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jueves 07 noviembre 2024

Pueblo Hospital de Santa Fe

por Rubén Aguilar Valenzuela

Pueblo de Santa Fe

Alcaldía Álvaro Obregón, Ciudad de México

Iglesia actual

Historia 

Los creadores del Pueblo Hospital de Santa Fe fueron Vasco de Quiroga, oidor de la Real Audiencia de México y luego, primer obispo de Michoacán, y el agustino Alonso de Borja, uno de los siete primeros frailes de la Orden de San Agustín (OSA) que llegan a la Nueva España en 1533.

Igor Cerdas Farías a partir de la crónica de fray Juan Manuel González de Paz, que da cuenta de las fundaciones y la vida de los agustinos en la Nueva España, y del juicio de residencia practicado al oidor Vasco de Quiroga, reconstruye el papel que tuvo Borja en el proyecto del Hospital de Santa Fe.

En la época prehispánica este sitio estuvo habitado desde el Preclásico, por la existencia de manantiales de agua cristalina. En el territorio vivían matlatzincas y después tepanecas. En 1428, Izcóatl lo conquista para el imperio mexica y antes de 1440 manda construir un acueducto a ras de tierra, para conducir el agua a Tenochtitlan. Posteriormente, Nezahualcóyotl reconstruye el acueducto con cañería alta, que se inaugura en el gobierno de Moctezuma Ilhuicamina.

El pueblo se empieza a construir en 1532 y en 1537 es instituido formalmente por el virrey Antonio de Mendoza, para lo cual manda deslindar su territorio y separarlo de los otros pueblos que lo rodeaban como San Pedro Cuajimalpa, Santa Lucía y Tacubaya.

Se desarrolla conforme a la idea de Quiroga-Borja, alrededor de una iglesia a cuyos lados se levantan los edificios que albergaban servicios médicos, la cocina comunitaria, las habitaciones de los religiosos y el propio Quiroga. La mayor parte del espacio lo ocupan las casas de las familias indígenas, distribuidas conforme a un plano previamente trazado.

Para 1700 se menciona que ya solo existían las ruinas de lo que fue la enfermería, que el proyecto había terminado por disputas internas y por las leyes de regularización que se impusieron en el virreinato. Y se dice que para ese entonces a su alrededor habitaban indígenas que vivían del pastoreo y de la agricultura. 

Ermita Vasco de Quiroga

  • Vasco de Quiroga

Vasco de Quiroga (Madrigal de las Altas Torres, 1470 – Uruapan, 1565). Sacerdote y abogado se le nombra Oidor de la Segunda Audiencia en la Nueva España. Desembarca en San Juan de Ulúa procedente de La Española en diciembre de 1530, y en enero de 1531 llega a México-Tenochtitlan.

Hombre ilustrado y preocupado por la justicia, desde su llegada se interesó por la condición en la que vivían los indios. No había pasado un año de su estancia en la Nueva España cuando ya tenía ideas, para implementar acciones en favor de estos.

Era consciente de que durante la primera década de dominio español se habían cometido numerosos abusos contra los indios. Veía que esta situación había generado una gran cantidad de viudas y huérfanos.

Para hacer frente a estos problemas propone formar nuevos poblados habitados por indígenas, para que tuvieran mejores condiciones de vida.

Es muy posible que en en su mente estuviera presente la idea de una república con los elementos que se proponen en la Utopía de Tomás Moro.

Su propuesta era que los indios estuvieran congregados y no vivieran dispersos. Esto facilitaría contaran con un trabajo que les proporcionara los medios para tener una mejor vida y los jóvenes pudieran educarse. 

Y también ayudaría a ser atendidos por los frailes que se harían cargo de su formación religiosa y humana. Así se formarían comunidades donde se viviría en orden y felicidad.

Quiroga inició la adquisición de terrenos en las lomas de Acatxóchitl y un documento de 1532 señala que compra tierras para “ensanchar el hospital del pueblo de Santa Fe que hace para remedio y albergue de indios pobres”. Esto quiere decir que la fundación es anterior a agosto de ese año.

Está documentado que adquirió tierras del pueblo de Tacubaya y después siguió haciéndose de propiedades en manos de españoles, indígenas y también de la Corona.  

En esos terrenos inicia la construcción de edificios y al mismo tiempo el levantamiento de casas que fueron ocupadas por familias enviadas desde Texcoco por los franciscanos. Indios ya catequisados que podían transmitir la doctrina cristiana a otros posibles habitantes del lugar. 

La ermita de Vasco de Quiroga antes de la restauración 

Consta que en 1532 paga a indios de Xalatlaco y Atlapulco por trabajos de carpintería (sillas, puertas y verjas) y a indios pintores de Tlatelolco que realizan pinturas para la capilla que se construía en el hospital. Eran retablos: una cruz grande, los siete sacramentos y Jesús con la cruz a cuestas.

En 1537 se le nombra obispo de la diócesis de Michoacán y deja el proyecto. Ya en su nuevo cargo lo replica con la fundación de pueblos hospitales a las orillas del Lago de Pátzcuaro y otras regiones de ese estado.    

  • Los agustinos / Alonso de Borja

Fray Francisco Jiménez, guardián del convento de la Orden de Frailes Menores (OFM) en Texcoco, declara que Vasco de Quiroga les ofreció hacerse cargo de Santa Fe, pero su oferta no es aceptada.

Ante este rechazo, Quiroga piensa en la posibilidad de que la Orden de San Agustín (OSA) se involucre en el proyecto del nuevo pueblo de Santa Fe.

Era consciente que necesitaba el apoyo espiritual de frailes que guiaran a los indios en el proceso de evangelización y que también los defendieran de los posibles abusos por parte de los españoles.

Cuenta el cronista González de Paz que Quiroga, que asistía a misa en el templo de San Agustín de México, escuchó el sermón de fray Alonso de Borja, y que desde ese momento, “…le dexo como necessitado â quererle, y querria de el nunca apartarse…”.

Quiroga explicó al agustino su proyecto de pueblo – hospital: “Para estos fines, desdeme hà deparado Dios, las lomas de Santa Feë, que me arrastraron, desde que las vì, el corazòn por los ojos, en ellas ay muchos indios, y desde que voy â ellas, se va a mi exemplo poblando mas, y mas el sitio; creo en lo mas delicioso, lo mas sano, y lo mas quieto que tiene el contorno. Alli he tomado una Casa que los indios cuidan en mi ausencia; He comprado algunos Manchones de tierra en las Vegas, y las Lomas con el fin de distribuirlas a algunas Familias, y darles para sus sementeras. Los cuitados indios me lo estiman, y en su recompensa me acompañan”.

Fray Francisco de la Cruz, Vicario provincial, accedió a la petición de Quiroga para que fray Alonso de Borja (Aranda de Duero, Burgos, s.d.- Ciudad de México, 1542) se hiciera cargo de Santa Fe.

Ingresó a la OSA en el convento de Salamanca en 1528 y en 1533 viene a la Nueva España con los siete primeros agustinos que llegan a estas tierras.

Borja, que al principio no hablaba náhuatl, emprende su nueva misión con ayuda de un intérprete, para iniciar su trabajo a la manera de los agustinos. Aquí poco después aprende el náhuatl.

Con Borja en Santa Fe, Quiroga tuvo más tiempo para concentrarse en las obras del hospital, la iglesia, y las casas de los indios. Se sabe que gastaba la mayor parte de su salario en los edificios de Santa Fe y para que las familias tuvieran que comer. En Borja recaían las labores diarias de la doctrina, la vigilancia de los avances de la fábrica material del pueblo y la policía, como lo testifica el franciscano Francisco Jiménez.

El agustino para llevar el control de Santa Fe llevaba: “Varios Libros; en Unos estaban assentados Nombres, Apellidos, Edades, Estados, oficios, Barrios de la Vecindad; y numero de Hijos = En Otro las distribuciones de Tierras, Sus Nombres, y Mojoneras, y los lindes a Todos Vientos, para evitarles Contiendas = En otro repartidos los Seys dias de la Semana, para llamar al Barrio, que le pertenecia aquel dia, por nombres, y apellidos, Sinque Se le occultara persona: y con esto se tendria atencion â quien faltaba, ô para occurrirle con el auxilio, si estaba enferma; ô para la reprehension si havia pereza”.

La evangelización de los habitantes del pueblo tuvo la impronta agustina derivada de una reunión de 1534 en la que se acuerda: celebrar la misa en un lugar decente y limpio; guardar las disposiciones de la Iglesia para la impartición del sacramento del bautismo (adultos cuatro veces al año y niños los domingos); después de la misa, los niños se congregan en los patios de las iglesias para que indios hábiles les enseñe la doctrina cristiana conforme al manual de franciscano Pedro de Gante.

En Santa Fe, la doctrina se organiza alternando el trabajo de los indios (construcción, agricultura, etc.) y las horas dedicadas a la instrucción religiosa: “…es verdad que allí está un padre religioso de la Orden de San Agustín, buen letrado, que tiene cargo de los administrar en las cosas de nuestra Santa Fe y ponerlos en buena policía y manera de vivir y que allí les hacen limosnas y da de comer por amor de Dios nuestro señor el dicho licenciado Quiroga…”.

Borja también destinaba tiempo y esfuerzos para crear el orden urbano que derivaba de las ideas que Quiroga tenía para Santa Fe. Se sabe, entre otras cosas, que en agosto de 1534 un temporal destruyó buena parte de las techumbres de las casas de los indios, del hospital, de la iglesia y de los aposentos que se habían construido para Borja y de Quiroga. El es el responsable de la reconstrucción.

En 1536 sus superiores lo nombran prior del convento de Atotonilco. Aquí aprende el otomí. En vida fue muy reconocido por su trabajo entre los indígenas. Sus contemporáneos fray Tomás de Villanueva y fray Juan de Grijalva escriben extensos textos sobre su persona y obras.

Arquitectura y urbanismo

Ermita Vasco de Quiroga. 

Desde un inicio en Santa Fe, a la par que se construían los edificios para usos comunes como el hospital, la iglesia y los comedores también se levantaban las viviendas de las familias indígenas.

La arquitectura del lugar combinaba dos tradiciones constructivas: la indígena, que se empleaba para las viviendas y la hispana, con que se levantaban los edificios comunes y destinados a la administración.

En esta decisión había razones económicas, sociales y culturales, ya que el nuevo pueblo debía asumir los elementos comunes de las viviendas de los indígenas, para que éstos se identificaran con ellas.

Había también el propósito de hacer presentes los ideales del cristianismo primitivo, de pobreza y sencillez de manera que que se reflejaran en el modo de vida urbana. 

Hacia 1536, el pueblo hospital de Santa Fe mostraba ya una fisonomía clara, con dos grupos de viviendas de los indios agrupadas en torno a una mayor que Quiroga había bautizado como “familia”.

Las casas eran parecidas a las de los maceguales o personas del pueblo. Quiroga veían en los indios seres buenos que, debidamente guiados, podían reproducir los modos de vida del cristianismo primitivo.

De testimonios de indígenas que participaron en la construcción de las viviendas se obtiene que: “le hicieron al dicho licenciado cada uno de ellos una casa, que el dicho licenciado les puso [por nombre] familia que es con un patio pequeño y alrededor de casas pequeñas, y no más de una puerta por donde saliesen y entrasen, a manera de corrales (…)”.

Y añade que “(…) Y después les tornó a decir que le hiciesen una iglesia pues todo era para servicio de Dios y para ellos, la cual le hicieron junto a una fuente que está muy buena y vistosa y que junto con la iglesia le hicieron cuatro celdas para frailes y que después el dicho licenciado les tornó a decir que le hiciesen una iglesia arriba junto a las familias para que oyesen misa los que allí se habían de acoger y que allí estaba un principio de casa y sobre ello la acabaron de hacer (…)”.

Las casas pensadas por Quiroga para Santa Fe, donde había una separación de la familia nuclear, buscaba mantener de alguna manera la unión de la familia extensa, pudiendo vivir en cada “familia” hasta cinco generaciones del mismo linaje. Esta nueva organización familiar daba forma al conjunto en “familias”.

En torno a este conjunto de casas había un espacio libre que era delimitado por una cerca con un solo acceso, lo que permitía el control del conjunto por el responsable del mismo.

Las casas tenían las mismas dimensiones de las viviendas indígenas tradicionales que ahora se siguen haciendo. Un testigo de la época dice que “son casas pequeñas donde cabe marido y mujer e hijos…”.

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La iglesia de la Asunción de María siglo XVI era un edificio simple, de planta rectangular, levantado con paredes de piedra, adobe y techo de madera y paja. La portada era lisa y sin mayor ornamentación. Al frente estaba el atrio que aún se conserva. 

Existe la calle principal de la traza urbanística original que remata en el atrio de la actual iglesia. Esta se modifica de manera considerable en 1838. 

La fachada-portada de piedra tiene dos cuerpos y un remate. En el primero, la portada con un arco de medio punto y a sus lados nichos sin imágenes. En el segundo, al centro, la ventana ovalada del coro. A los lados nichos con imágenes. El remate es un frontón triangular, al centro el escudo episcopal de Vasco de Quiroga.

La torre tiene tres cuerpos, el primero, de mampostería, corre a lo alto de la fachada-portada, el segundo, de piedra, tiene arcos de medio punto en cada lado, y el tercero, de piedra y menor dimensión, tiene forma octagonal con arcos de medio punto en cuatro de sus lados. El remate es una cúpula y en la parte superior hay una linternilla. 


El interior es de una nave con dos capillas, una dedicada a la Virgen de Guadalupe y otra a Cristo Crucificado. En el presbiterio, que se divide del resto de la iglesia con un arco triunfal, hay una cúpula construida en el siglo XIX. 

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En el costado sur del atrio se levantaba un pequeño edificio de planta rectangular, con los mismos materiales constructivos donde estaban cuatro celdas, para la vivienda del padre Borja. 

El edificio de la enfermería se construye en 1554 y de acuerdo con la tradición oral en el costado occidental del atrio se ubicaba la sala de mujeres de la enfermería; la sala de hombres estaba contigua al norte; la casa de cuna al poniente de la iglesia y la casa de huéspedes, sobre la avenida, frente al actual mercado de Santa Fe.

Existen las ordenanzas de los hospitales de Santa Fe de México y Michoacán, donde el obispo describe cómo debe ser la enfermería: “Para los enfermos haya una familia o enfermería grande cuadrada, dos veces mayor que las otras de los sanos y algo apartada de ellas, en que en el un cuadro haya una sala grande para los enfermos de males contagiosos, y otra enfrente de ella para los de enfermedades no contagiosas, y en medio del patio una capilleta cubierta, abierta por los lados, en que haya un altar adornado completamente, donde se diga misa y la puedan oír los enfermos y las otras dos salas de cabeza y pies sean para el mayordomo y despensero de los dichos enfermos y para tener las oficinas necesarias a la enfermería”. 

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En 1555, el pueblo aparece por primera vez en el plano de Alonso de Santa Cruz (1555) con la misma configuración que tiene en la actualidad. En él se escriben los dos topónimos dados al sitio: Acatxóchitl y Santa Fe.

La iglesia se dibuja con la fachada hacia el sur y el atrio con acceso conformado por una triple arcada, con una serie de edificios congregados en torno al conjunto religioso, así como una representación de los manantiales cristalinos. 

El pueblo continuó representándose de manera similar en una serie de planos del periodo colonial, aunque no con tanto detalle. Santa Fe llegó a tener unas 200 “familias”, es decir, un asentamiento que se extendía por 25 hectáreas.

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Actualmente se conservan una decena de edificios antiguos en el sitio, con fechas que van del siglo XVII al XIX. Al noroeste de la iglesia, cruzando la barranca por la que fluye el río Tacubaya, se ubica un conjunto arquitectónico asociado a los manantiales, donde está la ermita Vasco de Quiroga, que fue un sitio para orar, retirado de Santa Fe.

Una lápida empotrada en un muro conmemora su reconstrucción en el año de 1789. Se menciona al rey Carlos III de España, al virrey Manuel Antonio Flores y al regidor Ignacio de Castera, arquitecto y urbanista, quien adecuó el acueducto de Santa Fe para que condujera el agua pura y cristalina, llamada “agua delgada”, a la caja distribuidora de la Casa de la Mariscala, cerca de donde hoy se encuentra el Palacio de Bellas Artes.

Antes de la Independencia, en la barranca ubicada al norte del pueblo, se instaló una fábrica de pólvora. En la invasión del Ejército de Estados Unidos, los soldados destruyeron la maquinaria.

En 1860 lo que quedaba se vendió a un particular, en 1865 la recupera el gobierno de Maximiliano y en 1873 el presidente Porfirio Díaz que inicia la reconstrucción que concluye en 1900. Después el sitio da lugar al establecimiento de lo que por décadas fue el Campo Militar 1F.

En 2020, se transforma en la Cuarta Sección del Bosque de Chapultepec. Aquí está la ermita Vasco de Quiroga, que a mediados del siglo XVI vivió Gregorio López, quien realizó aportaciones a la medicina y a la farmacopea, con su descripción y análisis de fórmulas tradicionales empleadas para el tratamiento de enfermedades. La ermita ha sido restaurada por el INAH.

Comentario

Quiroga se refería al “hospital” de Santa Fe, después a los que levantó en Michoacán, en el sentido medieval del término que hace referencia a un proyecto global de protección social, que se traduce en una institución de beneficencia que proporciona vivienda, salud, educación, cultura y religión. 

El objetivo que se había trazado era brindar a los más pobres, a los desamparados, un lugar donde pudieran habitar y tener mejores condiciones de vida, introducirlos a las ventajas  civilización occidental y evangelizarlos. 

Ahora la investigación de autores como Igor Cerdas Farías dan cuenta de la importancia que en el origen del proyecto tuvo no solo Vasco de Quiroga sino también el agustino fray Alonso de Borja.

Ante la importancia de la figura de quien después sería el obispo de Michoacán, la figura de Borja quedó prácticamente olvidada a pesar de que se le debe buena parte del éxito de Santa Fe. 

Todo indica que Quiroga y Borja tuvieron en cuenta en el diseño y puesta en marcha de Santa Fe, las ideas que Tomás Moro plantea en la Utopía.  

Hoy se sabe que Borja contribuyó de manera decisiva para que Santa Fe adquiriera la fisonomía urbana que lo caracterizó.

La población que ahí habitaba estuvo organizada de tal modo que era ejemplo de cómo debía organizarse la doctrina cristiana en otros lugares de la Nueva España.

En la Colonia, los pueblo-hospitales gozaron de libertades que se concedían a través de las Ordenanzas reales que fueron válidas hasta el siglo XVIII. 

Los cargos administrativos eran los de Alcalde como representante de la autoridad civil, el sacerdote-rector administrador de la vida religiosa de la comunidad y los mayordomos encargados de las obras y festividades. 

El Pueblo Hospital de Santa Fe fue la primera experiencia en la Nueva España de construir un nuevo mundo, uno utópico, donde se hiciera realidad el espíritu de la primitiva comunidad cristiana. 

Esta experiencia como también lo del Colegio de Santiago Tlatelolco y los hospitales en Michoacán, son expresión del proyecto radicalmente innovador que animó la primera época de la obra misionera en la Nueva España.    


– Visitas

2022 (noviembre) 

– Fuentes consultadas  

  • Notas de la visita
  • Kubler, George, Arquitectura Mexicana del Siglo XVI, FCE, México, 1983.
  • Cerdas Farías Igor, La impronta agustina en el hospital Pueblo de Santa Fe de México, 1533-1536, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Morelia, Michoacán. En España y la Evangelización de América y Filipinas (siglos XV-XVII), San Lorenzo del Escorial 2021, pp. 521-544. ISBN: 978-84-09-33392-9. 
  • Covarrubias Reyna, Miguel, Santa Fe. Utópico pueblo absorbido por la Ciudad de México, Arqueología Mexicana núm. 134, pp. 74-79.
  • Alonso de Borja, Real Academia de la Historia. https://dbe.rah.es/biografias/51267/alonso-de-borja 

Twitter: @RubenAguilar 

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