron contra su reforma eléctrica: artículo 111 constitucional.
El puro intento provocaría uno de esos espectáculos políticos sobre los que atornilla su manera de gobernar; mientras detrás del telón ensambla un sistema castrochavista que tardará décadas para ser desarmado.
Por lo pronto, homenajeará a los diputados que, según el artículo 111 constitucional, pueden decidir que se proceda penalmente contra quienes votaron contra la reforma eléctrica, pues conforman la mayoría absoluta de la Cámara, que Morena tiene.
A la vez, le pidió a esa mayoría de Morena que le siga armando legalmente su sistema castrochavista, y le apruebe una iniciativa para que la Secretaría de la Función Pública centralice las contrataciones públicas, y él personalmente decida qué se compra.
El presidente maravilla la manera de gobernar de sus amigos cubanos, pero en realidad sus amigos cubanos ya quisieran tener el poder de este presidente: mientras ellos deben lograr todo a punta de pistola, él lo consigue en plena democracia.
Porque ninguna victoria electoral en México ha sido más inobjetable que la del actual presidente (30 millones de votos y mayoría legislativa para hacer casi todo lo que desee) y ha estructurado una autocracia, al amparo del andamiaje democrático.
De manera legal y transparente, el Congreso le aprobó al presidente la Ley de Austeridad para que disponga por inspiración personal de una parte del presupuesto del Estado, que es una partida secreta aparte del Decreto del Secreto.
Y le aprobó la Ley Nacional de Extinción de Dominio, que le permite en exclusiva “disponer de forma anticipada” de bienes inmuebles, dinero en cuentas y efectivo incautados, sin esperar veredicto judicial.
Sus admirados amigos cubanos, en cambio, han conseguido ese poder con base en que haya escapado de la isla el cinco por ciento de su población (el uno por ciento, sólo en el último año, eh) y de aplicar penas de cárcel de 30 años apenas por gritar “patria y vida”.
Ese estilo de gobernar de sus endiosados camaradas les costó que Estados Unidos los tenga a pan y agua desde 1960. Sin embargo, a él, Estados Unidos le sufraga su autocracia constitucional con un tratado comercial de 614 mil 500 millones de dólares al año.
Con eso, el presidente construye el AIFA en 116 mil millones de pesos y se permite perder 332 mil millones por cancelar el NAIM, además de perder un billón y medio perdido en Pemex y la CFE; y otro billón en Dos Bocas, Tren Maya y el tren transístmico
Eso no lo tuvo ni Fidel Castro.