El 9 de agosto del año pasado Aristegui Noticias reprodujo el reporte de The Guardian que afirma que un “potencial contratista del gobierno”, el señor Ricardo Pierdant, es dueño del departamento que ocupa Angélica Rivera en Miami y que su hermana, Aurora Pierdant (quien trabajó en Pemex), había pagado los impuestos del inmueble en 2013. Durante los siguientes 10 días el sitio dio un gran relieve al tema con 15 notas porque Carmen Aristegui consideró que esto se equiparaba al asunto de la Casa Blanca. Y lo mismo hicieron Proceso y Sin Embargo, que desestimaron los desmentidos de Presidencia de la República y los actores involucrados, y esa postura se mantuvo aun cuando los editores del diario inglés publicaron el 19 de septiembre:
“Pedimos perdón por haber publicado una historia incompleta, que aceptamos se ve seriamente tergiversado su estatus profesional. Ahora hemos quitado el artículo de nuestro sitio web: Casa de Florida de la primera dama mexicana, propiedad de potencial contratista del gobierno mexicano”.
(Incluso el portal Aristegui Noticias difundió que no era cierto que The Guardian pidiera perdón)
Nueve meses después, es decir, ayer 9 de mayo, la propia abogada Aurora Pierdant informó en Twitter que una Corte de Londres dictaminó que el periódico debe volver a publicar la disculpa e indemnizarla por el artículo referido, sin especificar el monto. Pierdant también dijo que está evaluando cómo iniciar el mismo proceso en México.
El ofrecimiento de disculpas de The Guardian a Aurora Pierdant tuvo apenas una referencia en Aristegui Noticias y Proceso (hasta el momento en que escribo esto Sin Embargo no lo ha hecho), en un marcado contraste con el tratamiento informativo que dieron al tema cuando lo propaló The Guardian. Imposible pensar en que dieran explicaciones a los lectores, y menos ofrecer disculpas.
Hay que recordar que hace cinco años The Guardian ofreció disculpas a Televisa por publicar un supuesto plan entre la empresa y Enrique Peña Nieto para que éste ganara la presidencia y que no fue otra cosa más que el refrito de unos papeles falsos que Jenaro Villamil años atrás difundió en Proceso como si fuera un trabajo suyo (los mismos papeles nos llegaron a nosotros, a la redacción de etcétera y desde entonces dijimos eso, que los documentos no tenían soporte y que el reportero de Proceso los reprodujo sin investigación alguna con el objeto de pegarle al enemigo de su causa). Por ello Aristegui y Proceso tampoco pormenorizaron en las disculpas del diario inglés a Televisa.
Situaciones como estas suceden cuando la consigna está por encima de la información, y sin duda seguirán sucediendo por esa visión tan limitada que asocia a lo extranjero como algo superior o, peor aun, que justifica la propalación de falsedades porque así lo exige la lucha –y en donde a veces, claro, quienes denuncian esas distorsiones informativas son considerados por esa prensa militante y sus seguidores como achichincles del poder o algo así–.