San Miguel Totolapan se convirtió en el nuevo epicentro de la violencia en el país, una imagen cotidiana del territorio mexicano en la que en un día puede haber una balacera en una de las zonas más exclusivas de Guadalajara y días después una masacre en una región recóndita del estado de Guerrero. La pregunta ante esta imagen cotidiana es ¿Qué hace la autoridad? ¿Se acabaron las masacres? ¿Es complicado reconocer que se vive una crisis?, tal vez en la voz de las autoridades e inclusive de los propios miembros del crimen organizado se pueda entender lo que piensan y lo que hacen para resolver el tema de la violencia.
Transcurría la tarde del día 5 de octubre cuando un grupo del crimen organizado inició el ataque a las afueras de la presidencia municipal del municipio de San Miguel Totolapan, en total murieron 20 personas, entre ellas el presidente municipal Conrado Mendoza del PRD y su padre. El edil se une a otros 17 alcaldes que han sido asesinados a lo largo del sexenio, más 31 regidores y 11 síndicos, de acuerdo con datos de Etellekt Consultores. Todo esto ocurrió en la región de Tierra caliente, zona en la que colindan los estados de Guerrero y Michoacán, conocida por la siembra de amapola y producción de drogas sintéticas,
La gobernadora Evelyn Salgado expresó a través de sus redes sociales su posición sobre el crimen, “Lamento profundamente el sensible fallecimiento del alcalde de San Miguel Totolapan, Conrado Mendoza Almeda. Condeno los hechos y reitero que en el no habrá impunidad ante la artera agresión contra el presidente municipal y funcionarios del Ayuntamiento” y además solicitó el apoyo de las fuerzas federales.
Por su parte, Ricardo Mejía Berdeja, subsecretario de Seguridad Pública, explicó que el ataque se dio en el contexto de una disputa criminal entre grupos delictivos, basta con señalar que los implicados andaban en “malos pasos” para que la autoridad no cumpla con su obligación de investigar, de tal forma que la promesa de la gobernadora de que no habrá impunidad, en los hechos no se cumplirá.
Las autoridades encargadas de la seguridad en este país se han convertido en simples espectadores como sucede con la mayoría de los gobernadores o en simples voceros, cronistas de la tragedia como es el caso de Mejía.
El presidente López Obrador expresó sobre lo ocurrido en Totollapan que en su administración se acabaron las masacres, dice el presidente “no se permite en nuestro Gobierno la impunidad, no es como antes, de que actuaban delincuentes, se cometían asesinatos, masacres y no había castigo, entre otras cosas porque había acuerdos con las autoridades”, en lo que va del año se han contabilizado 150 masacres según la organización Causa en Común y de los detenidos ni hablar, de eso se sabe poco. Tampoco el mandatario quiso reconocer que los alcaldes son las autoridades más expuestas, en el sexenio de Peña Nieto asesinaron a 13 alcaldes, hoy esa cifra ha sido superada.
Uno de los miembros del crimen organizado apodado “El Fresa” declaró por medio de un video que el día de la masacre un grupo rival iba por él, ya que se reuniría con el alcalde asesinado, también mencionó que en la comunidad se desplaza con toda tranquilidad, “la gente me veía en los jaripeos, en todo, con mi familia sin un arma” y sentenció sobre los atacantes “los voy a encontrar a donde los encuentre”.
El presidente López Obrador también descartó el reforzamiento de la seguridad en la zona, porque según él “se ha estado atendiendo la zona (…) hubo resistencias de ciertos grupos de pobladores a la presencia del Ejército”. Resulta curioso que uno de los ejes centrales de la política de seguridad sea la presencia del Ejercito en labores de seguridad y al mismo tiempo los pobladores rechacen la presencia de las fuerzas federales.
Cuando al presidente le preguntó el periodista Jorge Ramos si no le preocupaba el alto numero de muertes en el país y si cambiaría la estrategia respondió que “no vamos a cambiar la estrategia porque nos está dando resultados”, el periodista le reviró “no debería de estar tranquilo porque esta es una emergencia nacional” a lo que presidente contestó “tendría yo muchos problemas con mi conciencia, con mi tribunal principal que es mi conciencia si yo estuviese mintiendo”.
Las respuestas de las autoridades no dejan lugar a dudas, están completamente rebasadas o bien normalizan la violencia o simplemente la evaden. El presidente se ha encerrado en su “Palacio” y ha decido crear su propia realidad, ha decido claudicar y entregar la seguridad del país a las fuerzas militares. En cualquier lugar la violencia puede presentarse en cualquier momento sin que la autoridad intervenga, ya sea por incapacidad o pasividad como lo han mostrado las filtraciones sobre las operaciones del Ejército. Durante 12 años López Obrador recorrió el país y decía conocerlo muy bien, lo que seguramente conoció muy bien fue el número de votantes y de secciones electorales, de los problemas que las personas viven de forma cotidiana conoció poco.
Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor