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miércoles 06 noviembre 2024

¿Por qué defender a López Obrador?

por Armando Reyes Vigueras

¿Por qué es necesario defender a capa y espada al presidente que ha dicho que aspira a pasar a la historia como el mejor, que sus acciones no bastan para eso, dónde estaban sus defensores cuando en redes se atacaba sin piedad a Calderón o a Peña? Está es una posible respuesta.

Contra todos

Un periodista –también puede ser un académico o cualquier persona– emite a través de sus redes sociales una opinión acerca de lo hecho por el presidente de México. Cómo en sexenios anteriores, se trata de un cargo de elección que también está expuesto a críticas y evaluaciones de parte de los ciudadanos.

Vicente Fox recibió distintos calificativos por sus expresiones coloquiales, como aquella con la que rehusó cumplir con su responsabilidad ante la toma a la fuerza de las instalaciones del canal 40 en el Cerro del Chiquihuite, con lo que ese “¿Y yo por qué?” Quedó en la historia.

Felipe Calderón pasó por esto por sus decisiones en materia de seguridad pública, en especial por el combate al narcotráfico; la campaña que abanderaba aquello de #NoMásSangre circuló en distintos medios y los primeros usuarios de las nacientes redes sociales.

Enrique Peña Nieto, desde su posición de candidato, fue objeto de señalamientos por no poder citar tres libros en la Feria de Guadalajara, su evasión al baño en la Ibero y, ya como presidente, por el Pacto por México y la corrupción que caracterizó a su administración.

Pero en el actual sexenio, con un gobernante que –al igual que los anteriores– tiene defectos y virtudes, la defensa de sus acciones se ha convertido en una costumbre de sus seguidores, algo que podría pensarse que es normal, a excepción por la manera en que se hace y los motivos que hay detrás de esto.

Ante cualquier crítica, en especial aquella que pone el dedo en la llaga de la incapacidad, de inmediato surgen usuarios de redes sociales quienes literalmente brincan en defensa de su presidente.

Las respuestas, en la inmensa mayoría de los casos, son similares:

  • ¿Y por qué no decías lo mismo en el sexenio de Calderón o Peña –o en el virreinato de O’Donoju–?
  • ¿Dónde estabas cuando el prian –o los neoliberales, los marcianos o Darth Vader– saqueaba el país?
  • Atacas al presidente más querido en la historia porque quieres que le vaya mal a México.
  • Lo que pasa es que como ya no te dan chayote críticas.
  • No es cierto, lo dices porque eres un prianista que perdió sus privilegios.

Este tipo de respuestas proviene de cuentas con pocos seguidores, en una gran cantidad de casos, que metódicamente se dedican a este ejercicio de manera cotidiana, sin ser seguidores de la cuenta de quién opina de manera diferente a lo que ellos buscan.

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Que se repitan este tipo de respuestas –me niego a calificarlas de argumentos– da a entender que se trata de una acción concertada que busca neutralizar las críticas, tratando de descalificar a quien piensa distinto.

Pero no es la única forma de hacerlo. Otra parte de la legión de defensores digitales recurre al insulto o a las burlas para acallarlas.

Así, periodistas o activistas han recibido groserías por disentir o comentarios que incluyen apodos o calificativos que pueden caber en la categoría de discriminación.

Así, llega el momento de preguntarnos por qué hay que defender a López Obrador.

Pensar que es un presidente perfecto, que sólo ha tomado decisiones acertadas o que no ha tenido errores es un enfoque que no corresponde a la realidad.

La polémica por la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la designación de personas que no han demostrado capacidad en puestos en el gabinete o el nulo crecimiento económico en 2019 son hechos que hacen ver qué se trata de una presidencia que, al igual que las anteriores, ha tenido errores.

Y ni hablar del desabasto de medicinas, la reacción ante las protestas de las mujeres por la violencia de género, por citar otros ejemplos.

Pero también hay que reconocer que la actual administración federal ha mantenido un entorno macroeconómico estable, ha tratado de acabar con la corrupción y se ha preocupado por atender a sectores sociales desprotegidos.

Pero ha podido más la tentación de, vía propaganda, vendernos al mejor presidente de la historia, por lo que es necesaria la actitud de sus defensores en contra de los críticos.

Todo gobernante pasa por momentos buenos o malos en el ejercicio del poder. López Obrador no está exento de esto, y ha tenido aciertos y equivocaciones, pero es curioso que no quiera reconocer éstas últimas y, en consecuencia, sus seguidores busquen defenderlo a toda costa, pero como no hay argumentos para hacerlo –recuerden eso de “dónde estabas cuando”–, se tiene que recurrir a lo que sea para alcanzar la meta.

El simple deseo de complacer al líder, incluso a costa de la propia dignidad, parece ser la motivación detrás de todo esto. Y es que ser prianista, conservador, neoliberal, chayotero, haber perdido privilegios, no haber votado por el actual presidente o cualquier epíteto que gusten, no evita tener la razón cuando se señala un error cometido por un presidente que, a final de cuentas, es un ser humano común y corriente, como todos nosotros.

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