Desinformación
La desinformación es un problema con demasiadas vertientes, extenso y complejo. No inicia ni se limita al entorno digital, de hecho, es un problema que abarca todas las formas y medios en las que se puede generar, compartir y consumir información.
Lo que sí ha hecho el entorno digital ha sido eliminar filtros y acortar la distancia entre los participantes que alternadamente pueden ser emisores y receptores, donde la información se codifica y recodifica cada vez que es retransmitida en tantos formatos como hay disponibles.
Internet es un medio bidireccional donde el papel del emisor y el receptor son dinámicos y se alternan incesantemente, tanto que en ocasiones es imposible distinguirlos. Algo que los medios masivos tradicionales no pueden igualar.
Estamos en una época donde se manejan términos aún recientes y que no se alcanzan a comprender plenamente. Todavía hay dificultad para entender y asimilar conceptos como desinformar, malinformar, posverdad, e incluso para usar en español el anglicismo “fake news”.
La escena se termina de complicar cuando además estos términos se utilizan con sesgos que solamente buscan descreditar y desautorizar reclamos, exigencias, o meras opiniones, expresadas de manera legítima.

De desinformación, una de las definiciones más ampliamente aceptadas y sustentadas por las empresas de tecnología propone que:
“Desinformación es la difusión intencional de información que el autor sabe que es imprecisa o irreal, con la expectativa que quien la recibe crea que es verdadera y con el propósito de causar malestar en la sociedad.”
La desinformación es un problema que se potencializa en el entorno social digital por el alcance y velocidad con que la comunicación, los mensajes, fluyen sin apenas límites o restricciones.
Es torpe, irresponsable y nocivo, hacer generalizaciones. No toda la desinformación tiene motivaciones económicas o políticas, aunque es real que existen campañas coordinadas y amplias de desinformación que buscan conducir a grupos sociales a tomar acciones con algún objetivo específico.
Pero no se puede limitar el entendimiento del fenómeno solo desde esa perspectiva.
Hay campañas de desinformación que se generan por usuarios que interactúan en Internet generando malestar de forma engañosa, destructiva y transgresora, sin ninguna motivación aparente o algún propósito específico.
En estos casos las campañas se difunden espontáneamente por la falta de elementos en los usuarios, que como se dijo, alternan el papel de receptor y emisor, para asimilar la sobresaturación de información que se genera en un entorno digital tan activo y demandante.
Entonces ¿se puede distinguir una verdadera campaña de desinformación, que persiga algún objetivo de manipulación social con fines económicos o políticos?
El pasado 2018 la Comisión de Noticias e Información del Parlamento Europeo celebró la “Media Literacy Week” donde propusieron los rasgos más relevantes que delatan una campaña de desinformación de ese tipo precisamente.
Uno de esos rasgos implica la coordinación de esfuerzos en tres vías, mensajería instantánea, medios alternativos, y redes sociales. La Oscura Trinidad de la Desinformación.
Mensajería Instantánea
La mensajería instantánea existe desde que empezó el Internet en su forma más básica como red académica y militar. El apogeo actual se debe a que se convirtió de facto en el sustituto natural de los mensajes SMS al ser una opción más barata y versátil. Aunque existen varias aplicaciones de mensajería las líderes por base instalada de usuarios son WhatsApp y Telegram.
Es interesante observar que hay preferencias regionales por una u otra aplicación. WhatsApp tiene gran penetración en América, pero no de la misma manera en Europa. Además, existen opciones especificas por su relación a soluciones directamente relacionadas a las instituciones locales en los países donde operan, como pasa con WeChat en China.
En el punto específico de las campañas de desinformación con fines de manipulación, los antecedentes son graves para WhastApp. El miedo es una motivación poderosa, tal vez la más poderosa de todas.
En 2017 y 2018 una serie de reportajes de la BBC y el New York Times, documentaron el uso de WhatsApp para instigar y agravar diferencias sociales con motivos religiosos en la región de Myanmar.
En estos reportajes se documentó cómo se difundían cadenas por WhatsApp que, entre otras muchas cosas, acusaban a los Rohinga de secuestrar niños para realizar ritos, secuestro y sacrificio de mujeres, robo de ganado, etc. Como respuesta se generó una campaña de odio que llevó a que las aldeas Rohinga fueran atacadas, lo que se calificó de limpieza étnica. Un genocidio incitado vía WhatsApp y reforzado en publicaciones falsas de Facebook1.
En un primer momento Facebook subestimó el problema. Fueron criminalmente omisos. Se defendieron alegando libertad de expresión y desestimando el peligro que se generó en su propia plataforma.
Cuando finalmente investigaron, o al menos revelaron el resultado de su investigación, se confirmó que los instigadores eran oficiales del ejército, aunque sólo le llamaron “Comportamiento Coordinado No Legitimo”2.
Este caso se pudo documentar a su origen con fines políticos, pero no siempre es así. A veces basta incitar a un sentido de urgencia mediante sospechas totalmente infundadas, apelando a un legítimo miedo social. Basta recordar en México cuántos linchamientos han sido propiciados por cadenas similares donde se difunden amenazas de secuestro y robo de niños. Y de igual manera han terminado reclamando vidas.
Otros casos son más evidentes, por llamarle de algún modo. En Brasil la campaña de Jair Bolsonaro operó considerables esfuerzos de difusión en WhastApp3 y se cree que fue factor decisivo para que ganara la presidencia que hoy ocupa.
Ejemplos que sirvan como referencia a explicar que esto llevó a que Facebook, empresa dueña de WhatsApp, a hacer cambios en su tecnología implementando filtros y limitaciones, para buscar contener el alcance de este tipo de campañas.
El pasado 8 de mayo, el Centro de Comunicación Estratégica de Excelencia de la OTAN publicó el reporte “Manipulation Ecosystem of Social Messaging Platforms” (Ecosistema de manipulación de plataformas de mensajería social)4.
Documenta que, aunque todavía ahora en 2020 existen empresas, herramientas y desarrolladores independientes que ofrecen manipular las plataformas de mensajería, las medidas que han tomado las empresas han funcionado, lo que ha disminuido considerablemente su alcance y efectividad.
Queda mucho por hacer, la tecnología siempre es perfectible, pero no se puede dejar todo el peso de sus causas y sus efectos ahí. Se tiene que ampliar la comprensión de estos medios en tanto su capacidad de influir y movilizar socialmente. Y siempre el eslabón más débil en el modelo, es el usuario, el ser humano real que esta frente a la pantalla.
Hagamos red, seamos responsables y sigamos conectados.
https://www.nytimes.com/2018/10/15/technology/myanmar-facebook-genocide.html
2 https://about.fb.com/news/2018/08/removing-myanmar-officials/
https://www.nytimes.com/es/2018/10/23/espanol/brasil-whatsapp-noticias-falsas.html
4 https://stratcomcoe.org/manipulation-ecosystem-social-messaging-platforms
Autor
Diseño y coaching de estrategias para manejo de redes sociales. Experiencia en análisis de tendencias en línea.
View all posts