Varios presidentes han tenido la tentación de reelegirse. Algunos buscaron hacerlo moviendo sus piezas y a sus testaferros para sondear el terreno, pero al final a nadie se le hizo.
Echeverría y Salinas de Gortari sondearon el asunto, pero no existían las mínimas condiciones para hacerlo, sobre todo, por la forma en que terminaron sus sexenios. Los dos finalizaron en medio del caos, la crítica colectiva y el desprecio ciudadano.
Éstas y otras intentonas han enfrentado un espíritu y convicción histórica colectiva que les ha cerrado los caminos.
Existe la idea de que López Obrador quisiera reelegirse. No encontramos elementos de su parte ni vemos que existan condiciones para ello. Si bien hoy se viven condiciones hasta cierto punto inéditas que eventualmente pudieran cambiar los escenarios, la sociedad mexicana es hoy más activa al tiempo que se han creado condiciones de índole democrático y legal para impedirlo.
Lo que puede cambiar los escenarios es que existe un ánimo de confrontación que radicaliza posiciones y más cuando se trata de filias y fobias en torno al Presidente. Quizá a quien haya que cuidarle las manos es a los furibundos seguidores del mandatario, entre los cuales está más de algún legislador.
Los problemas más serios se ven en las acciones de gobierno. Insistimos que habrá quien no deje de pensar en la reelección o en colocar las cosas a modo, como sucede en BC, la clave está y estará en las convicciones del Presidente.
El punto más sensible por ahora lo vemos en la toma de decisiones del Ejecutivo, nos referimos a la gobernabilidad, a veces pareciera que vivimos bajo el “voy derecho y no me quito”. La inquietud pasa por la imposición de decisiones y por la intimidación.
La revocación de mandato aprobada el martes puede resultar de importancia para atajar la infinidad de especulaciones. Había un vacío legal que permitía todo tipo de interpretaciones, la revocación llena un espacio a pesar de que se puede convertir en un arma de dos filos.
Estamos atenidos a la voluntad tanto de la Presidencia como de su mayoría en el Congreso y un resultado positivo en un proceso de revocación puede llevar a que coloquen en la mesa de nuevo la tentación. Puede haber un sinfín de candados, el problema estará invariablemente en las convicciones, en el espíritu democrático y en el histórico concepto de no reelección.
La relativa mayoría, no sólo fue a través de Morena y sus aliados, aprobó la disposición. Algunos legisladores destacaron el reconocimiento del vacío en la materia, pero también en asumir que esto debiera cerrar la tentación de la reelección. Habrá que reconocer que la tentación siempre está latente, el tiempo dirá si cumplen con su palabra.
Otro de los asuntos que han provocado un rudo debate es la Ley Fiscal Penal. La mayoría morenista echó a andar su maquinaria asegurando que escuchó a todos. La cuestión no está sólo en escuchar, sino en atender lo que se planteó a morenistas y a la Presidencia.
El problema es de mayor envergadura y no tiene que ver necesariamente con que quienes se oponen a la ley estén a favor de los factureros. Los empresarios expresaron que en algunos casos no se debe penalizar la evasión fiscal sin que esto signifique que no se deba atacar.
Es un proceso que requiere de información, una cultura ciudadana, facilidades para desarrollar los trámites y ayudar a los pequeños contribuyentes que viven entre la desinformación y la tramititis.
Seguirá muy movido el Congreso. Se están abordando asuntos como en pocas ocasiones se ha hecho. La clave está en informar y escuchar y, sobre todo, en no caer en el síndrome de “a sus órdenes jefe”.
RESQUICIOS.
Quizá ahora sí se estén cerrando las páginas más confusas y autoritarias del sindicato de Pemex. Romero Deschamps dejó la dirigencia a sabiendas de que van tras él. La decisión no le garantiza su futuro ni el de los suyos.
Este artículo fue publicado en La Razón el 17 de octubre de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.