lunes 08 julio 2024

Ricardo Sevilla es un vividor de la infamia

por Marco Levario Turcott

Ricardo Sevilla:

Esta carta no la escribo porque esté enamorado de ti, como dices cuando aludo a alguna inquina tuya que es asidua en tu labor como promotor del gobierno actual. Nadie me paga tampoco por hacerlo, como dices que ocurre con las opiniones que exhiben tu fragilidad intelectual y moral, porque eres muy dado a pretender arrastrar al otro hacia el fango en el que vives.

No eres mi tipo, y no me refiero a tu apariencia física, a la que también eres muy dado a aludir como forma para descalificar al otro (lo que también retrata tu pequeñez). Me refiero a que alguien como tú sólo merece mi desprecio porque eres un vividor de la calumnia.

Escribo esto porque eres el ejemplo más elocuente de la sevicia y el abandono del razonamiento y los escrúpulos en los que se basa la propaganda oficial: eres uno de los parásitos más abyectos de su maquinaria y crees que puedes vivir difamando al otro con total impunidad.

No somos iguales. Tú defiendes un gobierno autoritario y fracasado en prácticamente todos los órdenes de las políticas públicas. Yo lo critico, como lo he hecho con cualquier gobierno aunque, en efecto, soy más enfático con el actual porque me parece el sexenio más dramático que ha vivido nuestro país. Tú lo defiendes, como defiendes la mentira y la ignorancia de Tatiana Clouthier y como defiendes el plagio y la trampa que representa la ministra Yasmín Esquivel, una tuerca del engranaje populista incrustada en la SCJN. Cuando yo criticaba a Ernesto Zedillo tú trabajabas en el IMSS, yo jamás he trabajado en ninguna dependencia del gobierno.

Etcétera, la revista que dirijo desde 2001 recibió publicidad como lo han hecho centenas de medios. Sólo en el actual no hemos recibido un quinto porque yo, iniciando el sexenio, dije que no lo pretendería. Y hay más diferencias. Cuando entraste a trabajar al IMSS ostentaste que trabajabas en Clío y luego difamaste a la empresa que te dio sustento porque ni ésta ni Enrique Krauze participaron en confabulación alguna contra la candidatura de AMLO. Para difundir esas patrañas, Carmen Aristegui te ofreció más de una hora, por cierto, y meses después la convertiste en blanco de tus imprecaciones también (es la crianza de los cuervos otra lección para la periodista). Yo, en cambio, no he trabajado para Krauze ni he publicado en Letras Libres (lo que, por cierto, me honraría, es la mejor revista de México). Para decirlo en los términos que a veces usas para hacerte el duro: en cualquier caso yo no cago donde como. Tú sí. De hecho la mierda es en la que te revuelcas para poder comer.

Krauze y yo hemos tenido diferencias, es natural, sólo un enano puede creer que éstas no existan dentro del pensamiento razonado. Lo mismo las he tenido con las principales televisoras (nadie en este país tiene tanta obra publicada para cuestionarlas como yo) y, claro, también he criticado a la UNAM, entre otras razones por vacilar tanto para sancionar a la ministra Esquivel a la que tú defiendes. Pero lo tuyo no es la crítica sino la agresión. Un ejemplo, donde muchos vemos a un Miguel Hidaldo y Costilla de carne y hueso que incurrió en crímenes que hoy podrían considerarse de lesa humanidad tú ves a un ser perfecto como López Obrador. Y peor aún, tildas a quienes cuestionamos la historia oficial de los motes que acostumbra la propaganda de la 4T. Lo único que te faltaría por decir es que somos parte de una conjura de Ignacio Allende.

Por eso estás en el segundo volumen de los Farsantes de la 4T, porque frente a escorias como tú vale la pena siempre apelar a la memoria. Ah, porque Orquídea Fong, la autora de tu semblanza (a quien, pero por supuesto, también has insultado), te pone frente a un espejo para que al final nos preguntemos cómo es que puedes vivir así.

Atentamente
Arouet

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