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viernes 13 diciembre 2024

Raíz y nacimiento de la República Federal Mexicana

Segunda parte

por Manuel Cifuentes Vargas

II. Los primeros brotes republicanos federalistas.

Ya hemos dicho que aprovechando el enrarecimiento del ambiente político que se generó con la errada decisión de Iturbide, en su calidad de emperador, de eliminar al Congreso y después con el resurgimiento de éste, aparentemente porque no conectaba  ni había congruencia con el Plan de Casa Mata, como reza el dicho popular: “a río revuelto, ganancia de pescadores”, las provincias aprovecharon muy bien  la oportunidad que les ofreció esta coyuntura, para exigir su reconocimiento como estados independientes y soberanos con un sentimiento federalista. La radiografía político-territorial de esos alborotados momentos la presentan los dos siguientes autores:

El constitucionalista Felipe Tena Ramírez dice que “iniciado el nuevo régimen que sustituyó al monárquico, las provincias quedaron de hecho independientes del gobierno central y bajo la dirección de sus diputaciones, ya que la reinstalación del primitivo Congreso no llegó a ser centro de unidad y de autoridad, por contraria al Plan de Casa Mata y al sentir predominante.

“Las provincias, en general, rechazaban al Congreso como Constituyente y solo lo aceptaban como convocante. La asamblea, por su parte,  hubo de ceder paulatinamente ante los amagos separatistas de las provincias; el 14 de mayo,  a propuesta de Bocanegra, acordó formular inmediatamente las bases constitucionales y expedir después la convocatoria del nuevo Congreso que habría de elaborar la Constitución; pero el 21 del mismo mes se invirtió el orden  anterior, al aprobar por 71 votos contra 33 la formación desde luego de la convocatoria y la publicación posterior de las bases de una república federativa.” En la práctica, la verdad es que finalmente quedó como originalmente se había propuesto, pues primero se presentó el Proyecto del Plan de la Constitución el 28 de mayo de 1823, y después se emitió la Convocatoria al nuevo Congreso Constituyente el 17 de junio del mismo año

“Mientras tanto se sucedían apresuradamente los acontecimientos desfavorables al Congreso. El 5 de junio de 23 la diputación provincial de Guadalajara declaró que reconocía provisionalmente al Congreso de México solo en calidad de convocante y al Ejecutivo en lo que resolviera para todo el país, pues en lo relativo a Guadalajara solo sería obedecido en cuanto conviniera a la misma. Siete días más tarde, la propia diputación convocó a las provincias de Guanajuato, Querétaro y San Luis para instalar, con sus representantes, un congreso que tomara las riendas del gobierno en caso de que faltara el de México. El 16 de junio Nueva Galicia fue erigida por su diputación en Estado Libre de Jalisco, ‘como Estado soberano federado con los demás de la grande nación mexicana’. El 14 de septiembre quedó instalado el Congreso Constituyente de Jalisco.

“A Guadalajara siguieron Oaxaca, Yucatán y Zacatecas, cuyas diputaciones provinciales asumieron el gobierno local con independencia del de México, para ser reemplazadas a continuación por los respectivos congresos constituyentes, instalados el 6 de julio, el 29 de agosto y el 19 de octubre de 23. En las demás provincias continuó propagándose la tendencia federalista, con el correspondiente desconocimiento del gobierno central. En un intento de contener la desmembración, disipando la desconfianza de las provincias acerca de sus intenciones, el Congreso de México emitió el 12 de junio lo que se conoce por el “voto del Congreso”, en virtud del cual aquel cuerpo legislativo, en vísperas de disolverse por no ser ya constituyente sino solo convocante, se declaraba por el sistema federal.

 “Cinco días después expidió las bases para las elecciones del nuevo cuerpo legislativo, y el 30 de octubre del mismo año de 1823 clausuró sus sesiones, veinte meses antes iniciadas y, durante ellos, poco más de cuatro meses suspendidas.”

El citado posicionamiento en favor de la República Federal, según refiere Tena, textualmente dice lo siguiente: “El soberano Congreso constituyente, en sesión extraordinaria de esta noche, ha tenido a bien acordar que el gobierno puede proceder a decir a las provincias estar el voto de su soberanía por el sistema de república federal, y que no lo ha declarado en virtud de haber decretado se forme convocatoria para nuevo Congreso que constituya a la nación. – junio 12 de 1823.”[1]

Por su parte José Luis Soberanes relata que “cuando Iturbide se había negado a convocar un nuevo congreso constituyente, el 10 de marzo de 1823, la Diputación Provincial de Puebla convocó a las demás provincias a enviar a la capital Angelopolitana  a dos delegados, con el propósito de constituir una convención que se denominó  Junta de Puebla, , con el fin de formar un nuevo gobierno nacional, convención que tuvo una buena participación de delegados provinciales, sin embargo, en el entretanto, llegó la noticia de la resignación de don Agustín,  por lo cual dicha Junta no tuvo más remedio que reconocer el antiguo Congreso Constituyente,  pero solo con el objeto que convocara un nuevo congreso.”[2] Sin embargo, ahí quedaría la flama que fortalecería el espíritu de reclamo de sus soberanías como entidades, así como la llama del federalismo, que rápidamente contagió a las demás provincias para apretar su instauración con la de la República.

Así las cosas, dice Soberanes, “… las provincias empezaban a pedir que el Congreso convocara a un nuevo Constituyente en el que se salvaran las objeciones formuladas …” a ese mismo Congreso, “… en lo relativo a la desproporción en la representación, …”, lo cual tuvo resonancia positiva, pues agrega el mismo autor, que “… se nombró en el seno del Congreso una comisión especial para dictaminar sobre la convocatoria a un nuevo congreso y formulara un proyecto de Constitución, …” “Esta Comisión, … propuso que el Congreso siguiera funcionando, que en su seno se formase una comisión que redactase el proyecto de constitución, y que la misma Comisión propusiera si para su aprobación final se convocara un nuevo constituyente o fuera el propio Congreso en funciones quien lo llevara a cabo. Dicho dictamen fue aprobado por el pleno.

“Las provincias no estaban de acuerdo, considerando que el Congreso en funciones, … no respondía a una representación proporcional y por ello pedían un nuevo Constituyente que respondiera a dicho principio, según lo preveía la Constitución española.”

“La primera reacción provincial vino de Yucatán, … que el 19 de abril se reunieron los miembros de la Diputación Provincial y del Ayuntamiento de Mérida, en lo que se denominó Junta Provisional Administrativa, la que acordó, el día 25, reconocer a los poderes nacionales, bajo las condiciones de que se convocara un nuevo Constituyente y se comprometieran a no a intervenir en los asuntos internos de Yucatán; para ello, empezó a organizarse sin esperar las decisiones del centro.” Y agrega que, desde su óptica, “… dicha Junta marca el inicio de la autodeterminación soberana y libre del Estado de Yucatán.

“Más adelante, la Diputación Provincial de Guadalajara, el 9 de mayo de 1823, en virtud de que se había reconocido la autoridad del Constituyente reinstalado, únicamente para que convocara uno nuevo,  y como esto no era ya posible, procedió a desconocerlo, y tres días después, en unión con el Ayuntamiento de la ciudad capital de la provincia, decidieron apoyar el federalismo, y reiteraron que, mientras tanto, no obedecerían al Congreso ni al Supremo Poder Ejecutivo, y de manera similar a Yucatán acordaron se obedecería  a una junta integrada por la Diputación de la Provincia de Jalisco como se empezaba a llamar, junto con tres miembros del Cabildo de Guadalajara. Todas estas resoluciones se comunicarían a las demás diputaciones provinciales, instándolas a formar una federación, de tal suerte, este fue el primer pronunciamiento oficial en favor de la Federación.”[3]

“El sábado 17 de mayo, por la tarde, el secretario de Relaciones Interiores, don Lucas Alamán, se presentó en una sesión extraordinaria para informar los sucesos de Guadalajara, al dìa siguiente, domingo 18, se volvió a presentar para narrar lo que había pasado en Yucatán y el temor que se desmoronara la nación. Para el 21 de mayo de 1823, la Comisión Especial nombrada para proponer las Medidas Conducentes y Propias a Fin de Evitar los Males que Amenazan a la Patria, propuso convocar un nuevo Congreso Constituyente, lo cual fue aprobado por una mayoría de 71 votos contra 33 …”. Aunque fueron casi dos terceras partes los que aprobaron esta propuesta, pero por lo visto muchos constituyentes todavía estaban en el dilema de si desaparecer o sobrevivir. Todavía había quienes se resistían a morir como Congreso Constituyente y tenían la esperanza de que esta Asamblea continuara viviendo.

Y “… se ordenaba al Ejecutivo tomara todas medidas y precauciones para restablecer la tranquilidad pública en Guadalajara, ‘prefiriendo las medidas de persuasión y convencimiento antes de rigor y uso de las armas’.”

“Al dìa siguiente, se nombró una comisión para presentar el proyecto de convocatoria, …quienes presentaron su propuesta el 11 de junio de 1823, mismo día que se empezó a discutir (incluso el día domingo) y se concluyó el 17. El lunes 23 de junio de 1823, el gobierno publicó solemnemente el bando de convocatoria al Segundo Congreso Constituyente. Las elecciones se llevaron a cabo los días 3 y 17 de agosto y 6 de septiembre de 1823. .”[4] Fue el segundo Congreso Constituyente en la vida del México Independiente, pero el primero a partir de la República, ya que el de 1822-1823, que fue el primero de dicho periodo, primigeniamente tuvo un sello imperial, aunque poco después de su restablecimiento empezó y terminó con un acento republicano, pues este órgano legislativo fue el instrumento y el lapso de la transición entre una y otra formas de Estado y de Gobierno.

Un dato interesante que apunta Soberanes es que “el Congreso resolvió que los que entonces fueran diputados Constituyentes no lo podrían ser para el Segundo Constituyente, sin embargo, el Ejecutivo, en la Convocatoria, omitió esta restricción, por considerar que se limitaba la libertad de las provincias. Al día siguiente de haber elegido diputados constituyentes, se renovarían las diputaciones provinciales en su totalidad.”[5] Mal, me parece, pues considero que el Ejecutivo no podía eliminar lo anterior por sí mismo, y menos sin siquiera consultarlo al Congreso, toda vez que era una decisión soberana de dicha Asamblea. Y si bien pudiera haber tenido razón en dejar a las provincias la libertad de reelegir a sus constituyentes, creo que lo más lógico y razonable era haber regresado al Congreso la convocatoria, para que, con su sugerencia, la reanalizara y tomara la decisión final el Congreso.

Por la serie de desencuentros, intereses y toda la turbulencia política que había, coloquialmente podríamos decir que “por un pelo de rana calva” y se les va el país de las manos y termina desintegrado territorialmente, con lo cual hoy sería otra la imagen político territorial que hubiera en este espacio en el que vivimos. Hoy habría una pedacearía de países en esta área geográfica que ocupa nuestro país, si no se hubiera atendido a tiempo y rápido el problema de las llamadas soberanías internas.

Vale traer la nota de Servando Teresa de Mier dirigida a Miguel Ramos Arizpe, del 14 de mayo, fecha en que se concluyó el proyecto del Plan de la Constitución que venían trabajando en secreto, mediante la cual, adelantándose a su presentación al Congreso, con el sigilo respectivo y seguramente motivado por los fuertes aires federalistas que ya soplaban, en la que le dice lo siguiente: “Señor Chato, mi querido saltillero embrollón… La semana que entra saldrán a la luz las bases liberales de una república representativa federal con un congreso general, su senado …”. Como se podrá ver, ya le adelantaba que habría unas bases para la futura Constitución republicana federal, así como la Convocatoria al nuevo Congreso Constituyente.

Me atrevo a pensar que por los términos en que se dirige Mier a Ramos Arizpe, no me cabe la menor duda que sabedor del ánimo federalista de Ramos Arizpe, quien  sería uno de sus más importantes promoventes en el siguiente Congreso Constituyente, y que quizá él, entre otros, era uno de los principales incitadores y publicistas de esta idea entre las provincias, probablemente haya sido la forma de mandar una señal estimulante a éstas a través de su persona, de que el Congreso estaba haciendo eco de su demanda y que la idea federalista tendría un palpable futuro desde este Congreso de 1822, pues no veo otra razón del porque habría de dirigirse a Ramos Arizpe y con esos vocativos, de no ser el de secrecía o anonimato para evitar que fuera descubierto. Pero pienso que él como remitente; el que estaba enviando la nota, era el que corría más riesgo y no tanto quien la estaba recibiendo. “Chato” es un apodo común, lo cual muestra que había relación cercana, amistad y confianza. Pero ¿saltillero embrollón? Esta última palabra es más fuerte, y se ve que así, de esa manera, pero con afecto, se llevaban, pues el primer vocablo se refiere a su gentilicio provincial, es decir, que era de Saltillo, hoy capital de Coahuila, en tanto que el segundo término significa revoltoso, alborotador. Esto quizá porque era quien más ruido hacía entre las provincias para pronunciarse por el federalismo.

Como la fundación de la República ya se daba por asentada, pues ya era un hecho y sin marcha atrás, quizá Mier hizo esta filtración antes de presentarse el proyecto al pleno del Congreso, para tranquilizar los ánimos beligerante de las provincias por el reconocimiento de su soberanía local y el establecimiento del federalismo, y así calmar el ansia federalista mandándoles un mensaje de voluntad política y garantía de que éste se formalizaría  en breve en la Constitución que confeccionara el siguiente Constituyente. Quizá también por eso, en la práctica, se invirtió el orden que ya se había aprobado, para ahora primero sacar las bases constitucionales, mismas que se presentaron con el nombre de Plan de la Constitución Política de la Nación Mexicana, y después ocuparse de la convocatoria para dicho Congreso.

En el Congreso Constituyente de 1823-1824, los dos se encontrarían como congresistas, y los dos serían los que protagonizarían las dos grandes visiones de federalismo para el país: Ramos Arizpe defendiendo un federalismo más radical y Servando Teresa de Mier con la bandera de un federalismo moderado, pero con progresión hacia el futuro en la medida que fuera madurando políticamente el país con esta forma de Estado. De ello, dan cuenta los anales de la historia, de su ya famoso “discurso de las profecías”, como una de las más grandes piezas oratorias parlamentarias. Y el tiempo le daría la razón, por el desdibujamiento geográfico original que sufrió poco después el país. Esto lo traigo a cuenta, porque por lo general, equivocadamente al Dr. Mier se le tacha de centralista, lo cual no es cierto.

A todos estos hechos con claros visos republicanos y federalistas que se dieron después de la agonía, muerte y sepultura del Imperio, pudiéramos considerarlos como las notas de la obertura del nacimiento formal de la República Federal. En tanto que el Acta Constitutiva de la Federación, fue el Acta de nacimiento de la República Federal, pero también el preludio de la formulación de la Constitución del mismo corte que se expediría meses después.


[1]. Tena Ramírez, Felipe. Leyes Fundamentales de México 1808 – 1975. Editorial Porrúa, S. A. Sexta Edición. México. 1975. P. 146, 147 y 152.
[2]. Soberanes Fernández, José Luis. El primer Congreso Constituyente mexicano.  P. 53. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-91932012000200010
[3]. Soberanes. Ob. Cit. PP. 58 – 60.
[4]. Ibidem. PP. 60 y 61.
[5]. Ibidem. P. 62.

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