En el segundo más o menos desde que comenzaste a leer esta frase, tu cuerpo produjo un millón de glóbulos rojos. Ya están corriendo por tus venas, manteniéndote con vida.
Bill Bryson
Lo bueno es que el agua corta la sangre, pensé cuando una gota me siguió hasta la bañera. Fue la época de mi primer confinamiento, encerrada cerca de un mes debida a la hepatitis; mi prisión se volvió la biblioteca de mi padre, dormía en un sillón cama rodeada de libros, discos y una televisión. Un mes perfecto sin clases y en el paraíso. Una mañana mientras los demás cumplían con sus obligaciones, salí de la celda y me puse a brincar en los sillones de la sala. Alarmada, Elvira (empleada de la casa) me gritó ¡Cuidado que estás llena de sangre! Te bajó.
Mi madre siempre habló conmigo de sexo, así que el suceso era esperado; la sorpresa fue escucharla en el cuarto contiguo mientras me bañaba, llamar a todas sus hermanas y amigas para contarles: ¡A Regis le bajó! Las indiscreciones de mi madre han sido seña de familia, mis hijas las han padecido y es que uno replica sin recordar lo doloroso que era ser mostrada como espectáculo para el protagonismo matriarcal. Justo en una serie de televisión llamaron al arquetipo la madre urraca, dispuesta a robar todo aquello que brille de sus hijos para hacerlo su botín. La sangre vino como se fue, y salvo dos o tres cólicos, nunca fue impedimento de nada, y si alteró o no mis ánimos en su trayecto, no permití nunca que mis mareas sirvieran de coartada para ningún crimen.
Llegué hasta esta frase siguiendo el patrón de mi obsesión por la serie de Dexter, un lector profesional de sangre que lejos de adivinar el futuro, desentraña el suceso de violencia que desató la muerte. Dicen los expertos que la sangre tiene sus estados, líquida al salir y se solidifica al contacto con el aire, la coagulación es un indicador de tiempo, nos otorga el ¿Cuándo? del relato. Sus trazos son diversos ya que puede fluir, gotear, rociar, chorrear o simplemente rezumar dócil de su fuente epidérmica. Lo que condiciona tres formas de escritura: pasiva, de transferencia, proyectada o de impacto. La pasiva usa un alfabeto de gotas, flujos y pequeños charcos o piscinas como las llaman hiperbólicos los expertos. Las manchas de transferencia son mediaciones, su naturaleza es la estampa que dejan objetos que se entintan con ese líquido escarlata: huellas de pisada, de telas, golpes o incluso trayectorias de un cuerpo herido. Las manchas de impacto son proyecciones a través del aire, salpicaduras y chorros. La marca del “delito” de crecer era una gran mariposa en mi pijama. Me dio alas al llegar y me dio una libertad distinta al irse.
Pero no se puede pasar por alto la intervención de la sangre en la descendencia, así que sigo el rastro hasta llegar a Mariana, mi segunda hija. Su vida como lectora comenzó con el vampiro post moderno Edward de la saga de Crepúsculo. Para los enfermos de nostalgia, una dolencia tan radical como el racismo, los habitantes del cronotopo contemporáneo, son vilipendiados como chicos de cristal, Zetas como narcotraficantes, y mil motes más. No cabe duda de que una mirada frívola por el personaje del vampiro bueno que brilla, sería un simbología para menospreciar lo que no se comprende. Y no digo que sea fan de esas historias, sólo pienso que Mariana y su generación comenzaron leyendo de magia con Potter y de amor con Isabella en busca de esperanza y la realidad les ha resultado muy otra. Lo cierto es que ella y mis alumnos, me sorprenden de mil modos, más que señalarlos busco comprender y observar. Ella y yo compartimos el mismo vicio de la escritura, me gusta mucho leerla y aunque tenemos nuestras diferencias que seguramente nacen de nuestras semejanzas, me encanta contar con ella. La primera vez que lo hicimos fue justamente sobre la sangre y los mitos, analizando esas novelas que tanto disfrutó. Transcribo un poco de esa colaboración porque viene a cuento:
Entre los mitos más poderosos, están aquellos relacionados con la sangre, líquido precioso que representa la vida eterna y la sexualidad. Su arquetipo más popular es el del vampiro. Probablemente, en la evolución de este personaje escurra un poco, como hilito de sangre, el rastro de nuestros mayores deseos y más grandes temores.
No es extraño que en diversas culturas los ejércitos victoriosos bebieran la sangre de sus enemigos como símbolo de triunfo al final de una batalla. Asimismo, las implicaciones religiosas pueden identificarse desde el rito cristiano de la comunión donde simbólicamente bebemos la sangre de Cristo para unirnos con él, pasando por la épica búsqueda del Santo Grial que se suponía contenedor de la sangre divina.
Por cierto que Mariana introdujo en la familia la famosa y ecológica copa menstrual, un Grial que jamás usé porque llegó en mi era menopáusica. Pero hasta la fecha Andrea y Mariana resuelven así sus ciclos sanguinarios.
Cerca de la esfera de lo monstruoso podemos incluir el mito hebraico de Lilith, la primera pareja de Adán que, castigada por su rebeldía, se torna en un demonio femenino.
Cuenta Ramón Gener, en El amor te hará inmortal que el gran director Arturo Toscanini solía dirigir llevando a sus labios un pañuelo con la sangre menstrual de su amante al que llamaba “santo sudario”. Cada una uno con sus religiones.
Irene Vallejo en El infinito en un junco recuerda cómo Hipatía “batió” a un alumno enamorado que pidió su mano, cogió su kotex preindustrial y dijo: “Esto es lo que tú amas, joven, y no es bello”.
Hay otro personaje más que pertenece a la mitología Maya, es el rey del Castillo- Museo de mi otra Princesa, Andrea. No es sólo una cursilada que las llame así, ataviarse de ese modo era su juego favorito. Creo que he contado ya que Andrea iba al preescolar con un traje diferente cada día y no atendía a nadie, ni siquiera a la poderosa figura de la maestra, hasta que no le llamaban por el nombre de la personalidad en turno. Andrea siempre ha sido una artista, lo decidió desde muy niña, podía pasar horas frente a una película, escultura o cuadro. Vivía su propio mundo de Princesa, Barbies y encueradonas como llamaba ella a las modelos de las revistas Playboy de su papá, le gustaba tanto dibujarlas que decidimos que podía hacerlo sin restricción. Comenzó a pintar de forma sorprendente desde muy pequeña y se obstinó en ser pintora, jamás cambió de rumbo.
Pero volvamos al “vampiro maya” y a la princesa en su castillo. Andrea es hoy directora del museo Virreinal de Zinacantepec, un monasterio orientado por los astros como nos contó Gloria Angélica Álvarez, otra princesa anterior que descubrió y remodeló toda la historia del inmueble. Al parecer, el sitio tiene el hechizo de enamorar a los que atraviesan su atrio franciscano y descifran la lengua inscrita en su enorme bautisterio.
El Camazotz o dios murciélago, es un artífice del orden y la creación que según el Popol Vuh, bajó del cielo para decapitar a los mal logrados hombres de madera. Su cuerpo es de hombre con cabeza de murciélago. Dicen que representaciones suyas se pueden ver en varias regiones de Chiapas y en el museo de Copán, en Honduras. A mis hijas les corre un arroyo de sangre hondureña, así que el Camazotz bien podría estar en su escudo de armas.
Mi respeto por Andrea y Mariana crece con el tiempo. No es porque sean mis hijas, eso es sólo un accidente de sangre. Las dos, en esos tiempos de pandemia, provocaron que la sangre del cuerpo se revolucionara completa. Mariana me dio una lección cuando me dijo que se iría a vivir a España, dudé de ella y nos enfrentamos terrible, pero hoy me llama casi a diario desde Madrid o Santander mi princesa aventurera.
La historia de Andrea me ha costado cifrarla, pero hace todo el sentido del mundo. Su capacidad de amar siempre me ha sido inmensa. Un día la vi muy triste y en una rara intuición le dije ¿estás saliendo con una mujer? Con lágrimas respondió que sí. No quiero dar detalles de una historia que no me corresponde porque me convierto en madre urraca. Antes de escribir esto pedí su permiso y me fue concedido. Cuento la historia de mi duelo y el profundo amor que me inspira por lo mucho que me enseña.
Sufrí un desafío porque en mi espejismo, siempre pensé que sabía todo de mis hijas, descubrir que se dibujó sola, fue una forma de entender que hace mucho que no me pertenece, que su vida y la mía son un cruce de caminos, nos tocaron tiempos distintos. Su sexualidad como sus logros, son sólo de ella, así que cuando se pronunció bisexual me quedó claro que su nombre, sin querer fue apropiado.
Ella me enseñó a quitar cualquier vestigio de prejuicio en contra de esa rancia tendencia a cifrar la identidad en los genitales. No conozco a una mujer más decidida que ella, quien con tanto cuidado y desde sus trajes de princesa, delineó con precisión su identidad, poseedora de todos los tonos de su paleta.
Comprendemos muy pocas cosas y la sangre no es la excepción. Nos cuenta Bryson que fue hasta 1900 que Karl Landsteiner notó que había diferentes tipos de sangre que etiquetó como A, B y el número 0 que apodamos como la letra O; posteriormente se llegó a la conclusión de que existía un cuarto grupo, AB. Cuarenta años después se descubrió el factor Rh, abreviatura de “rhesus”, del tipo de mono en el que se encontró “. Por siglos las farmacéuticas han intentado sin éxito crear sangre sintética. La gente como yo con tipo de sangre O somos más resistentes a la malaria, pero mucho menos al cólera ¿Por qué? Parte de lo mucho que hay por explorar.
Para cólera, la de Aquiles, él y todos los dioses griegos eran bisexuales, como lo fueron los filósofos y miles de personajes más, nos queda mucho por pensar y más por delatar, pero antes de virar mi atención hacia la cólera de Aquiles, quiero terminar con una escena de una serie de TV Years and Years. Se trata de una escena del futuro pero recurrente desde que aparecimos en esta Tierra.
Unos padres se sientan en la mesa de la cocina con su hija que usa un filtro personificando un perrito. La madre le pide que por favor se lo quite, que no se esconda para hablar cosas serias. La chica les dice que no se siente cómoda con su cuerpo, los padres empáticos se levantan de la mesa la abrazan y consuelan, Aseguran que la amarán con el aspecto que decida, como hombre o como mujer. La chica confundida les dice que es trans, pero no transexual sino transhumana. Ante el azoro de los padres asegura que quiere convertirse en datos y deshacerse de su cuerpo. https://www.youtube.com/watch?v=qOcktbXSfxU
Somos cuerpo, cada salto que damos en el camino simbólico, una patrón de sangre se derrama dibujando un camino desconocido, una afrenta para todos nuestros prejuicios, nuevas vías para nuestros anhelos.