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viernes 08 noviembre 2024

Rusia y China

por Pedro Arturo Aguirre

Todo fue sonrisas y buen ambiente en la cumbre de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (o la Nueva Ruta de la Seda) celebrada hace unos días en Pekín, donde los dos participantes principales, el anfitrión Xi Jinping y su amigo Vladimir Putin, estaban particularmente contentos porque el conflicto en Gaza les viene “como anillo al dedo” en su disputa global contra Occidente.

Porque los asiduos bombardeos por parte de la aviación de Israel y la amenaza de incursión terrestre están teniendo un fuerte impacto en los países del llamado “Sur global”, especialmente en las capitales árabes y musulmanas. Enternece ver y oír a esta pareja de autócratas.

Putin se dirige a Xi como su “querido viejo amigo”, quien a su vez ha llamado al ruso su “mejor amigo”. Y eso porque las relaciones entre ambas potencias son cada vez más estrechas. Por ejemplo, según datos publicados por la revista alemana Der Spiegel, el año pasado el comercio sino-ruso alcanzó el nivel récord de 190 mil millones de dólares, un aumento del 30 por ciento en comparación con el año anterior a la guerra y en 2023 esa cifra será significativamente mayor. Los productos y la tecnología china sustituyen cada vez más a los de origen occidental en Rusia mientras una cantidad creciente de materias primas fluye en la dirección opuesta. 

“Rusia suministró 2.5 millones de barriles de petróleo diarios a China… y aunque China consumió un 1.2 por ciento menos de gas en 2022 que en 2021, las importaciones de gas ruso aumentaron un 54 por ciento”, informa Spiegel. Eso sí, Moscú se ve obligada a vender con grandes descuentos. La sino-rusa es una relación desigual donde el equilibrio de poder se inclina a favor de Pekín y ello puede verse, por ejemplo, en las rebajas de precios hechos por Rusia, las cuales llegan a alcanzar hasta un 45 por ciento de rebaja. Para muchos geopolíticos estas asimetrías tarde o temprano estropearán la pretendida coalición de autocracias. Ya ha sucedido sucedido en el pasado.

China is holding off for now – but Xi could send weapons for Russia's war amid crumbling ties with West

Los dos gigantes comparten una larga historia de encuentros y desencuentros repleta de pactos, traiciones, guerras y tratados. Hace unos meses se publicó en el Reino Unidos un extraordinario libro escrito por el historiador Philip Snow: China and Russia: Four Centuries of Conflict and Concord. Nos dice el autor: “Rusia presume orgullosa de haber sido la tumba de todos los imperios europeos invasores de su territorio, pero no fue lo mismo respecto a los conquistadores orientales… El primer reino ruso desapareció en el siglo XIII cuando sus grandes ciudades amuralladas cayeron una tras otra en manos del Imperio mongol. Siglos después, en el XVII, la dinastía Qing frenó en seco la expansión rusa en Siberia. El Tratado de Nerchinsk de 1689 fijaría la frontera entre los dos países…y a partir de ese momento las afrentas serían rusas”. 

En efecto, en el siglo XIX los Romanov se sumaron a las potencias colonialistas que obligaron a los chinos a firmar los llamados “tratados desiguales”. China se vio obligada a ceder 1.4 millones de kilómetros cuadrados a lo rusos. Las cosas mejoraron un tanto tras la revolución comunista de 1949, tras la cual la Unión Soviética envió asesores políticos y técnicos para guiar a su “hermano menor”, pero siempre bajo leoninas y, a veces, humillantes condiciones.

Tras la muerte de Stalin sobrevendría una agria pugna ideológica. Mao acusaba a Jruschov de “revisionismo” y de intentar abandonar las tesis marxistas de irreconciliable confrontación con el capitalismo y el líder ruso tachaba a Mao de neoestalinista y de desplegar “planes económicos descabellados”. Ambos dictadores intercambiaron epítetos como “Hitler asiático”, “viejo zapato inútil”, “desviado” (ideológico) y “revisionista”. Cuando Jruschov dio un paso atrás en la crisis de los misiles de Cuba, Mao lo acusó de “cobardía” frente a Estados Unidos, y cuando China fue a la guerra contra la India ese mismo año la URSS vendió a su enemigo aviones de combate soviéticos de última generación.

Rusia y China: un matrimonio sin amor | Política Exterior

La pugna China URSS, revestida de verborrea ideológica, amenazó con hacer estallar una guerra nuclear con los graves enfrentamientos fronterizos de1969. Únicamente la muerte de Mao permitió que China y la URSS volvieran al camino de la reconciliación. El principal objetivo del gobierno de Deng Xiaoping era el progreso económico, por eso su política exterior optó por un decidido pragmatismo.  El 1989 Gorbachov visitó Pekín, (poco antes de los cruentos acontecimientos de la plaza de Tienanmen) para anunciar junto a Deng Xiaoping la normalización de relaciones entre ambos países. Una vez desaparecida la URSS Pekín tuvo sus tensiones con Borís Yeltsin, pero en 2005 acordó con él el cierre definitivo de todas las cuestiones fronterizas pendientes y firmó también un tratado por el que los dos países se comprometían amablemente a no ser el primero en atacar al otro con armas nucleares. 

Con Putin en el poder inició el bello idilio que dura hasta hoy. Cierto, las relaciones entre ambos países han ido de maravilla, pero con la novedad de que, por primera vez, China desempeñar e papel de hermano mayor. Pero como nos lo recuerda Snow, tenemos que distinguir entre relaciones a corto plazo y relaciones a largo plazo. “La relación actual es muy estable porque las dos potencias se sienten amenazadas por Occidente, tanto estratégicamente por la expansión de la OTAN en Europa y el AUKUS y el Quad en el Este, tanto políticamente por el desafío occidental a su creencia de que los gobernantes nacionales deben tener una autonomía de comportamiento sin trabas dentro de sus propias fronteras, como moralmente por el percibido fantasma de la decadencia del Oeste”.

El futuro a largo plazo parece más problemático. Con el PIB de China ahora diez veces mayor que el de Rusia y la disminución del interés chino en los productos industriales rusos es razonable preguntarse cuánto tiempo más Moscú se conformará en servir como un mero proveedor de materias primas de Xi Jinping. Además, y por encima de todo, Rusia y China son -en esencia- culturas profundamente diferentes y sus alianzas intermitentes han demostrado ser difíciles e incluso volátiles.

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