Muchos usuarios en redes sociales buscan defender al presidente preguntando por qué no se hizo un escándalo en ciertos temas ocurridos sexenios pasados, pero sí en el actual, demostrando que la memoria no es una cualidad de este tipo de usuarios. En plena campaña de propaganda que busca crear una realidad que no es tal, conviene repasar algo que ha escandalizado a la opinión pública en lo que va del siglo, para que los defensores del actual mandatario refresquen un poco su memoria y, por qué no, dejen de darse baños de pureza.
Era de escándalos
Desde el “y yo por qué” de Fox, pasando por el “haiga sido como haiga sido” de Calderón o el “ya sé que no aplauden” de Peña Nieto, los presidentes anteriores al actual han tenido su buena dosis de cuestionamientos por alguna declaración o acción como mandatarios del país.
No es algo nuevo ni se trata de hechos aislados, pero en la actual época de redes sociales e indignación selectiva de muchos usuarios, conviene recordar que el cargo de presidente de la república no otorga inmunidad ante errores cometidos, o dislates al hablar.
Uno de los argumentos usados para defender a López Obrador —usado hasta el cansancio, a la vez que se trata de algo hueco—, es que antes no se criticaba o se hacía escándalo ante acciones de ciertos funcionarios públicos, algo lejano a la realidad que ha vivido el país.
En fechas recientes, con motivo de las imágenes que circularon mostrando a Hugo López Gatell —en teoría responsable de la estrategia en contra de la Covid-19— de vacaciones en Oaxaca mientras miles de médicos no pueden ir ni a sus casas por atender a los enfermos de esta pandemia, hubo quien quiso defenderlo tratando de argumentar que antes los funcionarios del PRIAN —no podía dejarse este calificativo en este tipo de defensas— viajaban en helicóptero y nadie hacía escándalo.
Pero resulta que en el sexenio de Peña Nieto se descubrió que el titular de Conagua, David Korenfeld, utilizaba la aeronave de la dependencia como taxi particular para trasladar a su familia al aeropuerto, el escándalo motivó su renuncia y que fuera señalado como parte de un gobierno que hizo de la corrupción una forma de llevar los asuntos públicos.
También el sexenio pasado se tuvo el caso de Lady Profeco, Andrea Benítez, quien amenazó en un restaurante presumiendo su parentesco con el titular de dicha procuraduría, Humberto Benítez Treviño, lo que generó un escándalo en la opinión pública y la destitución del funcionario, con todo y que era parte del equipo que llegó del Estado de México a la presidencia.
Como olvidar el famoso Toallagate, cuando medios documentaron la compra de este tipo de enseres a sobre precio en la residencia oficial de Los Pinos en el sexenio de Vicente Fox. Con el escándalo, también tuvo que renunciar el jefe de administración de la casa presidencial, además de algunos funcionarios más de la presidencia.
En el sexenio de Felipe Calderón, un escándalo rodeó la construcción de la llamada Estela de Luz, monumento destinado a los festejos del bicentenario de la independencia, pero que resultó en una obra que no se inauguró a tiempo y sí a un costo extra.
Otro escándalo, este de talla internacional, fue el relacionado con los detectores moleculares que, en teoría, debían detectar droga y explosivos, pero que se demostró que no servía para tal propósito. En Gran Bretaña, el dueño de la firma constructora pisó la cárcel y aquí seguimos esperando explicaciones por permitir este tipo de aparatos que no ayudaron al cometido que se esperaba.
Pero también los defensores de López Obrador recurren a otra mentira, promovida desde las mañaneras desde Palacio Nacional, en el sentido de que el actual presidente es el más atacado de todos los mandatarios nacionales desde Madero.
A Vicente Fox, en especial luego de la boda con quien en ese momento era su coordinadora de comunicación social y, luego, por su ambición de convertirse en candidata, no se la bajaba de mandilón, muchos caricaturistas lo dibujaron con una lengua muy, pero muy larga, aludiendo a su incontinencia verbal que lo metió en más de un problema, como cuando declaró, en la visita de Fidel Castro, “cenas y te vas”, o ante pregunta de los medios por la toma del cerro del Chiquihuite por parte de Televisión Azteca para apoderarse de la señal de Canal 40, el famoso “y yo por qué”, eludiendo su responsabilidad como gobernante.
Felipe Calderón estuvo bajo el fuego de las redes sociales y la opinión pública por la llamada guerra contra el narcotráfico, que él mismo alentó, y fue perseguido por la campaña #NoMásSangre hasta la fecha, en que no se le baja de genocida y borracho.
A Peña Nieto se le ha hecho un álbum bastante grande de sus dislates, desde su incapacidad para mencionar tres libros que hubiera leído, aquello de “como 3 minutos, no menos, 5”, o su frase “ya sé que no aplauden”, con lo cual cargo una imagen de alguien no sólo inculto, sino francamente idiota.
Así que López Obrador se debe acostumbrar a ser cuestionado y sus seguidores hacer menos corajes ante las críticas, a la vez que deben preparar mejores argumentos para defenderlo, porque con los actuales sólo refuerzan la imagen que se está creando de intolerante.