(0) “El poder civil no tiene que prescribir artículos de fe o dogmas o formas de culto con la ley civil.” –JOHN LOCKE, Carta sobre la tolerancia.
(1) Ni modo. No se pudo. Nomás no se dio la cosa. Es una lástima. Les faltó voluntad y les falta discurso. Los compas del CEU histórico (1986-1987), que hoy son militantes de Morena, no pudieron responder a la invitación de etcétera para debatir sobre el carácter de AMLO como candidato presidencial de izquierda. Nadie fue capaz de responder a la propuesta de Marco Levario Turcott. No creo que callen porque no sepan hacerlo, sino porque no los dejan opinar en libertad –así de claro y así de rudo. Gacha situación para ellos como supuestos demócratas y defensores de la libertad de expresión, lo que no deja de hacerles sombra como comunistas clásicos. Total: quien calla, otorga. AMLO no es un político de izquierda, nada en su hacer y pensar lo muestra como tal. AMLO sólo es un político conservador de derecha totalitaria, un priista trasnochado; no ha sido nunca más que eso; un predicador o pastor público, pero nunca un estadista ni un administrador público.
(2) Por fin comenzaron “oficialmente” las campañas políticas. Lo primero que demuestran es que se necesita de verdad tener una segunda vuelta electoral. Estas faramallas insulsas de la precampaña y su cuaresma no son solución democrática de nada, todo se pierde en propaganda demagógica y publicidad hueca, mero gasto de dinero sin valor político real; mucho espectáculo y ruido, pero nada de información y debate efectivo. Nada de avance en democracia racional. Más democracia bárbara y no más.
(3) Este comienzo se ve tan gris y desangelado como la niebla que lo precedió. Lo único medio claro es saber que AMLO sigue adelante según las encuestas, sin que se discuta mucho en ello su actividad irregular de doce años. Los otros dos candidatos entonces no van tan mal, si se toma en cuenta la ventaja de dos sexenios seguidos que les lleva el tabasqueño; pero sus propuestas sin sustancia política tampoco cambian mucho la grisura imperante. Mucho prometer y poco decir cómo y con qué. Anaya sigue con la sombra de su patrimonio; pero igual está Trump y ya es presidente. Meade no deja de cargar con el lastre de plomo del PRI. Y el peor enemigo de AMLO es su boca loca. Nada serio o realista han propuesto contra la violencia y nada más alardean que van a terminar con la corrupción.
(4) La presencia de Margarita Zavala como candidato independiente sólo le da otro matiz de gris a la grisura. Aunque, si da muestras de gobernar a su marido y familia, y si deja ver sus capacidades para hacer política de abajo para arriba, puede darle un giro interesante a la contienda. Nada que no sea conservador y reaccionario, pero podría ser al menos algo más realista y honesto.
(5) Pero si la oferta es pobre y mediocre, la demanda que enfrenta le corresponde por completo. Las redes y las encuestas son síntomas de una ciudadanía poco consciente de lo que está en juego. Se reciente lo aún muy bárbaro y vandálico de nuestra democracia, el daño que causa confundir lo político con la religión y los mitos del inconsciente colectivo. Si puede haber un falso mesías como candidato a la presidencia de la república, esto es porque la masa es idólatra y se autoenajena con tótems y fetiches. Falta educación cívica y práctica libre para poder ejercer en plenitud lo político de nuestra democracia; pero la falta es de carácter mundial, unos por católicos, otros por cristianos y protestantes, otros por masones o yogas, y los otros por sus ideologías monoteístas o politeístas, llenas de religión y faltas de humanismo. Porque no es tarea fácil salir de la caverna de la teología y caminar por las sendas de la política y lo humano, es cosa de siglos y mucho esfuerzo colectivo; porque duele mucho dejar de pensar con ilusiones y fe ciega en algo o alguien.
(6) Los medios y los periodistas son el reflejo de tal demanda y oferta en política para las elecciones. Se siente la distancia actual de las revistas políticas, nada nuevo aparece que no sea como lo que ya fue, y casi siempre en un nivel de reflexión más bajo. Ha cambiado en forma y ambiente la opinión pública. Lo esencial tiende a estar en Internet y en los celulares, se apaga la política de la tinta, el papel y las imprentas. Pero el contenido no muestra aún lo positivo del cambio, en lo que se dice y piensa casi todo sigue como hace 24 años. Aunque ahora lo cierto y positivo de la democracia es más real y concreto. La entrevista de AMLO en TV con los periodistas de Milenio dejó ver la mediocridad de esta hora política, todo estuvo muy puesto “a modo” para todos, y esto deja mal parados a los periodistas, que no supieron o no quisieron romper la burbuja sin sustento del discurso oportunista y populista del eterno candidato a tirano López, tampoco él les hizo ver a los periodistas que no son analistas de la política, sino opinócratas del espectáculo. En tal caso, el nivel de debate que logra López Dóriga en Si Me Dicen No Vengo de Foro TV está más de acuerdo con lo posible, sin que por ello deje mucho qué desear. Todo lo demás, sin importar su color o bando o modo de mediación, va por ahí y de allí no sale.
(7) De un modo positivo para la sociedad abierta, como viene ocurriendo en las elecciones políticas de este siglo, algunos medios y periodistas ya manifiestan sus preferencias o rechazos en forma abierta, y, por ello, honesta. Vuelven opinión pública su posición política, para mejor informar a su público; pues lo neutral es imposible o engaño, porque no hay grado cero en la opinión política. Existen medios y periodistas comprometidos con causas políticas, hacen propaganda por ella, otros hacen publicidad por quien mejor les paga, y también los hay por completo independientes, son los informadores; es bueno que todo eso se sepa y se diga en lo abierto. Lo ideal es que todo mundo en la opinión pública demarque sus posiciones políticas, para efectivamente producir información política que permita a cada quien decidir y elegir de acuerdo a su lugar y sus intereses en la república.
(8) Yo no he decidido por quién votar. Pero sí tengo muy claro por quién no hacerlo. Ese es AMLO. Sí me da miedo, porque muestra síntomas de dictador iluminado y de tirano déspota. Con él sólo daríamos un salto al pasado que ya fue y fracasó, el del PRI dinosaurio de los sexenios tragicómicos de los presidentes todopoderosos Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo. Un reaccionario con una moral de cristiano fundamentalista que, con mascarita de Benito Juárez, cree ser un profeta iluminado por el Espíritu Santo de la Santísima Trinidad. Ninguno de los otros tres candidatos se ve tan contrario a la democracia abierta y la libre expresión, ni tan dispuesto a pactar con quien sea con tal de llegar al poder.