23-01-2025

La oposición en Tamaulipas: repetir lo viejos vicios, el camino seguro hacia la derrota

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Tamaulipas era considerado por muchos uno de los estados en los que la oposición aliada contra la 4T se alzaría de manera relativamente fácil con la victoria electoral en 2022, pero la pésima selección de candidato y el desarrollo de la campaña, que es donde se pone a prueba la estrategia de cada partido, vino a sepultar en unas cuantas semanas el escenario de una apuesta triunfadora.

Ahora, cuando falta menos de un mes para los comicios, el estado se perfila a convertirse en la derrota más dolorosa para opositores que, por ingenuos, o por demasiados pragmáticos, perdieron de vista lo más importante de una contienda donde se elige gobernador: la lógica y el interés local.

Todas las encuestas indican que los partidos que conformaron la Alianza Va por Tamaulipas, el PRI, el PAN y el PRD, van a pagar el 5 de junio el error de haber creído que el discurso nacional contra un gobierno que impulsa los monopolios estatales, que arrasa la selva en Yucatán o que quiere desaparecer el INE, sirve para ganar elecciones locales. O que la gente está enojada con Morena y va a votar por cualquiera que postule la oposición, así sea un impresentable.

Ciertamente, falta trabajo político para hacer conciencia sobre el riesgo a la democracia que representa una reforma electoral como la que impulsa el presidente, como falta que se dimensione el propio autoritarismo presidencial, los ataques a la libertad de expresión o la crisis de los feminicidios, pero los comicios para elegir a un mandatario estatal son muy mal momento para creer que se puede actuar como antes porque los asuntos de la agenda nacional son suficientes para generar votos en contra o para disminuir las posibilidades del partido oficial.

En los estados, sobre todo en aquellos donde ha habido alternancia fallida, los ciudadanos tienen una factura pendiente con los partidos políticos y se la van a cobrar en las urnas. Se trata de los mismos reclamos y el hartazgo social contra el gobierno de camarillas, contra el nepotismo, la corrupción y la impunidad, y contra los nexos con el narcotráfico, que catapultaron en 2018 el triunfo de López Obrador.

El gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca, que llegó en 2016 con la promesa de “vientos de cambio”, no hizo diferencia alguna con sus antecesores. Al contrario, profundizó las desigualdades, dispuso del presupuesto con una visión patrimonialista, generó un grupo político leal a sus intereses con el que gobernó el estado, y al nombrar candidato a su secretario general de gobierno, César Augusto Verástegui Ostos, un personaje al que apodan “El Truco”, pretendió extender su poder más allá del sexenio constitucional para el que fue electo.

Lo que las encuestas están reflejando es que los tamaulipecos rechazan las viejas fórmulas para elegir candidatos y el mal gobierno, pero también la falta de capacidad y de propuestas. Porque si algo ha caracterizado a Verástegui como candidato, es la imposibilidad de presentarse como un proyecto distinto a lo que el “cabecismo” ha representado para la entidad en los últimos seis años.

Por eso es que, en los últimos días, el candidato aliancista ha comenzado a resentir la desbandada de presidentes municipales y líderes del PAN en la mayoría de los 43 municipios del estado. También percibe la falta de apoyo de los cuadros priístas locales que siguen ofendidos por la persecución del partido al que sus dirigentes nacionales les piden ahora apoyar. En su equipo de campaña es evidente el desánimo y aflora la desorganización, evidencias palpables del presentimiento de que se va a perder.

Estamos pues ante la crónica de una derrota anunciada. No sólo por la mala lectura política de creer que la gente está enojada con Morena y votará por cualquier candidato, incluso por uno cuyo mérito principal es ser compadre del gobernador, sino sobre todo por el grave error de los tres principales partidos de oposición que prefirieron quedar bien con Cabeza de Vaca, aunque eso les esté significando ceder otro estado a Morena, que además de Tamaulipas, muy probablemente ganará también Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, cuatro de las seis gubernaturas en disputa el 5 de junio.

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