Hace poco más de una semana el presidente de los mexicanos (mejor conocido como Super Amlo Bros) llegó a la mañanera con voz ronca, rostro cansado, ojo papujado y nariz moquienta pero eso sí, sin cubrebocas.
Y como era de esperarse permaneció fiel a su juramento “the show must go on” así que, con PCR positivo, sin cuidar a sus colaboradores, ni al que le sirvió el primer café de la mañana, ni a los de su escolta que no existen… pero si existen y sin preocupación alguna por la salud su gabinete de seguridad comenzó su día. El verdadero tema parecería ser… ¿contagiar?
Como es su costumbre, presumió ante el asombro de propios y extraños sus superpoderes, ni cuidó a los demás ni se cuidó a sí mismo. Tampoco, ni por tantita empatía, preguntó a los periodistas y a los dizque periodistas y demás concurrencia de la mañanera si querían abandonar el recinto ya que él salpicaba a diestra y siniestra gotículas cargadas de virus mientras lentamente hablaba. Nada de eso: ¡que sean machitos y se contagien como él!
Lo que en ese momento quizá no recordábamos es que el jefe del Ejecutivo cuenta con armas secretas que lo protegen del agravamiento de la enfermedad. En primer lugar, lo dicho sabiamente por ese médico talentoso, digno y responsable, el distinguido López Gatell: “la fuerza del presidente es moral y no de contagio”. ¡Qué dato tan importante! Eso comienza a explicar el fenómeno de su invulnerabilidad.
Pero aún hay más: no podemos dejar de lado la poderosa fuerza de los ya mostrados detentes, las estampitas, los tréboles de cuatro hojas y algo que dijo López Obrador y que es una fórmula mágica: para protegerse del COVID lo único que hay que hacer es no mentir, no traicionar y no robar. ¿Cómo es posible que el Dr. Fauci no haya sabido esto a tiempo? ¿Cuánto dolor nos hubiéramos evitado? Aún estamos a tiempo creo yo, digámoslo pronto al mundo mundial.
AMLO llegó a esta pócima verbal después de comprobarlo con Delfina, sus hermanos, su prima Felipa, Bartlett, Gertz Manero y muchos más cercanos a él que por no mentir, no robar ni traicionar no han sido ni de lejos afectados por el covidin canallín.
Como ustedes podrán ver, sí hay superpoderes que están protegiendo a estas personas. Pero… dejo para el final dos elementos clave, recién dados a conocer por ese médico de vanguardia responsable de la salud de 130 millones de mexicanos, me refiero, claro, al Dr. Jorge Alcocer.

Hace unos cuantos días se reveló al fin ante medios de comunicación nacionales e internacionales este gran secreto milenario, guardado celosamente por los superhéroes. Y así don Jorge, con voz trémula, se atrevió a decir: “Tecitos y Vaporub untado en el pechito y ya está”. Aplausos.
El momento en que se dio conocer esta receta fue estrujante. Médicos, investigadores, emporios farmacéuticos, universidades del mundo al fin abrieron los ojos (llenos de lágrimas) ante tal descubrimiento, muy parecido a cuando se descubrió la penicilina o la insulina sintética. ¡Qué emoción!
Faltaba solo un pequeño detalle que el Lic. López Obrador generosamente compartió al fin con nosotros: “el Vaporub se unta también en los pies, que se cubren con calcetincitos y listo”.
No pus sí, estamos salvados. Pero mire usted, no todos somos superhéroes, yo al menos soy una humana común y corriente y por ello mismo uso doble cubrebocas, evito salir a la calle lo más que puedo, si me siento mal corro a hacerme una prueba, estoy tres veces vacunada, y creo profundamente en los consejos médicos, en la ciencia y sobre todo me cuido para no contagiar a otros.
Aunque a veces mi narcisismo, ignorancia y egolatría me hacen sentir un personaje de Marvel, superpoderosa e invencible, mi responsabilidad como simple ciudadana me hacen recapacitar, dejarme de pendejadas y pensar en los demás.
Más de 500 mil fallecimientos en mi país me confirman que hay que cuidarse del COVID por que sí que es un canallín. Cuidémonos, estamos solos.