Presume tanto el apoyo popular que lo llevó a la presidencia, que prácticamente todo va bien en su gobierno, que la corrupción ya se acabó y que la pandemia está domada, así como que Trump no ha sido grosero con el país, mucho menos que la violencia derivada de la inseguridad está fuera de control, que no es aceptable que ante tanta eficiencia a la hora de llevar las riendas del país necesite defensa, particularmente en las redes sociales, pero entonces ¿por qué hay tantos interesados en hacerlo a la menor provocación?
La mejor defensa es el ataque… de nervios
Para los usuarios habituales de redes sociales, se ha convertido en una costumbre leer a alguien que defiende al presidente López Obrador. Que si hubo un apagón, de inmediato dirán que es un embate de los conservadores en busca de regresar a los tiempos de las privatizaciones; que si se denuncia a su hermano Pío o a su prima Felipa, dirán que es para torpedear a su gobierno que está acabando con los privilegios y así, podemos hacer todo un catálogo con las respuestas que se utilizan en la defensa de un mandatario que ha dicho que está haciendo historia.
Pero ¿qué tan cierto es esto de la necesidad de defensa de un líder que ha presumido hasta el cansancio que llegó gracias a 30 millones de votos, que está transformando al país y que es el más atacado desde Francisco I. Madero?
Desde el inicio del sexenio, se empezó a revelar la tendencia a defender a ultranza al presidente, primero con la incorporación de columnistas en distintos diarios que buscaban dar sus argumentos a favor del tabasqueño; luego vino el recorte en la publicidad oficial, algo que significó la puntilla para diversos medios que vieron disminuir sus ingresos por este concepto, a lo que se sumó la operación de una legión de usuarios de redes sociales que buscan contestar cada texto en el que se critique al gobernante.
La pregunta que nos debemos hacer en este punto es si el gobierno de López Obrador ha sido tan exitoso como nos quieren hacer creer. La respuesta es no. Promesas de campaña como reducir los índices de inseguridad no se han cumplido, tampoco la atención a delitos como los feminicidios —las protestas de mujeres dan cuenta de esta realidad—, además del tema económico que pinta más para ser descrito como un escenario de crisis que como un logro de la presente administración.
Pero resulta que, como algunos usuarios de redes han reportado, a cada señalamiento negativo —como el desabasto de medicinas— se responde con encuestas que muestran cómo la popularidad presidencial se mantiene en un nivel por encima del 50% y argumentos como el que dice que llegó con 30 millones de votos a Palacio Nacional.
Los analistas, columnistas o articulistas que apuntan algún aspecto negativo de las decisiones que ha tomado el gobierno federal —como la falta de previsión para atender la Covid-19 y los más de 120 mil muertos por esta enfermedad—, de inmediato son señalados como enemigos del régimen e, incluso, exhibido en programas de la televisión pública, como ha sido el caso de Víctor Trujillo o Héctor de Mauleón.
Pero si es cierto que se trata de un gobierno que todo lo ha hecho bien, que no ha cometido errores, que ha combatido eficazmente la corrupción y lleva temas como la seguridad pública, la economía y la salud pública acertadamente, ¿por qué se molestan tanto por alguna crítica que se hace en medios o en redes sociales?
Al parecer, algo no está bien en esta ecuación, pues si los logros de un gobierno son tangibles y los beneficios están al alcance de cualquier ciudadano, ¿por qué se molestan en atacar y ocultar las protestas de familiares de desaparecidos o de niños con cáncer en varias giras del presidente?
¿Por qué tanto alboroto por las cifras de muertos por la inseguridad o por la Covid-19, si el gobierno está trabajando y teniendo buenos resultados en esos dos campos?
¿Por qué se desdeña la oposición del EZLN al Tren Maya si se trata del grupo que vive en la región afectada, o por qué se minimiza el activismo de los pobladores de Morelos que no quieren una obra de la CFE en la región?
No se entiende por qué alguien en redes sociales gasta parte de su tiempo y recursos —como el acceso a Internet y el uso de computadoras o dispositivos móviles— en defender a un presidente que, ha dicho en más de una ocasión, aspira a pasar a la historia como el mejor que ha tenido el país y encabeza a un gobierno que ha transformado a la nación.
No se entiende, tampoco, por qué hay que defender a un funcionario público que cada mañana desde su conferencia mañanera desde Palacio Nacional señala continuamente que vamos bien, que hay buenos resultados y que ya se ha dejado atrás el pasado de corrupción y privilegios para unos cuantos.
Menos se entiende que piensen que somos tontos y que, como millones de mexicanos, nos demos cuenta de que la realidad que vivimos la mayoría de los que aquí estamos no es la misma que el presidente y sus defensores insisten en proyectar a través de sus mensajes.