El 1 de junio se realizará la elección de jueces y magistrados. Se hará con candidaturas impuestas de a dedazo, por tómbola y por cuotas para las distintas facciones del grupo en el poder, con un INE y un tribunal electoral hundidos en el descrédito y en medio de la apatía ciudadana. Si las elecciones de 2024 mostraron claros indicios del autoritarismo en ciernes, la elección judicial de este año cancelará en definitiva el régimen democrático e instalará en México una nueva etapa de farsa electoral, caracterizada por el agandalle y el monopolio político.
Con el empleo de todo el catálogo de trampas del mapachismo electoral, el proceso de la elección judicial presenta sobradamente los vicios de la antidemocracia: se establecieron en la ley reglas mañosas para que la dupla gobierno-Morena controle todos los procedimientos; los candidatos fueron nombrados por el grupo en el poder, con exclusión de todo pluralismo y de las candidaturas independientes; los candidatos oficiales emprendieron campañas anticipadas; se violaron las reglas de financiamiento, se usó dinero ilícito (incluido el desvío de recursos públicos) y se violaron los topes de gastos de campaña; se redujo el número de casillas en demérito del acceso libre de los votantes y se quitó a los ciudadanos la atribución de contar los votos. En esta ocasión, el escrutinio y cómputo no se hará por los funcionarios de casilla, pues se realizará “en lo oscurito” sin la vigilancia de representantes de partido ni de representantes de candidatos, lo que quita toda credibilidad a los resultados. Además, se han permitido la injerencia gubernamental en todas las etapas del proceso electoral, el uso faccioso de los medios públicos de radiodifusión para favorecer a determinadas candidaturas y el activismo de los mal llamados servidores de la nación, quienes acarrearán votantes e inducirán su voto en favor de las candidaturas del grupo en el poder.
Ante esta realidad, a las y los ciudadanos se les presenta el dilema de participar o no en la jornada electoral de democracia simulada. El acudir y votar por las candidaturas impuestas implica la renuncia al voto libre y la sumisión a los dictados del grupo en el poder, pues el sufragio solo podrá emitirse en favor de alguno de los candidatos designados por dedazo o por tómbola.
Quienes adopten la decisión de no participar, tienen ante sí las siguientes alternativas de actuación:
Voto nulo. Acudir a las casillas, registrarse, recibir las boletas y anularlas.
Abstención pasiva. No presentarse en las casillas electorales, hacer el vacío.
Abstencionismo activo. Promover activamente la abstención.
La alternativa de voto nulo será adoptada por electores que, al anular sus boletas, quieran dejar constancia de su rechazo. Esta opción permite a los ciudadanos el cumplir con su obligación cívica de acudir a votar, pero hacerlo en forma de protesta.
La alternativa de abstención pasiva será adoptada mayoritariamente por la ciudadanía. Así lo indican las encuestas independientes, que estiman que la participación rondará el 10% de los empadronados y que la abstención será del 90%. El propio INE de Taddei calcula que participarán solo entre el 18 y el 20% de los electores, cálculo que ya incluye a los votantes aportados por la operación masiva de acarreo del aparato de clientelismo electoral del gobierno.
El abstencionismo activo implica promover la abstención. No se trata solo de que la persona en lo individual se abstenga de acudir a las casillas, sino que ella promueva activamente la abstención, cosa que puede hacer desde su casa o centro de trabajo, influyendo en círculos familiares, vecinales y profesionales. En una versión más proactiva, esta opción puede incluir el que los abstencionistas se presenten en el exterior de las casillas el domingo 1 de junio para promover su postura entre quienes asistan.
Voto nulo, abstención pasiva y abstención activa son expresiones de rechazo a la farsa electoral y a las candidaturas de tómbola y dedazo. Expresan el desacuerdo con la idea misma de la elección judicial y son formas válidas y pacíficas de manifestación ciudadana en defensa de la democracia, la división de poderes y el Estado de Derecho.
Cincelada: Varias veces festinaron el fin del fuero, al tiempo que defendían a un diputado pedófilo. Ahora, a la vez que defienden a Cuauhtémoc Blanco, eliminarán (¿otra vez?) el fuero de los diputados.
Autor
Fundador y consejero nacional del PRD, fue su diputados federal y representante electoral. Se desempeña como asesor parlamentario y analista político.
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