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Los días 15, 16 y 17 de marzo, Rusia va a las urnas en un ejercicio prácticamente plebiscitario donde se prevé la reelección del presidente Vladímir Putin para un quinto mandato. Si bien Occidente mira a los comicios rusos con ceños fruncidos por considerar que no son genuinamente democráticos, no se puede dejar de lado que Ucrania debió haber efectuado tanto comicios legislativos en octubre pasado y presidenciales el 31 de marzo del presente y que el mandatario ucraniano Volodymir Zelensky ha señalado que no han existido condiciones para celebrar ni unos ni otros, algo que no es del agrado ni de una parte de la población ucraniana como tampoco de diversos sectores occidentales, si bien el apoyo del llamado “mundo libre” a Kiev se mantiene, en principio, en paralelo con las sanciones y fuertes críticas contra Moscú por el conflicto armado que desarrolla contra los ucranianos.

La Federación Rusa es el país más grande del mundo con una extensión de 17 048 296 millones de kilómetros cuadrados y una población de 147 182 123 millones de habitantes, lo que significa que en un territorio ocho veces y media mayor a la República Mexicana alberga a una población cercana a la mexicana. Es la sexta economía mundial con algo más de 5 billones (trillions) de dólares y un ingreso per cápita de 35 310 dólares. Posee enormes reservas de hidrocarburos y minerales estratégicos, además de contar con un notable poder militar tanto convencional como nuclear.

Rusia tiene fronteras con 14 países, a saber: Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia, Bielorrusia, Lituania, Polonia, Ucrania, Georgia, Azerbaiyán, Kazajistán, República Popular China (RP China), Mongolia y Corea del Norte. Asimismo, tiene fronteras marítimas con Estados Unidos -en Alaska-, Japón, país al que arrebató las islas del norte o Kuriles, a la fecha motivo de litigio y que han impedido la firma del tratado de paz desde el fin de la segunda guerra mundial, además de Suecia que, mediante la isla de Gotland, en el Mar Báltico mantiene fronteras con el enclave de Kaliningrado. 

Rusia es la heredera de una tradición imperial autoritaria con una sociedad civil débil. En este sentido, buena parte de los rusos apoyan un régimen fuerte que pueda hacer frente a los desafíos que enfrenta el país. Desde los gobiernos zaristas, pasando por el estalinismo y regímenes sucesores como el de Kruschov y, sobre todo, el de Brezhnev, el país ha vivido pocos años de democracia a la usanza occidental y, por ejemplo, cuando Mijaíl Gorbachov, el último líder soviético, desarrolló una reforma política, la glasnost, ésta encontró una fuerte oposición, la que llevo incluso a un golpe de Estado contra el propio Gorbachov en agosto de 1991, perpetrado por opositores al cambio y a perder privilegios que poseían en el régimen. A finales de ese año y no obstante la reinstalación de Gorbachov en la jefatura del gobierno, la Unión Soviética fue desmantelada y de sus cenizas emergieron 15 países, varios de ellos con regímenes políticos autoritarios donde la sociedad civil también es endeble.

La Constitución de la Federación Rusa de 1993 establece que el país es un Estado federal integrado por una serie de sujetos o entidades constitutivas que reciben una amplia variedad de denominaciones como, por ejemplo, repúblicas, oblast, krais, oblast autónomos, distritos autónomos, ciudades federales, región en general, distrito en general, etcétera. Rusia se integra entonces por 83 sujetos de la Federación, siendo dos de ellos las ciudades de Moscú y San Petersburgo, centros industriales de la nación. Estos 83 sujetos de la Federación se agrupan en 8 distritos federales. A los 83 sujetos de la Federación hay que sumar, a partir de 2014 a Crimea y Sebastopol como los sujetos 84 y 85.

Rusia, según la Constitución, tiene un sistema político semi presidencialista donde el mandatrio es elegido por sufragio universal con un mandato que tendría una duración de seis años con la posibilidad de reelección para un solo mandado consecutivo. El actual presidente ruso Vladímir Putin llegó a la presidencia en 2012 en sucesión de Dmitri Medvedev (2008-2012), tras haber ejercido previamente dos mandatos entre el 2000 y el 2008. La Constitución de 1993 fue enmendado en el año 2020 en un rápido proceso que comenzó el 15 de enero y concluyó con un plebiscito el 1 de julio de ese año. La consulta popular plebiscitaria básicamente fue para avalar los cambios propuestos a la carta magna. El plebiscito se llevó a cabo en plena pandemia y el resultado fue de un 78 por ciento a favor de la nueva Constitución. En ella, el Presidente tiene la autoridad para nombrar a los titulares de los servicios de seguridad, al responsable del Ministerio de Relaciones Exteriores, y también tiene ascendencia en el poder judicial, pudiendo despedir ministros y jueces. El Consejo de Estado, en la reforma constitucional, tiene a su cargo formular políticas públicas. Dicho Consejo es encabezado por el Presidente y lo integran los gobernadores de las entidades constitutivas de la federación, más altos funcionarios, jefes de los partidos políticos y de los órganos legislativos.

La nueva Constitución también establece que quien se postule para la presidencia debe haber residido en el país al menos 25 años -anteriormente el requisito era de 10 años. No pueden ser candidatos quienes alguna vez hayan tenido la ciudadanía extranjera, esto para evitar que los opositores al régimen, quienes al menos en un porcentaje importante han residido en el exterior, puedan ser candidatos. Otras ordenanzas interesantes son la prohibición de que los funcionarios públicos tengan cuentas bancarias en el exterior, además de que está penado dar apoyo a compatriotas en el extranjero. Un giro importante de la administración de Putin respecto a los gobiernos socialistas es la cercanía que tiene con la religión al exaltar la fe en Dios, caracterizando además a los rusos como la columna vertebral del Estado, ignorando así a las minorías, algo que resulta preocupante si se piensa que Rusia es un país con muchas etnias.

Con las reformas constitucionales se considera que Putin está preparando el terreno para mantener el poder posiblemente como mandatario o mediante otras figuras que le permitan controlar los hilos del país. Por otro lado, dichas reformas lo facultan para mantenerse en el poder al menos hasta 2036.

Fuente: Statista.

Las elecciones legislativas de 2021 se celebraron ya bajo la nueva Constitución y, en ellas, Rusia Unida, el partido dominante en el país, ganó 324 escaños o bien el 50. 88 por ciento de los votos emitidos para la Duma Estatal -se requerían 226 escaños para lograr la mayoría respecto a los 450 escaños en disputa. Las elecciones se desarrollaron a lo largo de tres días, entre el 17 y el 19 de septiembre y se documentaron diversas irregularidades en su desarrollo. El modelo de los tres días obedeció a la pandemia, en un intento por evitar aglomeraciones y contagios. Con todo, actualmente, en 2024, las elecciones presidenciales también se llevan a cabo a lo largo de tres días, no obstante que la crisis epidemiológica se encuentra ya controlada. En este sentido se teme que se produzcan situaciones fraudulentas.

La popularidad de Vladímir Putin

La transición en Rusia de un sistema de planificación central a una economía de mercado estuvo acompañada de una debacle económica, la cual se tradujo en el declive de la calidad de vida de la población. En el frente internacional, las penurias de Rusia, ahora heredera de las responsabilidades internacionales de la Unión Soviética, llevaron a que Occidente le profiriera un trato discriminatorio. El gobierno de Boris Yeltsin aceptaba los términos de negociación de los occidentales quienes no repararon en apoyar el ingreso de las naciones europeas orientales que alguna vez formaron parte o de la URSS o del Pacto de Varsovia, a la Europa comunitaria o bien a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Adicionalmente, la guerra en Chechenia amenazaba con iniciar un colapso en la Federación Rusa, que se temía, siguiera el mismo camino que el de la URSS. 

Si bien Boris Yeltsin había salido en defensa de la democracia en 1991, unos meses antes del colapso soviético, su gobierno a lo largo de la última década del siglo pasado se caracterizó por la crisis económica, el declive de la calidad de vida de la población, el separatismo de territorios como el checheno y la humillación del país por parte de EEUU, Europa Occidental y la OTAN. En este sentido, la llegada de Vladímir Putin al poder se puede interpretar como una necesidad de los intereses económicos y castrenses rusos de frenar la debacle y recuperar algo de lo mucho que se había perdido, evocando el orgullo nacional ruso.

Vladímir Putin llegó a la presidencia de Rusia en 2000 y fue reelecto en 2004. A continuación, para cumplir con lo dispuesto en la Constitución, cedió el cargo a Dmitri Medvedev, fungiendo como Primer Ministro en el periodo 2008 hasta 2012. Desde el arribo de Putin a la alta política rusa, el país vivió una mejora sustancial en la economía, en particular en sus primeras administraciones. Con Putin, las guerras de Chechenia llegaron a su fin. A nivel internacional, Rusia endureció posturas y condicionó la adopción de acuerdos en materia de desarme de armas nucleares a que los términos aplicados al arsenal ruso fueran modificados. Ello condujo a un estancamiento en las negociaciones y a acusaciones de parte de Occidente de que Rusia estaba violando los compromisos establecidos. En su política exterior respecto a países vecinos, Rusia se tornó más asertiva y en 2006 aplicó represalias contra Estonia por retirar la estatua del soldado desconocido en Tallin y por pretender la expulsión del país de rusos éticos que no hablaran estoniano. Mediante ciberataques, Rusia dejó a Estonia incomunicada, enviando el mensaje de que intentos semejantes por otros países vecinos serían respondidos de manera parecida. Georgia, con quien Rusia mantenía la disputa emanada del reconocimiento a Abjasia y Osetia del Sur como Estados soberanos, recibió doble castigo: fue atacada por tropas rusas y mediante acciones ciberbélicas quedó incomunicada en 2008, en el contexto de la inauguración de los Juegos Olímpicos de verano de Beijing (donde se encontraba Putin, encabezando a la delegación rusa).

Las acciones del régimen de Putin no pararon ahí. En 2014, tras la clausura de los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi en febrero, se organizó un referéndum en Crimea como antecedente para su anexión por parte de Rusia -también en esa oportunidad fue incorporada la base naval de Sebastopol. Asimismo Moscú extendió su presencia al Donbass, en un movimiento táctico que evidenciaba que el líder ruso deseaba afianzar su dominio en la que considera esfera de influencia natural por razones históricas y culturales. De manera más reciente, el 22 de febrero de 2022, Rusia inició la llamada operación militar especial en Ucrania, conflicto bélico que pervive al día de hoy, ya en su tercer año y que enmarca los actuales comicios presidenciales.

En este sentido, cabe preguntar a qué obedece la permanencia de Putin en el poder y su popularidad. Medios de información y expertos occidentales lo atribuyen a los siguientes hechos, a saber:

  • Putin, como lo explicó en largas entrevistas con el cineasta estadunidense Oliver Stone desarrolladas entre 2015 y 2017, procede de una familia humilde la que compartía un departamento con otras familias en su natal San Petersburgo -antiguo Leningrado. Putin se graduó en derecho en la Universidad Estatal de San Petersburgo y posteriormente se incorporó a los servicios de inteligencia soviéticos. Entre las misiones que se le encomendaron, destaca su residencia en Alemania Oriental -de ahí su dominio del idioma- antes del colapso soviético. En este sentido, Putin conoció y vivió las penurias de la era soviética y entendió el funcionamiento del sistema político al que después incursionaría.
  • Como se explicaba, Boris Yeltsin, tras la disolución de la URSS, gobernó a Rusia a lo largo de la década de los 90, siendo testigo de la debacle del país en todos los ámbitos. Hacia el 31 de diciembre de 1999 Putin asumió como mandatario interino con el apoyo de los oligarcas que se habían beneficiado de las reformas realizadas por Gorbachov y los reformistas que habían respaldado a Yeltsin. Ambos pensaban que Putin sería una figura transitoria, dada su juventud (tenía 47 años en ese momento) y presumible inexperiencia política.
  • En marzo de 2000 Putin fue ratificado como presidente y a continuación tomó el control de los medios de comunicación del país. Al magnate de medios Vladimir Gusinsky, dueño del canal independiente NTV que tenía 100 millones de televidentes y que poseía una cobertura del 70 por ciento del territorio ruso, lo persiguió y tras un breve encierro lo puso en libertad. Gusinsky se exilió en España y los intentos de Rusia por extraditarlo han sido infructuosos. Gusinsky tiene la misma edad (71 años) que Putin. Otros medios también fueron desmantelados y reemplazados por Sputnik News, RT, etcétera, lo que permitió al Presidente generar una narrativa favorable a sus intereses, señalando a los enemigos de Rusia, propiciando una percepción favorable en la población hacia su gestión, reduciendo las malas noticias sobre Chechenia, etcétera.
  • Putin, además de Gusinsky, cargó las baterías contra otros oligarcas como Boris Beresovsky y Mijaíl Khodorkovsky. El primero salió del país y se exilió en el Reino Unido, donde años después fue encontrado muerto en circunstancias no aclaradas. Khodorkovsky, por su parte, se exilió en Suiza en 2003. Estos personajes habían respaldado a Boris Yeltsin a cambio de prerrogativas que Putin consideró inadmisibles para su proyecto.
  • La alianza de Putin con la iglesia ortodoxa y otras religiones fue una estrategia encaminada a fortalecer la unidad nacional. El papel moneda emitido en la era de Putin muestra iglesias, santos y diversos símbolos religiosos que revelan la importancia que da el mandatario ruso a la fe y al fortalecimiento de la identidad de la población del inmenso país.
  • La imagen pública del presidente que difunden los medios es la de un líder que protege a su pueblo, pero que también goza de buena salud. A diferencia de su antecesor Boris Yeltsin, Putin rara vez se muestra en público consumiendo alcohol y, en cambio, se le promociona realizando actividades deportivas, desde la pesca, el buceo o el yudo, además de ampararse en la “diplomacia del reino animal” para suavizar su dureza a los ojos de las audiencias. También, con frecuencia se le ve en compañía de diversos animales como perros, gatos, delfines, pollitos, koalas, tigres de bengala, etcétera.
  • Putin cuida las formas democráticas pero siempre trabajando para marcar límites a líderes políticos respecto a lo que pueden o no hacer. Los opositores al régimen son duramente castigados y, el caso del recientemente fallecido Alexei Navalny, previamente envenenado con el agente nervioso novichok es harto conocido. Navalny había sido trasladado en 2020 a Alemania para recibir tratamiento y cuando volvió a Rusia fue encarcelado. En diciembre de 2023 fue trasladado a una prisión en el Ártico donde fue encontrado muerto el pasado 16 de febrero. Otro caso que no se puede dejar de lado es el de Yegvgeny Prigozhin, líder del Grupo Wagner, organización paramilitar usada por Rusia para promover sus intereses en la guerra civil en Siria, en diversos países africanos y en los enfrentamientos contra Ucrania. El 23 de junio de 2023, Prigozhin lideró una rebelión para protestar, según él, por los errores en que había incurrido el Ministro de Defensa ruso Sergei Shogu en la guerra contra Ucrania. Prigozhin y sus huestes paramilitares decidieron realizar una avanzada desde Rostov-on-Don rumbo a Moscú, pero el 24 de junio Prigozhin desistió debido a la mediación del Presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko. El 23 de agosto, Prigozhin junto con otros nueve militantes del Grupo Wagner murieron cuando el avión en que viajaban de Moscú a San Petersburgo se estrelló. Se especula que el avión fue derribado deliberadamente por un misil. Ambos casos muestran que el Presidente de Rusia castiga lo que considera insubordinaciones o cuestionamientos a su autoridad.
  • No menos importante es que Rusia ha participado en diversos conflictos armados a lo largo de la presidencia de Putin, incluyendo la segunda guerra en Chechenia, la guerra contra Georgia al invadir Osetia del Sur, la guerra de 2014 contra Ucrania, la guerra civil en Siria, los conflictos en África central y la más reciente incursión militar en Ucrania. A pesar de que muchos en Occidente consideran que las guerras no son el mecanismo para la continuación de la política por otros medios, Rusia está acostumbrada al desarrollo de operaciones militares que combina, ciertamente, con acciones ciberbélicas y guerras híbridas, donde la información y la desinformación resultan vitales.

En el contexto de los actuales comicios presidenciales, Vladímir Putin tiene una popularidad del 86 por ciento (cifras de febrero de 2024), según documenta el Levada Center. En sus 24 años en el poder, la popularidad del mandatario ha sido alta y si bien ha tenido altibajos, el índice más bajo fue reportado en abril de 2020, correspondiente a una aprobación del 59 por ciento, ello debido a las medidas de confinamiento y restricciones a las actividades cotidianas de cara a la pandemia del SARS-CoV2.

¿Qué está en juego en las elecciones presidenciales de 2024?

En Rusia, los temas de política exterior no mueven a la opinión pública como sí es el caso con asuntos internos y cotidianos. Baste mencionar que los dos momentos donde se ha registrado una caída pronunciada de la popularidad de Putin han sido con motivo de la normatividad en materia de pensiones en 2018 y, más adelante, con el confinamiento que propició la pandemia del SARS-CoV2, como se explicaba en el párrafo anterior.

Con el desarrollo de la Copa del Mundo del 14 de junio al 15 de julio de 2018, parecía que el Presidente ruso apostaba por reducir las protestas de la sociedad ante la reforma de las pensiones, las que generaron manifestaciones en todo el país, dado que el plan consistió en aumentar la edad de las jubilaciones a 60 años para las mujeres y a 65 años para los hombres a partir de 2019. La esperanza de vida actualmente en el país es de 69 años (cifras de 2021), en gran medida a consecuencia de la pandemia del SARS-CoV2 (previamente, en 2019 fue de 73 años), siendo de 75 años para las mujeres (78 años en 2019), y de 64 años para los hombres (68 años en 2019). El argumento de quienes impugnaban la reforma era que no alcanzarían a vivir lo suficiente antes de poder jubilarse, en especial los hombres. El presidente Putin defendió la reforma sobre la base de que no hacerla, pondría en aprietos a las finanzas públicas y que era ya un tema impostergable. En consecuencia, cuando la reforma entró en vigor, la popularidad del presidente bajó a 64 por ciento en enero de 2019. 

Rusia: pirámide demográfica en 2023

Fuente: Banco Mundial.

Como se puede observar en el gráfico anexo, Putin no ha tenido una desaprobación que supere el 40 por ciento y, por otro lado, su popularidad tiende a incrementarse cada vez que el país se ve inmerso en alguna contienda bélica como lo corroboran las cifras de 2008 (correspondientes al conflicto con Georgia en agosto); las de 2014 (con la anexión de Crimea); las de 2015 (con la guerra civil en Siria) y las de 2022 (con la operación militar especial en Ucrania).

Fuente: Statista, con información de Levada Center.

¿Cuáles son entonces los temas más relevantes en los actuales comicios presidenciales? Como se explicaba en el inicio del presente análisis, se trata de un plebiscito sobre la gestión del presidente, quien se ha asegurado, como lo hizo ante los comicios legislativos de 2021, de entregar apoyos económicos a las familias y subsidiar la economía para asegurar la victoria en aquel momento, de cara a los impactos de la pandemia del SARS-CoV2. 

En las elecciones actuales hay 115 millones de electores rusos en el país, más 1. 9 nuevo millones que han podido hacerlo a la distancia por internet. Debido a las más recientes victorias militares de Rusia contra posiciones ucranianas, el ánimo popular pareciera orientarse a ratificar la confrontación contra Ucrania, tema que rompe un poco con el tono de los tópicos que normalmente dominan la agenda electoral. Debido a la resiliencia de la economía ante las sanciones occidentales, al reposicionamiento del comercio exterior del país, ahora mayoritariamente con la República Popular China (RP China) e India y nuevos inversionistas como Arabia Saudita, más las alianzas forjadas en el seno de los países BRICS -incluyendo a los nuevos agremiados como Irán y Egipto- las afectaciones a la población rusa, fuera de aquella polémica en los primeros meses del conflicto con Ucrania donde el Presidente dio a conocer el reclutamiento forzado para ir a la guerra, no se han hecho sentir, amén de que la economía de guerra ha inyectado, al menos coyunturalmente, nuevos recursos a las arcas rusas. En este sentido, las inconformidades que existen en torno al líder ruso, dentro del país, han podido ser suprimidas no sólo por la vía del autoritarismo, sino porque pareciera que buena parte de la aprobación está de acuerdo con el estado de cosas. Ello, sumado al apoyo de oligarcas y de las fuerzas armadas, garantiza la estabilidad del régimen y su permanencia.

En la actual contienda electoral Putin figura como candidato “independiente” frente al candidato del Partido Comunista, Nikolai Kharitonov; el líder del Partido Liberal Democrático, Leonid Slutsky; y el líder del Nuevo partido del Pueblo, Vladislav Davonkov. Es de destacar que todos los líderes mencionados apoyan la guerra en Ucrania, lo que revela un consenso entre las fuerzas políticas del país, aun con la marginalidad que les caracteriza frente a Putin. Así, es fácil determinar el resultado de este ejercicio plebiscitario, si bien resta por saber si el esfuerzo bélico frente a Ucrania es sostenible en el mediano plazo y si ello no hará mella en el liderazgo ruso. Mientras eso se define, será importante revisar el desarrollo de otros comicios que Rusia seguramente seguirá con interés, como los del Parlamento Europeo en junio próximo y, ciertamente, los de la presidencia de Estados Unidos el próximo 5 de noviembre.

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