Va una segunda mirada al regreso a clases. Debe quedar claro antes que nada que es mínima la capacidad de maniobra para iniciar los cursos.
La televisión no es la mejor de las opciones, pero es lo que está a la mano para mantener las medidas de sana distancia, cubrebocas y el quédate en casa.
Los escenarios que se pudieran presentar con clases presenciales pueden ser, sin exagerar, brutales y mortales para millones de estudiantes y maestros. Los contagios no han dejado de presentarse porque la pandemia no ha cedido, por más que las autoridades insistan en su discurso optimista y en ocasiones también contradictorio.
Sin necesidad de compararnos con otras naciones, con todo y los devaneos del Presidente que un día compara y al día siguiente critica las comparaciones, el país está bajo una situación límite. Rondamos las 50,000 personas fallecidas y estamos cerca del medio millón de contagios, si esto no nos coloca bajo una situación inédita y extrema no entendemos qué pueda serlo.
Es muy posible que el presente semestre sea llevado en su totalidad de manera virtual. Las condiciones bajo las que estamos no dan lugar a otro escenario que permita visualizar el regreso a las clases presenciales.
La única salida está siendo la utilización de herramientas que no son necesariamente las indicadas, las cuales no permiten que el desarrollo de uno de los procesos clave de la educación, la retroalimentación de la relación maestro-alumno, sea directa. Estamos ante alternativas que están al alcance y que ofrecen salidas parciales.
Es definitivo que no hay nada que pueda sustituir el trabajo en las aulas. Las críticas en este sentido tienen su razón de ser, el problema es cómo resolver los escenarios que combinan al mismo tiempo la necesidad de regresar a clases con las dificultades de hacerlo.
La CNTE tiene razón cuando plantea que el planteamiento de la SEP no termina por ser integral. Los problemas para la cobertura total son muchos y, a pesar de lo que ofrecen radio televisión en este sentido, no significa que se llegue a todos los lugares del país, particularmente en las zonas rurales.
La cobertura vía Internet, que es otra de las herramientas, está lejos de alcanzar a más de la mitad de la población. Internet no llega a las áreas rurales e incluso a las zonas conurbadas de las grandes y medianas ciudades.
El programa de regreso a clases no pasa por alto todo esto. Se han diseñado alternativas, como la entrega de cuadernos y otros materiales, con las que se busca resolver parte del problema de cobertura e integración.
Hay que partir de un hecho que en países como el nuestro podría presentarse debido a las condiciones bajo las que estamos, pudiéramos tener un ciclo escolar profundamente complicado y podría darse el caso de que pudiera incluso perderse. No utilizamos la expresión de “año perdido”, porque como fuere todos algo hemos aprendido y experimentado.
La televisión es una solución parcial que va a resolver algunos de los problemas, pero queda claro que está lejos, insistimos, de sustituir la relevancia estratégica del proceso de enseñanza-aprendizaje y del trabajo en el aula.
La educación es tema toral de la sociedad. Estamos obligados a sumar independientemente de nuestras diferencias. Entendamos que no hay muchas opciones en este momento y quizá tendremos que ir pensando nuevas formas para el desarrollo y función de las escuelas.
La crítica constructiva y propositiva en este momento es clave. Es probable que no haya opciones de no ser la que dieron a conocer.
RESQUICIOS.
Está siendo visto una y otra vez el video en que un grupo de pasajeros agrede a un asaltante en un transporte público. Se explica por lo que los ciudadanos vivimos, el video es como una especie de singular venganza colectiva en medio de la impunidad. Las miles de visitas han sido quizá para regodearse en medio del hartazgo, pero también para analizarse desde el ámbito psicológico.
Este artículo fue publicado en La Razón el 5 de agosto de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.