jueves 21 noviembre 2024

Once razones para defender al INE

por Raymundo Moreno Romero

“Yo defiendo al INE” y “El INE no se toca” son dos frases que condensan de manera certera el sentir mayoritario de la ciudadanía más informada y crítica con respecto al órgano electoral, pero sería un error pensar que quienes las expresan se limitan a la consigna y a la exclamación emotiva.

Quienes defendemos la permanencia del INE—y con permanencia nos referimos no solo a su existencia formal, sino a que se respeten plenamente sus facultades— tenemos claro que este organismo (y su antecesor, el IFE) no es una graciosa concesión del poder hacia la gente, sino un derecho duramente conquistado.

El INE es una creación colectiva, producto del esfuerzo de miles de mexicanos que por décadas exigieron de las autoridades el respeto al voto libre y secreto, elecciones limpias, certezas y un alto definitivo a las trampas que caracterizaron el largo gobierno del PRI. Aquellas luchas democratizadoras de la segunda mitad del siglo XX costaron vidas, pero decantaron en parteaguas como el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en 1997 y de Vicente Fox en el año 2000, mismos que dibujaron el rostro del inicio del nuevo siglo.

Fue el Instituto Federal Electoral, un organismo ya para entonces autónomo, el que anunció los triunfos del perredista y del panista, entregó las constancias correspondientes y dio a millones de mexicanos la eufórica satisfacción de “haber sacado al PRI de Los Pinos” y del palacio del Ayuntamiento. Y, ya transformado en INE, fue este organismo el que anunció el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en el 2018.

Los hitos de 1997, 2000 y 2018 representan como nada la importancia del INE: que la alternancia política pacífica es posible y que la sociedad mexicana ha logrado una madurez política tal, que los principales protagonistas de los procesos electorales son los ciudadanos de a pie, vecinos de cada localidad, convertidos en funcionarios de casilla, capaces, organizados, honestos y conscientes de la importancia de su trabajo.

De acuerdo con una reciente encuesta difundida por el diario Reforma, más del 80% de la población apoya el trabajo del organismo y apenas un 13% está a favor de su desaparición, planteamiento de la reforma electoral que impulsa López Obrador.

Quienes exclaman de viva voz o escriben en sus redes sociales “Yo defiendo al INE”, lo hacen con pleno conocimiento de:

1.- Que, gracias a su autonomía, el INE no recibe órdenes de ningún nivel de gobierno para alterar el resultado de una votación;

2.- Pero que, a la vez, está sujeto al escrutinio de las autoridades judiciales y electorales, cuyas sentencias acata;

3.- Que se trata de una autoridad que fiscaliza el correcto uso del dinero entregado a los partidos políticos, para evitar gastos indebidos, recursos de procedencia irregular o desvíos -en cualquier caso, tal facultad se debe fortalecer, no acotar-;

4.- Que sus integrantes son especialistas en materia electoral, y se mantienen a la vanguardia mundial;

5.- Que es un organismo reconocido internacionalmente, ya que su sistema hace prácticamente imposible que se alteren los resultados de las votaciones;

6.- Que, gracias a un amplio andamiaje jurídico, puede conocer y pronunciarse respecto a numerosas irregularidades, tomando decisiones en beneficio de la democracia;

7.- Que sus fallos van sentando importantes precedentes para una democracia cada vez más madura e incluyente, vindicando con acciones afirmativas a aquellas poblaciones históricamente vulneradas;

8.- Que su existencia ha sido clave para acotar el poder y el exceso de los actores políticos en la arena electoral, freno esencial para garantizar mejores gobiernos;

9.- Que mantiene comunicación afable, institucional y constante con todos los partidos políticos, conservando su imparcialidad;

10.- Que ha organizado exitosamente cientos de procesos electorales, permitiendo la constante alternancia política;

11.- Que su imparcialidad, autonomía y solidez representan el mayor obstáculo para la consolidación de un gobierno autoritario (o dictatorial) en nuestro país: el regreso a los tiempos del PRI monolítico, pero bajo el signo de Morena;

La derrota de AMLO ante Felipe Calderón en el 2006 generó en el actual presidente una inquina perenne contra el organismo electoral (entonces IFE), al que acusa de orquestar fraudes de manera continua (con excepción de la elección que él ganó, naturalmente), rencor que es el motor de la reforma electoral que hoy impulsa.

El presidente busca regresar a los tiempos en que la Secretaría de Gobernación controlaba de manera absoluta, mediante la Comisión Federal Electoral, los procesos electorales.

Quiere tener en el puño al organismo encargado de las elecciones, pues es la única manera de asegurar al cien por ciento el triunfo de su partido en el 2024. AMLO sabe que, a pesar de los miles de millones de pesos gastados en apoyos sociales, en su contra juega la casi total ausencia de logros en su administración.

Sabe también que, aunque tiene el control sobre una base dura de votantes (alrededor de 15 millones, los mismos que votaron en la revocación de mandato), ésta no le alcanzaría para vencer, en el caso de que la oposición lograra construir una candidatura sólida, algo por demás deseable.

Así, aún cuando AMLO y Morena dominan de momento la escena política, saben que todo puede cambiar y por ello, van por la destrucción del INE.

Defender al árbitro, que no a sus funcionarios temporales, es proteger el reducto más firme de nuestro sistema democrático. Es posible hacerlo mediante la manifestación pública, la conversación en redes sociales y el viejo y conocido boca a boca.

Su defensa se sintetiza muy bien en la expresión “El INE no se toca”, pero quedarse ahí es reduccionista.

Por ello, invito al lector a compartir estas once razones para defender al INE y agregar muchas más. Motivos sobran.

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