sábado 06 julio 2024

¿Por qué fracasará el modelo educativo de la 4T?

por Walter Beller Taboada

Se inició ya el ciclo escolar, con más de 24 millones de estudiantes mexicanos de educación básica que volvieron este lunes a clases con un controversial plan educativo, por lo que al mismo tiempo se inició una etapa oscurantista en los espacios escolares. Predominará la incertidumbre por el cúmulo de confusiones en las cuestiones educativas que perturbarán –aunque no eliminarán del todo– las actividades de aprendizaje y enseñanza para maestros, alumnos, padres de familia (y no pocas autoridades) a lo largo y ancho del país. 

No es ninguna novedad que cada administración federal se haya sentido en su momento tentada a introducir “innovaciones” en los programas educativos. Los cambios más recientes están destinados a ser infructuosos porque no fueron planeados con bases técnicas, ni consultados con expertos ni consensuados con el profesorado. 

Los maestros y las maestras de México saben por experiencia propia que de cuando en cuando su labor adquiere algunos nuevos nombres, se les recomiendan “otras” técnicas pedagógicas, así como se les imponen a rajatabla objetivos y metas que deben cumplir en un calendario escolar que adquiere colorido según las fechas y los programas establecidos por la administración en turno. Cada gobierno, dicen los docentes, siempre quiere dejar su huella. Los maestros y las maestras de México saben que las administraciones van y vienen (en este sexenio se han designado tres titulares: Esteban Moctezuma, Delfina Gómez y para el último tramo, “Lety” Ramírez), pero el trabajo educativo seguirá estando en las manos, las mentes y la vocación decidida de quienes día tras día buscan que las palabras ‘enseñanza’, ‘educación’, ‘laicismo’, ‘gratuidad’, tenga un sentido real y eficaz en las aulas de México. No pierden la creencia fundamental de que su labor diaria servirá para que niños, niñas y adolescentes tengan una mejor perspectiva para enfrentar la vida. Obviamente, no entran en esa consideración los burócratas que cobran por solo seguir, de manera acomodaticia, los “lineamientos” administrativos de “las autoridades” (cualesquiera que sean).

En estos días el profesorado encara una novedad más, un nombre más: la Nueva Escuela Mexicana. Pero nadie sabe a ciencia cierta cómo se “aterrizarán” los respectivos contenidos, mismos que han circulado de manera caótica en diferentes medios y aún no hay claridad acerca de cuáles son realmente esos “innovadores” contenidos, cómo se llevarán a cabo y de qué manera serán “evaluados” (con el agravante de que se acordó seguir con esa especie de “pase automático” para todos el estudiantado, pues la calificación mínima será el “seis”, así sin más). Antes del inicio de clases, las y los profesores tuvieron nada más una semana para enterarse de las novedades y los requisitos que deberán cubrir para cumplir el ciclo escolar que se ha iniciado. 

El nuevo plan y los programas de estudio son para el ciclo escolar 2022-2023 en las escuelas públicas (aunque hasta cierto punto serán asumidos también en las escuelas privadas). Los dio a conocer la SEP por medio del Acuerdo publicado el 19 de agosto en el Diario Oficial de la Federación. Esos planteamientos serán los que definan lo que será la educación pública, desde el nivel básico, durante el resto del sexenio de AMLO. Aunque se habla de un plan piloto para ponerse en práctica en 960 planteles del país, lo que trasciende son ciertos apuntalamientos tan difundidos como extravagantes, descritos en un documento titulado “Marco Curricular y Plan de Estudios 2022” para la educación básica del país; un escrito establecido por la Dirección General de Desarrollo Curricular de la SEP. 

Apoyada en las ideas encerradas en dicho documento, la propia ex secretaria Delfina destacó dos palabras que sintetizan toda una ideología que tiene el respaldo entusiasta de la visión anti-sistémica del grupo radical encaramado en la 4T: va contra el ‘neoliberalismo’ y contra ‘el colonialismo’. Hay que examinar la propuesta en dos aspectos: el proyecto político transexenal y la orientación ideológica que intenta modificar las bases del sistema educativo. Ambos aspectos van a fracasar. 

UN PROYECTO, UNA CORCHOLA…PERO

Los símbolos no dejan lugar a mayor interpretación. El 16 de agosto, el día en que Delfina presentó el susodicho plan, ya con la mirada sonriente y complaciente de Lety Ramírez, la invitada en el presidium fue Claudia Sheibaum. Al lado izquierdo de ella se encontraba sentado, circunspecto y atento, el subsecretario de educación superior de la SEP, Luciano Concheiro, quien conoce a Claudia desde décadas antes. Además de afinidades familiares, el subsecretario y pre-pre candidata comparten creencias comunes respecto a una izquierda más o menos orientada por el marxismo en sus infinitas variedades, incluido el neomarxismo importado de las universidades gringas y de algunos centros universitarios españoles y argentinos. 

Por supuesto, el discurso de Delfina se revistió de palabras que suenan a resonancias de las conferencias mañaneras; dijo: “Este cambio de paradigma educativo pasa de una educación individualista y de competencias, a una educación humanista”. 

Una mirada recorría el evento de presentación del Marco Curricular. Se trataba del responsable del escrito para dar sustento al Nuevo Modelo Educativo. Era Marx Arriaga , aquel personaje que nos sentenció con la ocurrencia de que leer como placer personal es una excrecencia pequeño-burguesa. Marx fue en el pasado jurado en la defensa de tesis de doctorado que presentó Beatriz Gutiérrez Müller, la no primera dama de México, pero quien tiene especial incidencia en temas como la cultura ancestral mexicana, además de su interés por la poesía novohispana y el modernismo. Sin tener un cargo público, tiene manejo financiero e influencia en los temas educativos y culturales, sobre los cuales “ayuda” –como dice AMLO– a la toma de decisiones en dichas materias. (Y quizá en las cuestiones de nombramientos de embajadores.)

Como suele decirse, cariño que no se refleja en la nómina no es cariño, la “Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México”, dependiente de la Presidencia de la República y cuya titularidad es de Beatriz Gutiérrez Müller, tiene un presupuesto propio de 32 millones 830 mil 325 pesos, el 3.6 por ciento del presupuesto anual de la Presidencia. 

Así que no se trata únicamente de un grupo que comparte las ideas (que comentaremos más adelante) sino que mantiene un decidido y abierto apoyo a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México para que sea la candidata de Morena en 2024. En ese propósito, la SEP es una instancia para generar vasos comunicantes (de todo tipo) con otros sectores gubernamentales y en otras entidades federativas además de la CDMX. No están cerrados a otras opciones, digamos si el candidato resulta ser Adán; pero desde ahora han querido marcar su territorio. El discurso anti-sistema es de ellos, sea quien sea la o el candidato a la presidencia. De modo que cuando se habla del legado político de la 4T, ahí están los ideólogos, los supervisores y administradores actuales y del futuro. 

EL NEOLIBERALISMO Y EL HUMANISMO

Dijo Delfina en la presentación del nuevo programa que la educación debe superar el pasado neoliberal y colonialista. ¿Qué quiso decir? No son ideas ni palabras de ella sino del grupo que tiene hegemonía en la SEP. En los años que lleva AMLO en la presidencia ha usado y abusado en innumerables veces el término ‘neoliberalismo’. Pero tres años después, no sabemos bien a bien a qué se refiere. Más o menos queda claro que se trata de una condena moral, porque económica no ha sido. El sistema económico nacido de la política financiera del país desde Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, no ha sido modificado en sus estructuras y acuerdos básicos. La condena al neoliberalismo no es económica sino simplemente tiene que ver con la “revolución de las conciencias”. Un rasgo representativo de la condena de AMLO al neoliberalismo son sus prédicas con tintes religiosos que reprochan el “individualismo” y el “consumismo” (con un par de zapatos basta). Admoniciones que nada tienen que ver con un gobierno republicano y laico, pero es un eslogan que lo mantiene con alta popularidad.

Surge la inquietud:  ¿ese es el mensaje que se quiere llevar a las aulas? Así establecido en el “Marco Curricular”, como condena al individualismo y reivindicación incuestionable del comunitarismo, ¿lo aceptarán los maestros de México, formados en la idea de la laicidad de la educación? Que la mayoría de los docentes tengan una profesión de fe religiosa, no quiere decir que estén conformes con un sistema docente que revive creencias religiosas para la enseñanza pública.  

DECOLONIAL NO ES UN PERFUME

La palabra ‘decolonial’ no figura en el Diccionario del Español Usual en México (editado por el Colegio de México). Al parecer la palabra viene del libro Orientalismo de Edward Said, palestino-norteamericano, quien señala, entre otras cosas, que la civilización occidental ha creado una imagen distorsionada del mundo oriental, precristiano y anterior al colonialismo europeo. Como eco de esos planteamientos, la Nueva Escuela Mexicana intenta expresar una inconformidad con el colonialismo español, por su “rapacidad”, por el robo del que “fuimos objeto” en el pasado y –ya actualizados– por el “despojo” presente que nos hacen los no-mexicanos (?) aliándose con los extranjeros. 

Una premisa se repite en varias páginas del “Marco Curricular”: todas las culturas tienen el mismo valor, ninguna es mejor que otra, pero nosotros, los mexicanos, tenemos raíces culturales profundas y más valederas. El “decolonialismo” es rechazar el actual modelo económico capitalista, consumista e individualista y hasta ‘patriarcal’ (¿harán algo cuando el jefe de la pandilla es antifeminista?); y, en cambio, reivindican un pasado idealizado y lleno de símbolos dispares. Nunca se reconoce que si Hernán Cortés fue un intruso en tierras americanas, también lo fue Moctezuma, pues los aztecas no eran el pueblo originario de estos lugares. Historia selectiva, no cabe duda. 

Quienes redactaron el documento de la SEP atacan el colonialismo europeo como si fuese único en la historia y del que fuimos víctimas (casi con las mismas palabras que Octavio Paz explicaba el por qué de “la chingada” en la cultura nacional). 

Sin embargo, no se trata de excusar los abusos del imperialismo europeo. Pero tampoco se trata de desconocer que somos un pueblo mestizo, en todos los sentidos, y que somos un pueblo que hoy enfrenta desafíos que demandan habilidades y competencias –esas que se erradican en la Nueva Escuela– para encarar un mundo globalizado, interdependiente en lo tecnológico, en lo económico y en lo cultural. Hablamos español y convivimos con más de 56 lenguas indígenas. Parafraseando al Papa Juan Pablo, que el mundo se abra a México y México se abra el mundo. ¿No sería bueno que eso fuese un motivo del modelo de educación?

La idea de que solo la comunidad enseña realmente, es una idea equivocada porque varias comunidades suelen estar ancladas en el pasado y muchas veces se hallan atadas a prejuicios y valores antidemocráticos. La educación es un medio para ir más allá de los límites impuestos por nuestras tradiciones, sin excluir de nosotros la historia que nos forjó. Pensaba Sartre que la libertad es lo que hacemos ahora con lo que hicieron de nosotros en el pasado.

El “Marco Curricular” desdeña las matemáticas, y el estudio del español, de la misma manera que se desentiende prácticamente de la tecnología. Así que uno se pregunta: ¿así, qué futuro se quiere valorar?

Las necesidades sociales y económicas parecen ir en sentido contrario a las pretensiones de la mal llamada Nueva Escuela Mexicana. No triunfarán con esa ideología posmoderna y neomarxista. Pero sí causarán un gran retraso a las generaciones que recién sobreviven al Covid-19. Pero las maestras y los maestros mexicanos tienen la palabra, la enjundia, la capacidad crítica y la determinación de luchar contra ideas sin sustento. Como siempre lo han hecho. 

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