No se hagan bolas, el PRI soy yo: EPN

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El Presidente Peña Nieto dijo a los priistas: “primero el plan, el programa, el proyecto, y después el nombre”. El primer priista acepta que las reformas, orgullo e impronta de su administración, le han costado, pero no tanto como para perder a su partido.


A Enrique Peña Nieto eso de “sana distancia” no le va, al PRI fue a encabezar la “renovación” de su Consejo Político Nacional, a tomarle protesta a 731 priistas responsables de ese órgano deliberativo encargado del plan, programa y propuestas que, según el Presidente, definirán al candidato, o la candidata.


Entre las mentes tricolores abocadas destaca Luis Videgaray. Y también Miguel Ángel Osorio Chong, Ildefonso Guajardo, José Narro, Aurelio Nuño, Alfonso Navarrete Prida, Luis Miranda y otros. Círculo presidencial, deudores de Peña, leales al mexiquense, a los mexiquenses.


Pero también está el PRI de otras regiones, el de José Murat, de Humberto Moreira, o del líder ferrocarrilero Víctor Flores. Pasado que está presente. Realpolitik que trascienden discursos, liderazgos idílicos, mercadotecnia electoral. Los impresentables-indispensables.


El Presidente despejó las dudas que algunos pudiesen tener sobre quién define el destino tricolor, para bien o para mal. Por activas y pasivas.


El Presidente con sus hombres, junto a la Nomenklatura tricolor dispuesta a todo a cambio de canonjías, diseñará el proyecto y luego el gran dedo señalará al personaje idóneo. Luego la cargada. Nuevos rostros, mismo ADN, viejos usos de la costumbre del poder.


Enrique Peña Nieto, en positivo, exhortó a no dejarse vencer por los pesimistas, por los agoreros del desastre que, dijo, son los mismos que hace 17 años presagiaron el fin del partidazo ante la alternancia. A ser optimistas, a denunciar y castigar la corrupción, a dejar los destapes anticipados a la oposición, y la radicalización social también.


El Presidente con menor aprobación en su cuarto año de gestión desde que eso se mide, cuya imagen, afirman consultores, es lastre para partido y candidatos, está presente, está optimista, realista y al mando.


Su hombre clave, vivo y activo, por encima de rumores sobre destinos diplomáticos, el arquitecto del peñismo, está sentado frente al restirador, tiene el lápiz y lo que haga falta para dibujar el retrato hablado. El rostro del 18.


El Presidente de la República y el del partido reconocieron que la lección del pasado 5 de junio es que la sociedad demanda resultados. Cierto.


Y probidad. Y ética. Y empatía. Y capacidad para operar con apego a las leyes, cumplirlas y hacerlas cumplir. Y procurar el bienestar de la mayoría. Y, de paso, decoro en el servicio público.


Otra duda queda despejada en el escenario nacional, la lucha por la presidencia determina el presente, para el Presidente, para su partido, para los otros y las otras. Dinámica política que concluirá el 1 de julio de 2018.



 


Este artículo fue publicado en La Razón el 29 de noviembre de 2016, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.

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