La consulta anda entre cierto desinterés, polémica, maniqueísmo, información, desinformación y una división de opiniones.
Todo indica que el resultado será un “sí” a la pregunta confusa y compleja que a lo que remite es a si se debe enjuiciar a los expresidentes, que por lo que según la encuesta de El Universal se debe incluir al actual Presidente.
No pareciera que la consulta haya despertado interés entre la ciudadanía. Hay motivos de por medio, los cuales igual pasan por el reciente proceso electoral el cual resultó al final desgastante y agotador.
También hay que considerar a la pandemia como factor, en las últimas semanas la tercera ola, la cual ha puesto focos rojos a pesar de que de nuevo se expresan reacciones de la autoridad que parecieran minimizar las cosas.
Es cierto que la tasa de fallecimientos se ha reducido, pero también es importante considerar que el número de contagios supera las cifras oficiales, reiteramos lo que nos dijo el doctor Alejandro Macías: por cada 16 mil personas contagiadas podríamos estar hablando de 300 mil.
Junto con el cierto desinterés de participación, habrá que considerar qué tanto pudiera la ola de contagios ser un factor que eventualmente también inhiba la participación ciudadana el domingo.
Finalmente están otros elementos clave que pudieran resultar adversos en los ánimos participativos: el entorno sobre la consulta y una pregunta confusa y hasta cierto punto difícil de entender.
El problema no sólo está en ello, bajo el previsible resultado la cuestión es qué se terminará haciendo con el “sí”. El dilema que no resolvió la Corte en sus intentos por no confrontarse con el Presidente, está el hecho de que no tiene sentido consultar a los ciudadanos sobre situaciones que son de carácter legal.
Lo que se tiene que hacer es armar carpetas para determinar si los expresidentes son responsables y llevar a efecto una investigación en el marco del Estado derecho, para determinar si son responsables de los delitos, los cuales no está claro a lo que se refieren debido al amplio marco de responsabilidades y cuestionamientos que existen sobre las gestiones presidenciales pasadas.
Estas consideraciones por ningún motivo exoneran a los ex, más bien de lo que se trata es de especificar de qué se les acusa porque para llevar a cabo un proceso de esta naturaleza no se requiere necesariamente de una consulta, lo que se debe hacer es aplicar el derecho; a querer o no los señalados también tienen derechos.
Lo que se está buscando quizá sea determinar si lo que ha pasado en el país en los últimos años debe ser investigado o de plano hay que darle la vuelta a la página. La consulta en este sentido va a terminar por ser un acto político, el cual pudiera ser fallido en la medida en que la participación no sea suficiente.
Recordemos que para que el ejercicio sea vinculante requiere de la participación del 40% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral, estamos hablando de más de 37 millones de personas.
El proceso de la consulta ha sido farragoso, pero no se soslaye el hecho de que estamos poniendo en marcha un instrumento de enorme relevancia para la democracia y gobernabilidad.
El problema que ya se ve venir es lo que vamos a hacer con el resultado y cómo van a explicar y justificar el que no haya una alta participación para lo cual no va a tener sentido señalar al INE.
Estamos a nada de que se nos aparezca de nuevo la figura de comisiones de la verdad, quizá sea por ahí donde se encuentren salidas al “sí” del domingo.
RESQUICIOS
Podrá irles bien o mal a nuestros deportistas en Tokio, pero meterse en los terrenos de desacreditarlos como en algunos casos se está haciendo es infame. Detrás de su participación está un esfuerzo que incluye sacrificios brutales de los cuales son partícipes directos sus familiares. En muchos casos sobresalen, a pesar de las estructuras deportivas del país; hay que estar ahí para tener una idea de lo que se trata.
Este artículo fue publicado en La Razón el 28 de julio de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.