Como es sabido, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) le negó el registro como partido a México Libre, proyecto encabezado por Margarita Zavala y el expresidente Felipe Calderón. Contra esta determinación ya se hizo una impugnación que deberá resolver el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que podría sostener o revertir el fallo del INE.
No sorprende que el lopezobradorismo haya festejado el revés que sufrió su principal adversario; sorprende más, en cambio, la estrechez de miras de algunos opositores que, más por animadversiones personales que por juicios objetivos, se han unido al festejo oficialista; sobre todo, extraña esta actitud de quienes se consideran liberales y demócratas.
En mi opinión, hay dos grandes razones por las que la participación de México Libre como partido es algo deseable y benéfico para nuestra democracia, más allá de los sentimientos que a usted le inspiren Zavala y Calderón.
En primer lugar, por simple respeto a la legalidad: hay motivos para argumentar que la decisión del INE fue arbitraria y no se apegó a derecho. Algunos consejeros dijeron que México Libre no podía comprobar un porcentaje de las aportaciones que recibió. Esto es falso: de hecho, se ofrecieron más datos de los requeridos legalmente para poder identificar a los donantes. Otros consejeros votaron en contra porque se enteraron, de última hora, que había un proceso contencioso pendiente; sin embargo, ni los consejeros conocían el contenido de ese proceso, ni es responsabilidad de México Libre, sino del INE, que estuviera rezagado.
No es buena noticia para la democracia, y es signo de alarma rumbo a las elecciones de 2021, que el árbitro electoral use criterios dudosos y dobles estándares para aceptar el registro de un partido afín al gobierno (Encuentro Solidario) y rechazar a otro que es su adversario (México Libre).
Tampoco habría por que celebrar, si se es demócrata, que se atropellen los derechos político-electorales a más de un cuarto de millón de ciudadanos que se organizaron para fundar un partido. Al avalar hoy la falta de certeza jurídica del INE, y los desplantes burlones del régimen, sólo se estarían sentando precedentes peligrosos para 2021, sobre todo si a la oposición le va bien y el oficialismo argumenta supuestos fraudes o complots. Lo que hoy le pasa a México Libre mañana le puede pasar a cualquier otro opositor.
En segundo lugar, existe un tema de representatividad. Hay millones de ciudadanos que no se identifican con el lopezobradorismo, pero tampoco con ningún partido opositor actual, a los que consideran demasiado tímidos, sin ideas ni liderazgo. México Libre tiene la capacidad de dar representatividad a una parte de ese conjunto de ciudadanos con apetito opositor, pero que hoy están desencantados ante las alternativas existentes.
Al respecto, algunos analistas argumentan que México Libre dividiría el voto opositor (sobre todo el panista). Esto es en parte una especulación y en parte inofensivo para la oposición. Por un lado, es probable que en 2021 México Libre lograría sacar a votar a muchas personas que de otra forma no lo harían, porque nadie más les convence. Por el otro lado, incluso si le “roba” votos al PAN, en términos agregados estos de todas formas se quedarían en el bloque de oposición a Morena. En este contexto, ¿qué clase de demócrata podría alegrarse de que una parte de la población se quede sin representación política?
En México Libre han pasado año y medio recorriendo calles, plazas, colonias y municipios en toda la República para ganar votos para la oposición. Su intención de voto puede ser hoy comparativamente poca, pero es real: el calderonismo tiene respaldo popular genuino, aunque ahora sea minoritario.
En contraste, buena parte de los antilopezobradoristas y analistas, que hoy se mofan del tropiezo de México Libre, han pasado todo el sexenio haciendo activismo de sillón. Si a estos opositores de verdad les disgusta tanto que México Libre compita, sería conveniente que al menos pusieran manos a la obra y que, en lugar de pasar sus días en redes sociales, salieran al territorio a pedir el voto ciudadano, como sí lo ha hecho el calderonismo, que es con lo que de verdad se ganan las elecciones.
Dicen que hay que tener cuidado con lo que uno desea, porque puede volverse realidad: ¿queremos un INE que decida con criterios dudosos, que terminan afectando a voces opositoras? ¿Queremos un gobierno que se burle y mande mensajes intimidatorios a los ciudadanos que desean constituirse como alternativa?
Pienso que las oposiciones deberían ser más cuidadosas y menos viscerales en la selección de sus batallas. México Libre podrá no gustarles a algunos opositores de otros partidos, pero no es el adversario: el adversario común es el lopezobradorismo. Sobre todo, si se consideran demócratas, lejos de festejar que no le den registro deberían defender el derecho de un grupo ciudadano a participar en la pluralidad democrática. Insisto: no es prudente ayudarle al régimen a sentar precedentes que luego las oposiciones puedan lamentar.