El PRD perdió ayer a un priista como candidato, pero le quedan cinco para disputar las 12 gubernaturas en las elecciones del próximo 5 de junio, lo que convierte al partido sólo en una franquicia para acceder a presupuestos estatales.
El espejismo con el PRI se acentúa al leer los lamentos del líder nacional, Agustín Basave: “Las decisiones las toma el CEN y, en rigor, la única facultad que el presidente puede ejercer sin su aprobación es el de vocería (…) Queda al descubierto la precariedad del cargo”.
Extraña al PRI en el que militó, en el que el líder ordenaba y los demás obedecían. Por eso, su procedencia priista le conlleva a colocar a priistas como candidatos.
Y le impide entender que el presidente de un partido en democracia no es quien decide qué candidato poner, sino que está para dialogar, generar acuerdos, conciliar, sobre todo en el PRD, que es un partido integrado por grupos desde su creación.
Basave quiere ser el CEO de una empresa y no lo que tiene ahora que, “en rigor, la única facultad que el presidente puede ejercer es el de vocería” y “queda al descubierto la precariedad del cargo”. Aun así, impuso a sus candidatos priistas. ¡Así que si tuviera el poder que añora..!
Ayer sufrió un revés: el Tribunal Electoral de Zacatecas quitó al priista Pedro de León Mojarro la candidatura del PRD (dada por Basave), pues el perredista afectado, Rafael Flores Mendoza, impugnó la decisión y fue reconocido como candidato de la alianza PRD-PAN.
Aunque le quedan más:
—Para el gobierno de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, quien renunció al PRI el pasado 8 de febrero.
—Para el gobierno de Oaxaca, José Antonio Estefan, quien dejó el PRI en 2015.
—Para el gobierno de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, quien abandonó el PRI en 2004 después de 35 años de militancia.
—Para el gobierno de Durango, José Rosas Aispuro, quien se fue del PRI en 2010.
—Para el gobierno de Hidalgo, José Guadarrama, quien renunció al PRI en 2001, tras décadas de militancia.
Pero uno de los pocos perredistas de prosapia que quedan en el partido, el senador Miguel Barbosa, insiste en que colocar a candidatos priistas genera una fuerte carga de desconfianza de parte de la sociedad hacia el partido: “No veo que todos los priistas postulados sean los mejores”.
Barbosa olvida que se trata también de dineros. En los triunfos en alianza con el PAN en 2010, el PRD no pudo introducir programas de izquierda, pero alcanzó rebanadas de presupuestos nada menores: Oaxaca (48 mil millones de pesos), Puebla (45 mil 414 millones), Sinaloa (29 mil 949 millones).
Como sea, son alianzas por dinero.
Este artículo fue publicado en La Razón el 02 de Marzo de 2016, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página