Una Nocturna para callar mil mañaneras

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Por Regina Freyman, Héctor Sánchezbenitez y Rocío Noriega

Jamás había entrado a un “space” de Twitter, eran como las 8 de la noche y había cerca de 5 mil personas reunidas; el convocante: Sociedad Civil México. Se fueron juntando periodistas y ciudadanos todos para apoyar a Carlos Loret de Mola, por segundos la concurrencia aumentaba 10 mil, 20 mil, llegamos a ser cerca de 60 mil. Las voces no dejaron de expresarse en 10 horas. La palabra que desde mi percepción más se repitió (junto con las obvias de solidaridad y denuncia, la recurrencia del agraviado y agraviante) fue emoción, los presentes oímos voces en concierto, la unidad que se hace presente ante lo común, ante la indignación, de pronto no se está solo y la emoción de saberlo se convierte en valentía. Contagiados por el valor del propio periodista que no se amilanó ante el acoso presidencial.

La tolerancia a las agresiones presidenciales, el desmesurado abuso del poder,  la incapacidad de su gobierno para defender a los ciudadanos y periodistas (seis asesinados sólo en enero, sin contar los miles de individuos sepultados entre cifras), la incapacidad de gestión que tiene comprometida la salud y la educación como nunca antes, el manejo de la pandemia que nos tiene en estadísticas como el cuarto lugar mundial con más muertos, la hipocresía denunciante de corrupciones ajenas y ocultación de las propias, los atentados contra la libertad de expresión que en el caso Loret ya llegaron a delito, se fueron acumulando en el ánimo de esa clase media, también asediada por la boca incontenible del presidente, para alzar la voz al unísono.

No puedo dar cuenta de todo cuanto pasó pues llegué después del inicio y me fui antes del final. Cuando entré a la reunión Loret ya había hablado, pero lo hizo una segunda vez, para mostrar su gratitud; Enrique Krauze estaba por ahí, pero éramos tantos que los organizadores tenían que buscar las voces por otros medios: zoom, teléfonos, la mediación de la mediación por el deseo a participar y muchos no pudieron hacerlo. Margarita Zavala dijo que requerimos valentía; Yuriria Sierra y Lilí Téllez como muchos más, externaron su preocupación por la seguridad del periodista; otros, como Morales Lechuga señalaron la ilegal actuación del presidente al exhibir datos confidenciales y acudir a la mentira; Denisse Dresser hizo el recuento de los ataques a su persona lo mismo que Raymundo Rivapalacio;

Laurie Ann Ximénez-Fyvie, presente, twitteaba: “quien se imagina que esto tiene que ver sólo con Loret, se quedó dormido en otro planeta”. Xavier Velasco escribía mientras escuchaba “ni un centavo invertido en acarreados”.  Muchas voces más me acompañaron como la ciudadana que soy, la emoción me llegó también como cuando me uní a las brigadas del temblor en 85; cuando me desnudé en el Zócalo; cuando fui con mis alumnos a contar historias en el otro terremoto; cuando marché con las feministas. Esta es una crónica fragmentaria de una ciudadana común a quien la ha tocado vivir tiempos decisivos de México. En mucho, el suceso me recuerda la Caída de Ceausescu y los comentarios que de ello hace Yuval Noah Harari en sus 21 Lecciones para el próximo milenio.

El 21 de diciembre de 1989, Nicolae Ceausescu, el dictador rumano, organizó un mitin en Bucarest para demostrarle al mundo su popularidad: se movilizaron a 80.000 acarreados para llenar la plaza central, se instó a la ciudadanía a sintonizara la radio y televisión para escuchar al líder:

Ceausescu salió al balcón que daba a la plaza, como había hecho decenas de veces en las décadas anteriores. Flanqueado por su esposa Elena, por funcionarios importantes del partido y por un grupo de guardaespaldas, Ceausescu empezó uno de sus deprimentes y característicos discursos… Alguien del público lo abucheó. Todavía hoy la gente discute quién fue la primera persona que se atrevió a abuchearlo. Y después, otra persona lo abucheó, y otra, y otra… La Rumania comunista se desmoronó cuando 80 000 personas, en la plaza central de Bucarest, se dieron cuenta de que eran mucho más fuertes que el viejo tocado con un sombrero de piel que había en el balcón.

Lo triste viene después, cuando el Frente de Salvación Nacional un espectro integrado por el partido comunista secuestró la revolución, ellos sí estaban organizados la sociedad civil no, ayer fue una invitación, lo duro es lo que debemos escribir todos a continuación. Sola desde mi recámara me pongo de pie por todos esos héroes de hoy periodistas vivos y muertos que se exponen por defender la voz, nuestras voces en concierto o discrepancia. No al silencio represor. Hagamos un texto polifónico

Héctor Sánchezbenitez:

En contra de la tiranía que estamos viviendo solo la sociedad civil puede detener el profundo daño que se ha hecho a las instituciones y a la legalidad, los caprichos anacrónicos de este delincuente en el poder están costando muy caro en vidas, en obras y en acciones, no a él, sino a los mexicanos que trabajamos y pagamos impuestos, diferentes a él y su familia.

Rocío Noriega:

El presidente nos amenazó a todos los que trabajamos por la transparencia y la información, fue curioso que estaba alguien de la Embajada de España o el Twitter de la Embajada, y le pidieron disculpas. A mi me pasaron el micrófono aunque no lo había pedido: “Lo que se está viendo desde Chile es horroroso y la única forma de acabar es uniéndonos y pidiendo ayuda a las organizaciones internacionales dije.  A lo que me refería es que en México tenemos muy pocas instituciones que siguen en pie por los embates de AMLO, el INAI igual ya le bajó bastante a sus críticas, y nos queda el INE, entonces para salir de este precipicio, creo que solamente los organismos internacionales pueden ayudar por la falencia de la institucionalidad en México.

 

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