La realidad es lo que es aunque el discurso populista pretenda ignorarla y dirija sus baterías a otros temas baladíes. Ahí está esta realidad, testaruda, es un clamor social que exhibe la ineficacia criminal del gobierno.
Niñas y niños con cáncer sin medicamento. El gobierno federal ha intentado defenderse de esta dramática situación aduciendo que las farmacéuticas son corruptas pero lo que hace, en realidad, es mostrar su falta de sensibilidad frente a la vida humana.
Crece la violencia contra las mujeres y el gobierno quita recursos para su atención. Este es uno de los problemas más lacerantes del país pero el presidente afirma que el reclamo social se debe a otros intereses, vamos, que las mujeres somos manipuladas.
Rebasamos el escenario catastrófico que la propia autoridad advirtió y rebasamos (primero 60 mil) los 90 mil muertos registrados por COVID sin que haya políticas públicas eficientes para enfrentar una situación que amenaza con crecer aún más.
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FOTO: MARIO JASSO /CUARTOSCURO.COM
El presidente divide y no une a los mexicanos. Andrés Manuel López Obrador gobierna como político en campaña, es decir, lanza proclamas y acusaciones pero no hace política, es decir, no considera la opinión del otro ni busca llegar a acuerdos. El otro por definición para él, es un emisario de la mafia en el poder o defensor de privilegios.
En los hechos, el gobierno está mandando al diablo a las instituciones. Presiona al INE y se apoderó de otros organismos autónomos como el propio tribunal electoral y la Comisión de los Derechos Humanos. Junto con ello desmantela programas sociales para sustituirlos con dádivas del gobierno para formar clientelas. Esa es la ruta que sigue una vez que borró los fideicomisos.
Con total desfachatez Alfonso Durazo afirmó hace unos días que terminó el dominio del narco en algunas zonas del país. No es cierto. Pero eso no importa, él busca ser gobernador y lo relevante para él es lanzar proclamas. Mientras tanto, la realidad es que los mexicanos vivimos con miedo.