La iniciativa VerificadoMX (#Verificado2018), nacida en México este año electoral, no es la primera en su tipo y es importante decirlo. Se suma a otras iniciativas similares en otras partes del mundo, algunas surgidas en tiempos previos a Internet.
No es, por tanto, algo original, aunque sí muy necesario, porque datos, estadísticas y afirmaciones qué verificar sobreabundan y en tiempos electorales más. Ya lo estamos viviendo.
En realidad, la verificación es la esencia misma del periodismo moderno. La verificación tampoco surge en la era de Internet, por más que la velocidad y voracidad informativa que aportan los medios digitales la hace indispensable y en cierto modo, la facilita.
Lo que es reciente el surgimiento de la verificación como especialidad. Tiene que ser así porque la verificación es un trabajo arduo y minucioso. Hace uso de herramientas del periodismo de investigación, pero no para escribir un reportaje, sino para determinar si cierta información es verdadera o falsa y en qué grado.
En México se le llama verificación. En países de habla inglesa, se le llama fact checking, es decir, revisión de datos o constatación de datos, en Argentina le denominan chequeo.
No todos los periodistas verifican
Parecería obvio que todo periodista, de manera natural, se dedica a la verificación de datos. Es lo que debería ocurrir.
Pero suceden tres cosas. Primero, el exceso informativo hace difícil que se verifique cada afirmación, cada pieza comunicativa. Segundo, muchos periodistas carecen de la formación necesaria en metodología de la investigación. Tercero, otros muchos se mueven por consigna, sea esta de corte oficialista (a favor del gobierno en turno), sea de corte militante (en defensa de una causa), lo que les aparta de verificar aquello que pudiera contradecir sus posturas.
Además, muchos periodistas y reporteros basan su labor en la cita de lo dicho por personajes públicos. Es lo que en la jerga del periodismo mexicano llamamos declaracionitis. Me explico: si un personaje público dijo tal o cual, el periodista reproduce textualmente lo que éste dijo y no va más allá: “Fulano de tal declaró que…”
Si otro personaje público dijo lo opuesto al primero, también se citan sus palabras, y se deja al público con la confusión, y con la tarea de dilucidar él mismo quién dijo la verdad, pues usualmente se lanzan las declaraciones sin más, sin dar antecedentes, contextos o puntos de vista opuestos dentro de la misma nota.
Para entender con claridad el origen y naturaleza de la verificación que aplica la iniciativa Verificado, me basaré en lo que explica la experta argentina en verificación, Laura Zommer, cuya autoridad en el tema está reconocida por el Knight Center for Journalism de las Américas.
Origen del movimiento de verificación de datos
“El movimiento de fact checking o verificación del discurso, que consiste en contrastar los dichos con los hechos y mejores datos disponibles y que experimenta desde hace un par de años un boom en la región y casi todo el mundo, empezó hace más de 20 años cuando el periodista Brooks Jackson se incorporó a la unidad de investigación de la CNN y su jefe le pidió que chequeara (sic) los avisos de la campaña presidencial de 1992 de los Estados Unidos”, dice Laura Zommer, miembro de la iniciativa Chequeado, en el material didáctico del curso para periodistas “Fact Checking”.
Lo que ocurrió en 1992, año electoral en Estados Unidos, fue que se hizo evidente la necesidad de contrastar las afirmaciones hechas por los candidatos a la presidencia —George W. Bush y Bill Clinton— para evaluar su veracidad y dejar de replicar acríticamente lo dicho en los spots y en los discursos de los candidatos.
Sigo citando a Zommer.
“Durante un viaje que hizo a Buenos Aires en 2014, Jackson contó que su misión era producir reportes que evaluaran la veracidad fáctica de los anuncios de los candidatos en la televisión. El segmento ‘Ad police’ (policía de las publicidades políticas) fue un éxito y pronto las cadenas de televisión tradicionales, como NBC y CBS, empezaron a hacer sus propias historias de ‘vigilancia de los anuncios’ y ‘verificación de la realidad’. A medida que producía esas historias, a Jackson se le ocurrió que la fórmula que habían desarrollado, y las técnicas que utilizaban en la pantalla, no tenían por qué enfocarse sólo en los anuncios de televisión. Funcionarían igual de bien para una afirmación falsa hecha durante un discurso presidencial, un debate político o en las sesiones”.
Hago destacar la frase “la fórmula que habían desarrollado” debido a su importancia. Significa que, en el trabajo de verificar, Jackson y su equipo conformaron poco a poco una metodología que posteriormente aplicaron a verificar otro tipo de datos, no únicamente las declaraciones políticas durante la campaña electoral.
Años después, Jackson fundó un sitio web denominado Factcheck.org y otras iniciativas similares surgieron en todo el mundo. Y no sólo se quedaron en la verificación de los dichos de los políticos: también surgieron iniciativas para verificar a los propios medios de comunicación.
¿Qué verifican los verificadores?
En principio, TODO, absolutamente todo lo que se dice en los medios de comunicación, lo que declaran los políticos, los empresarios y los funcionarios es materia apta para la verificación.
Pero por supuesto, esto es humanamente imposible. No hay manera de poder revisar absolutamente todos los datos que se generan a diario en el mundo.
Por ello, los que se dedican a la verificación tienen que tomar un primer paso, el cual es la selección del material a verificar de acuerdo a la relevancia que un tema, un dato o una afirmación tengan en el contexto del intercambio público.
La relevancia se decide de diferentes maneras. De acuerdo a la metodología ya establecida por los colectivos de verificadores, algo es relevante cuando:
1.- Es un dato emitido por un personaje influyente en la esfera pública.
2.- El tema es relevante por sí mismo, por su impacto en la sociedad, sin importar quién emitió la afirmación o el dato.
3.- La afirmación o el dato circula profusamente a nivel social, sin importar su temática o quién la emitió, (aquí entran las fake news).
Es decir, la relevancia del dato a verificar puede venir por su protagonista, su temática o su penetración.
¿Cómo se verifica?
Nada hay de nuevo en el cómo se verifica. En lo absoluto. Es la vieja y conocida investigación periodística, que consiste en preguntar a quien emitió el dato, revisar fuentes oficiales o gubernamentales, consultar documentos, consultar fuentes no gubernamentales (sindicatos, ONG) y consultar especialistas.
Es decir, es aplicar la tradicional conseja del periodismo: revisar varias fuentes y contrastar.
Y viene aquí un ejemplo muy importante: el resbalón que Verificado 2018 tuvo cuando aseguró que la afirmación de Ricardo Anaya en el debate del 22 de abril era “falsa”. La afirmación de que durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador el secuestro había crecido 88%.
Verificado 2018 calificó dicha afirmación como falsa y luego tuvo que desdecirse, y la calificó como verdadera.
Falló debido a que no consultó a los suficientes especialistas desde un primer momento o bien, a que los verificadores jugaron a ser especialistas.
Las calificaciones de verificación
En la metodología del fact checking se han generado varias categorías a las que se llaman “calificaciones”. Dichas calificaciones señalan la conclusión que el equipo de verificadores ha obtenido luego del proceso de verificación.
Las calificaciones para un dato, afirmación o información son:
Verdadero: la afirmación ha demostrado ser verdadera, al ser contrastada con las fuentes y datos más serios y confiables.
Verdadero, pero… La afirmación es consistente con los datos disponibles, pero omite algún elemento del tema o su contexto.
Discutible: No es claro que la afirmación sea cierta o no. La conclusión depende de las variables con las que se la analice.
Apresurado: La afirmación podría ser verdadera, pero es resultado de una proyección y no de un dato objetivo de la realidad.
Exagerado: La afirmación no es estrictamente cierta pero sí lo es el concepto o tendencia a la que se alude.
Engañoso: La afirmación puede coincidir parcialmente con ciertos datos, pero -intencionalmente o no- ha sido manipulada para generar un mensaje en particular.
Insostenible: La afirmación surge de investigaciones con falta de sustento o graves errores metodológicos, o resulta imposible de chequear.
Falso: La afirmación ha demostrado ser falsa, al ser contrastada con las fuentes y datos más serios y confiables (Zommer).
Como puede verse, dichas categorías indican que entre el “verdadero” y el “falso” hay seis grados intermedios que señalan los matices que puede presentar la veracidad de un dato.
El papel del acceso a la información pública
En abstracto, es muy fácil decir que todo se trata de consultar fuentes, pero lo cierto es que un gran volumen de datos importantes para la verificación se encuentra restringido para periodistas y ciudadanos en general.
En México, el panorama es menos malo que hace unos años, debido a la nueva legislación sobre acceso a la información pública, pero existen países donde la información pública está totalmente vetada. Los verificadores deben trabajar entonces con fuentes “alternativas” de información, lo cual también hace que su labor sea menos segura.
Es muy positivo que el movimiento de verificación crezca y es deseable que surjan más colectivos de verificadores bien preparados. Pero yo agregaré algo: es indispensable que también la sociedad se mantenga como observador del trabajo de los verificadores. Porque nadie está exento de error.