En los dos fondos de estabilización presupuestal había 368 mil millones de pesos en diciembre de 2018. Este monto equivalía al 10 por ciento del gasto programable del gobierno federal. Según los informes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), para el cierre de 2021 sólo quedaban en esos fondos 31 mil millones (menos del 1 por ciento del Gasto Programable). Resulta que el gobierno de la mal llamada 4T se gastó en tres años y “sin fin específico” 9 de cada 10 pesos de ese dinero.
El Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) está legislado como un instrumento de previsión y estabilización fiscal del Estado mexicano, cuyo fin es compensar la disminución de los ingresos de las finanzas públicas debidas a la baja recaudación de impuestos o al decremento del precio internacional del petróleo. La idea es que el gobierno siga funcionando a pesar de los imponderables, pueda tomar medidas para mitigar los efectos destructivos de las recesiones y garantice los salarios de los empleados públicos. Se originó como un fondo petrolero en 2001, pero a partir del año 2014 se transformó en un ahorro para la viabilidad presupuestal ante las crisis económicas.
Otro fondo, el de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas (FEIEF), tiene como finalidad el compensar la disminución de la recaudación federal participable en la parte que, por ley, debe entregarse a los gobiernos estatales. Se trata de un ahorro adicional, en ese caso, destinado a hacer sostenibles los gastos de los gobiernos locales del país.
En el inicio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, al cierre de 2018, el FEIP contaba con 279 mil millones de pesos en sus arcas, según las cifras oficiales contenidas en los informes de finanzas públicas de la SHCP. Tres años después, al cierre del ejercicio 2021, tan solo quedaban 9.9 mil millones: ¡269 mil millones de pesos menos! El segundo fondo estabilizador, el FEIEF, tenía 89 mil millones de pesos en 2018. Para 2021 sólo quedaron 21 mil.
La suma de ambos fondos alcanzaba los 368 mil millones de pesos al inicio del sexenio. Después de medio sexenio y una conducción equívoca e irresponsable, la suma de los dos fue de apenas 31 mil millones de pesos. Si en 2018 esos fondos representaban el 9.7 por ciento del Gasto Programable, para el cierre del año anterior eran menos del 1 por ciento (0.7).
A la administración de López Obrador no le bastó saquear los dineros acumulados en los fideicomisos públicos (con los que engulló alrededor de 80 mil millones), los 130 mil millones del Fondo Nacional de Salud, ni los ahorros forzados a costa del austericidio, que sepultó la calidad de los servicios públicos (educación, salud, seguridad pública, principalmente).
Como en los rubros anteriores, escandalosos cada uno de ellos, el destino de este otro quebranto no está claro. El Informe Sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública, que la SHCP entregó a la Cámara de Diputados al cierre del ejercicio 2020, dice textualmente que entregó 204 mil millones de pesos del FEIP al gobierno federal para compensar la disminución de sus ingresos y “sin un fin específico”. No se utilizó ese dinero para mejorar el sistema de salud pública durante la emergencia sanitaria del Covid 19, tampoco para un programa de defensa del empleo y de las empresas afectadas por el cierre obligado, mucho menos para garantizar la calidad de la educación a distancia de 24 millones de alumnos de la educación básica y media superior. Por lo contrario, estas actividades se vieron castigadas por salvajes medidas de austeridad.
¿El destino de estos cuantiosos recursos fue la operación clientelar de los programas sociales que el presidente tanto presume? Bien haría la Cámara de Diputados si exige un deslinde de responsabilidades por la quiebra de los fondos de estabilización presupuestaria.
Cincelada: el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación dice que está al lado del pueblo y del derecho, pero con el inquilino de Palacio Nacional es tan arrastrado que hasta surco hizo.