Pudiera ser que el Presidente esté pasando por días difíciles, pero si nos atenemos a lo que dice y a cómo reacciona, todo indica que quizá para él no pasa nada.
A los riesgosos indicadores económicos se han venido sumando circunstancias que deberían, presuponemos, obligar al Presidente y a su gobierno a hacer un alto en el camino y revisar lo que está pasando en su interior.
En su momento habrá que sacar conclusiones sobre ganadores y perdedores en medio de la pandemia. No está claro todavía cómo le podrá ir al Presidente y a su equipo. Lo que empieza a evidenciarse es el desgaste del afamado vocero quien está cada vez más expuesto, a veces por los contradictorios informes y a veces porque el Presidente lo contradice.
La renuncia de tres destacadas mujeres del equipo del Presidente son tema. Las áreas donde laboraban tienen que ver con espacios estratégicos y de relevancia social que forman parte de luchas políticas, fundamentalmente de las izquierdas. La creación de instituciones que se aboquen a la atención y búsqueda de víctimas y a la lucha contra la discriminación y el racismo están en las entrañas de la izquierda y de los grupos más progresistas del país.
Las renuncias tienen que ver con ambientes adversos y con definitivas limitantes para desarrollar su trabajo. En el caso de la CEAV (Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas), el problema no es sólo que no haya dinero para pagar la luz, en el fondo se envía un mensaje en el que todo indica que lo que se busca es que sea el propio gobierno, de manera directa, quien atienda a las víctimas.
Se está soslayando que la creación de la comisión parte de un sensible mandato social que si algo exigía era otorgarle un estatuto para que con autonomía pudiera desarrollar su trabajo.
Todo indica que el Presidente está en camino de deshacerse de todos los institutos autónomos, no se ve cómo pueda recular. Los desprecia y descalifica más porque forman parte del pasado que por un análisis respecto de lo que son y significan.
Parece ser cuestión de tiempo para que el Presidente cuestione, desprestigie y busque crear una corriente de opinión en contra de los institutos para desaparecerlos.
Para entender estas instituciones consideremos de dónde venimos, la importancia de entender y asumir que no se puede ser juez y parte. Lo que buscan es no estar atenidos a los vaivenes de las voluntades y aislar los intereses de los gobiernos.
Presumimos que lo que se busca es integrar a los institutos bajo la mirada única del gobierno. El caso Conapred dejó en claro que quien no esté de acuerdo con la 4T “se puede ir”.
El supuesto bajo el cual se establece esta estrategia es que si en otro tiempo se requerían de estas instituciones ahora ya no porque “somos diferentes” y no hay necesidad de ellas. El problema también está en que con estas decisiones se concentra poder partiendo de un gran menosprecio por el trabajo social que a lo largo de rudos y largos años se ha venido haciendo, reconociendo que son tareas de suyo inacabadas.
La pasada semana fue trompicada para el Presidente, aunque se mueva en el no pasa nada. Tres renuncias, manifestaciones en su contra, por pequeñas que sean, en la gira, personas involuntariamente atropelladas por la caravana presidencial, recomendaciones de la OMS sobre la necesidad de informar puntualmente y en medio de todo esto la curva que no cede.
Por lo pronto, no se ven indicadores para saber si estamos en el “no pasa nada” o si está pasando algo y es cuestión de tiempo para conocerlo y vivirlo.
Más allá de todo tipo de consideraciones y en función de lo que ha venido pasando en el país todo indica que el Presidente difícilmente va a conservar la etiqueta de invicto, pero sin duda mantendrá su corona, aunque esté medio abollada.
RESQUICIOS.
La sistemática referencia al discurso de odio de unos y otros confirma la polarización. Se lanzan culpas sin ton ni son escondiendo la mano después de tirar la piedra.
Este artículo fue publicado en La Razón el 22 de junio de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.