Mal se haría en ver como un escándalo más de este gobierno de escándalos, que un activo del dictador Nicolás Maduro diseñe la ideología marxista en las escuelas públicas del país. Mal se haría, pues eso es comunismo diseñado científicamente hace 100 años.
Por ejemplo, Fidel Castro hizo creer a los cubanos que la idea del “hombre nuevo” fue diseñada por el santón del presidente mexicano, el Che Guevara. Vamos, el Che hasta publicó un mamotreto sobre eso en 1965: El socialismo y el hombre en Cuba.
Pero la idea del “hombre nuevo” estaba vigente en la isla desde 1919, en revistas de propaganda pagadas por la Internacional Comunista (Comintern), fundada por Lenin en marzo de ese año. Está, con hechos y datos, en Crónicas cubanas, de León Primelles.
Hoy, los niños cubanos tienen que gritar “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”, pero la idea no fue de Fidel Castro: fue importada a Cuba antes de que Fidel Castro naciera, por los comunistas polacos Aaron Radlow y Boris Waxman.
Radlow y Waxman llegaron a Cuba mandados por el Comintern, para crear el Partido Comunista Cubano y la primera organización de pioneros de Cuba en 1925. Su jefe era otro polaco, Fabio Grobart, guía comunista y enlace con Moscú de Fidel hasta que murió en 1994.
Así que es pura bazofia comunista antigua, centenaria, pero muy eficaz para doblegar las mentes infantiles, la chamba en la SEP del enviado chavista Sady Arturo Loaiza, quien además le vende a la SEP sartenes, ollas y mandiles, para sacar más lana.
También la chamba de Max Arriaga, el jefe en la SEP del departamento encargado de adoctrinar en la ciencia marxista a los niños de las escuelas públicas, y que ordenó que los maestros que los enseñan, no sean evaluados, sino que ellos se autoevalúen.
O sea, al igual que en Cuba hace 64 años, México encarga hoy la educación de los niños a hombres mediocres. No olvidemos, aunque el presidente endiose al Che, que éste predicaba el crimen: “Estoy sediento de sangre, del odio intransigente, que nos convierte en máquinas de matar”.
Max Arriaga ya explicó que se guía por el ideólogo del comunismo soviético, Mijail Bajtin, autor del libro Marxismo y filosofía del lenguaje (1929). Siguiendo el método de Bajtin, Max Arriaga mandó a hacer los nuevos libros de texto para nuestros niños.
En un país donde 70 por ciento sale de primaria sin leer con fluidez ni comprender textos, Arriaga se enfoca en calenturas ideológicas, y elimina de los libros palabras como “competencia”, “eficiencia” y “productividad”.
Sí: mal se haría en ver como un escándalo más, que un empleado chavista y un tal Max diseminen bazofia comunista fracasada.