Parece que por primera vez en la historia de nuestro país, los tres principales partidos opositores al régimen en turno podrían competir juntos en una elección presidencial. Pero es muy pronto para echar las campanas al vuelo. Su tañir debe esperar. Más allá de que a final de cuentas todo se decidirá con el voto libre y secreto de las y los electores el día del sufragio, en largas vísperas de ese proceso habrá que guardar confetis y serpentinas porque, para empezar, el PRI, el PAN y el PRD deberán decidir en conjunto quién será su abanderado o abanderada, y eso sólo tendrá representatividad democrática si se definen bien las reglas y, sobre todo, si toma en cuenta a la ciudadanía de forma seria y comprometida a través de las organizaciones de la sociedad civil que hoy por hoy se han transformado para marcar una agenda política alrededor de los partidos.
Apenas hace unos días, el tricolor, el blanquiazul y el partido del sol azteca anunciaron sus intenciones de conformar una coalición con miras a las elecciones federales del 2024 enfocada en la suma de voluntades, orientada a la pluralidad y donde los ciudadanos podríamos encontrar respaldo, si y solo sí, al momento de elegir el método que usarán para designar su candidatura y construir su plataforma electoral la voz de la sociedad civil es escuchada por las cúpulas de dichas instituciones políticas y eliminan de golpe y porrazo aquellas viejas prácticas del dedazo o el compadrazgo, tan enraizadas en algunas cuantas memorias de sus líderes.
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A cambio de que el PRD y el PAN accedieran a reconocer como sus candidatos a las gubernaturas del Estado de Mexico y de Coahuila, el PRI cedió espacios y aceptó que sea el partido presidido por Marko Cortés quien definiera el método de selección de la Alianza Va por México. No obstante, aclararon que cualquier militante de los tres partidos que la conforman, o incluso algún aspirante ciudadano, podrá competir.
Parece que las diferencias del pasado hoy se transformaron en coincidencias. En la coalición deben entender que, como ciudadanos, hay más similitudes que desacuerdos. A México le conviene una alianza opositora que pueda congregar y sumar. Ahora toca definir las reglas del proceso y permitir la participación ciudadana, principalmente a través de OSC’s como Frente Cívico Nacional o México Unido.
Nuestro país vive una profunda crisis social, política, de seguridad y de los derechos humanos, que se expresa en el malestar ciudadano acumulado durante los últimos 4 años. Es el resultado del hartazgo por la presencia del crimen organizado que no cesa, y además por su involucramiento con la política y su penetración en las instituciones. Es el hartazgo por una ineficiente y hasta criminal estrategia para atender, por ejemplo, la emergencia sanitaria. Es el hartazgo por la desaparición de instituciones y atentar contra la democracia. Es el resultado de menospreciar a las mujeres.
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México requiere construir un Estado social democrático y de derechos; fortalecer su democracia, garantizar que la pluralidad política se exprese en gobernabilidad; estabilidad política, paz social, bienestar, y pleno ejercicio de las libertades y de los derechos humanos reconocidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, porque hasta ahora el Estado bajo la tutela de la 4T no ha podido ni querido actuar como garante de los derechos integrales de la población: el derecho a la vida, la paz, la seguridad, la justicia, la igualdad ante la ley, al libre ejercicio del trabajo, al estudio y la recreación.
Sin embargo, construir una sociedad democrática exige también, que se promueva el bienestar basado en la igualdad social; demanda la construcción de un piso mínimo de satisfactores sociales para lograr el acceso a las oportunidades de desarrollo humano, para todas y todos los mexicanos. Es insostenible tanta desigualdad, ésta lacera nuestra convivencia y se constituye en un lastre para el crecimiento. México reclama un cambio de rumbo. El actual no sólo ha generado estancamiento en muchos aspectos, sino un lamentable retroceso en detrimento de la calidad de vida de sus ciudadanas y ciudadanos.
El próximo domingo 4 de junio se llevarán a cabo las últimas elecciones previas al proceso del 2024. Los comicios en el Estado de México y Coahuila serán fundamentales en el proceso de conformación definitiva del mapa político rumbo al proceso presidencial. Los resultados en ambas entidades marcarán de una vez por todas el rumbo que la coalición opositora debe tomar para arrebatar la máxima magistratura al hoy partido oficialista.
La población total en los Estados Unidos Mexicanos es de 126 millones de habitantes. De ellos, 64.5 son mujeres (51.2%) y 61.5 son hombres (48.8%). Respecto a la distribución de la población por entidad federativa, las más pobladas son el estado de México, con casi 17 millones de habitantes, la Ciudad de México, donde residen 9.2 millones de personas y Jalisco con 8.3 millones de personas. En contraparte, Campeche, Baja California Sur y Colima son las entidades con menos población, con montos de 928 mil, 798 mil y 731 mil personas respectivamente.
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De acuerdo con los datos más recientes del Instituto Nacional Electoral, la lista nominal más reciente (proceso de revocación de mandato) cuenta con un registro total de 94millones 895 mil 915 personas registradas. Así, en caso de que Va por México consiga el triunfo en Estado de México y Coahuila, la oposición tendría bajo su gobierno entidades que representan a 41 millones 261 mil 464 personas registradas en la lista nominal, versus los 52 millones 584 mil 639 de Morena. Lo anterior sin considerar aún los porcentajes de votación que cada partido y/o coalición obtengan en el proceso electoral de este 4 de junio.
Tomando en cuenta la información anterior rumbo a las elecciones federales del 2024, si se une, la oposición en su conjunto sí tiene posibilidades de ganar la presidencia de la República en 2024. Están dadas las condiciones y por tanto seguramente los próximos comicios presidenciales no serán “un día de campo para Morena”, la fuerza política que sigue teniendo preferencias fuertes. Pero la suma de todos los partidos políticos de oposición, incluyendo no sólo al PAN, PRI y PRD, sino también a MC harían más viable una candidatura ganadora.
Desde la óptica de los expertos en materia electoral, garantía de triunfo de la oposición no hay, aunque se unan. La estrategia planteada por organizaciones de la sociedad civil como el Frente Cívico Nacional y México Unido de conformar una gran coalición opositora que postule un candidato presidencial de unidad dentro de dos años es viable, necesaria y bien encaminada hacia la búsqueda de ser verdaderos competidores.
Si los partidos de oposición arman un buen plan estratégico de cara al 2024 que verdaderamente tome en cuenta la participación ciudadana, Morena no tiene segura la continuidad en la presidencia de la República. Si el proyecto de la oposición prevalece y sabe presentar a una buena o un buen candidato pondrá en aprietos a la o a el candidato de Morena. La coalición no sólo es solo viable, sino indispensable.