viernes 22 noviembre 2024

Traiciones al 8 de marzo

por Regina Freyman

Mirar desde el feminismo es un proceso, es un cambio paulatino que consiste en ir tomando conciencia, es como cuando logras ver la figura oculta en un cuadro saturado de geometrías diversas, una vez que las adviertes ya no puedes ocultarla, pero advertirla es complicado.

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Cada 8 de marzo nos enfrentamos a la ratificación de lo visible y a la terquedad de la ceguera; a los cambios tangibles y a la persistencia de la violencia y la muerte de las mujeres por serlo; a la traición que solapa la pérdida de privilegios; y es que la violencia institucional hacia la mujer mexicana se incrementa con cada prerrogativa que nos arrebatan y con la hipócrita traición de un gabinete “femenino” más no feminista.

  1. La terquedad de la felicitación

Es difícil notar el micromachismo que se esconde tras la idea de una felicitación. En lo personal y en principio, no lo supongo deliberado, creo que se trata de la ceguera, de la normalización que convierte en celebración lo que es denuncia y demanda. La ignorancia no es agresión, pero la terquedad sí.

La cortesía y la amabilidad son una moneda de cambio entre personas sin importar el sexo, sin embargo, la caballerosidad es una añeja fórmula de la condescendencia, comprender que hay hombres y mujeres que fueron educados privilegiando ese comportamiento nos lleva por el camino de la comprensión, pero educar y explicar la visión contemporánea al respecto es importante para trascender un ademán caduco y conciliar nuevos modos de interactuar. Lo mismo que discernir algunas manifestaciones de la violencia en marchas con las que se puede, o no, estar de acuerdo (personalmente me he pronunciado y lo seguiré haciendo, en contra porque soy alérgica a la violencia) pero eso no exime que puedo interpretarlas como un grito desesperado ante la sordera institucional o comprender el valor performativo y artístico que tiene la apropiación de los monumentos para transformarlos en monumentas que señalan una herida que crece.

El sufrimiento humano no tiene sexo, género, nacionalidad o tono. Los necios no quieren aceptar que el 8 de marzo no es festejo. Argumentan “en mi país si se estila” “mi religión lo promueve” y mil pretextos más que acusan su desconocimiento, su reticencia a un cambio que al final nos beneficia a todos porque comenzamos por reconocer la humanidad que habita por de bajo de la construcción social o de la imposición biológica; reconoce que el dolor nos iguala, que no debe nadie morir por prejuicios, por odios infundados.

Las mujeres no queremos templos, ni ser “El ser más bello que fue creado” porque eso es absolutamente falso. La femineidad no es un halo de santidad ni un aroma de maternidad, mucho menos un traje de pasarela; la mujer tiene el privilegio de elegir ser absolutamente perversa o bondadosa; puede renunciar a ser medida por su físico y tatuar su rostro entero de consignas para validar sus elecciones. Ser humano es un rostro absolutamente múltiple la generalización sirve como concepto en la búsqueda de lo que nos asemeja y una camisa de fuerza que mutila la historia individual.

2. La obsesión por la centralidad

Otras personas más deciden aprovechar el impulso de la fecha para arropar sus propias luchas. Por ejemplo, que su género también sufre. El tema es impertinente no por falaz, es falta de etiqueta, es la omisión de que justo el patriarcado siempre nos pone de segundas en la fila. Por más razón que tengan no es la ocasión. Si el día de la lucha contra el cáncer salieran los enfermos de esclerosis a decir que su enfrentamiento es más difícil sería impertinente. Todos queremos aminorar el desamparo, vayamos un día a la vez. Sumemos todas las causas busquemos que nadie sufra, pero un día a la vez.

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Otro caso más agreste es de quienes espetan su religión para desacreditar la lucha por la despenalización del aborto, argumentan que es asesinato feminista, basta una consigna de redes para medir la temperatura de la violencia:

¡Vamos, piensa un poco! Ya es sabido por todos que la moda de esta generación es el feminismo, pero si el feminismo no es capaz de defender a la mujer desde el vientre de su madre, entonces no sirve de nada.

Ejemplo de desconocimiento y grosería, porque se benefician del movimiento, pero lo desprestigian como moda. Acuden a lo que yo llamo discriminación generacional para reprobar y culpara a los jóvenes. Un ejemplo de la carencia de pensamiento crítico y conocimiento del tema. El feminismo ha luchado por abolir los dualismos que nacen con el patriarcado. El tema no es religioso, persigue que la mujer decida sobre sí. Es como si se le pidiera a la religión que luchara por el veganismo o por la legislación de un pueblo. Pero no acaban de entender que buscar el privilegio de elegir no es matar. Que llamar al movimiento moda, es tan irrespetuoso como si los no practicantes religiosos tachamos a sus creencias de vil superstición en el centro de su misa.

3. La traición a la sororidad

El comportamiento ejemplar de las mujeres en la marcha mexicana del 8 de marzo siempre es un acto de celebración, ningún hecho de violencia ha podido empañar el valor femenino que se atreve a denunciar, alza la voz para tomar lista de las vivas y reclamar a nuestras muertas, a no claudicar, a edificar con todo ello monumentos contra el olvido.

Una foto nos emocionó a muchos: una mujer sin rostro abraza a una mujer policía; una consigna, también: “Policía consciente se une al contingente”. Fue tal mi entusiasmo que me atreví a poner la foto aludida como portada en redes. Hasta que Marco Levario publicó:

¿Les gustó la foto? Véanla bien porque en unos segundos dejarán de verla igual.

Es un montaje. Julia Álvarez Icaza abraza a la policía, pide que tomen la foto y en unos instantes ya la estaba difundiendo Claudia Sheinbaum, Martí Batres y Jenaro Villamil entre otros más. Lograron hacerla viral, pero, de todos modos, con la misma imagen, perdieron. Perdieron porque habían incriminado a la mujer. Julia se enojó mucho porque Claudio X. González la colocó en Twitter y dijo que no tenía derecho de hacerlo, en cambio le dio RT al tuit de Sheinbaum. Quedémonos con las miles de mujeres anónimas, aunque no haya fotos, que exigen sus derechos y vivir en paz.

Una traición más del gabinete femenino que vive de la sombra presidencial. Se traiciona cuando permiten y alimentan el protagonismo del presidente (hombre) un día que es de NOSOTRAS. Es traición restar heroísmo a la comunidad por “colgarse” triunfos políticos de sucesos de la marcha. Traicionar la sororidad no es feminismo.

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Morena nos quitó: estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, refugios, pero buscan capitalizar lo que no pueden contener, sembrando florecitas y ordenando montajes. Ni son feministas ni son heroicas son unas oportunistas que alaban a su líder. Fanáticas que se cuentan el cuento de que la única manera de llegar al techo es lamer el piso su ambición ha sido criminal, permitieron el cierre de estancias y refugios, escuelas de tiempo completo, callan ante los ataques a mujeres periodistas y aplauden a un hombre en nuestro día esto contradice toda Sororidad. Son impostoras que dejaron de mirar, quizás no por desconocimiento, pero por ambición y venden diario a sus hermanas por una posición.

La obligación de empoderar

La primera obligación que tenemos como mujeres es empoderar a las demás, cuando hablamos de empoderamiento nos referimos a buscar estrategias para dar a cada mujer mayor autonomía, buscar su reconocimiento, dar visibilidad de sus aportaciones. Incluir su participación plena en todos los sectores y a todos los niveles de la actividad económica. Esto nos conduce a establecer sociedades más estables y justas, alcanzar los objetivos de desarrollo, sostenibilidad y derechos humanos y mejorar la calidad de vida de las familias. Lamentablemente la agenda de las mujeres en el gabinete parece olvidar este deber.

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ONU Mujeres y el Pacto Mundial enumeran los Principios para el empoderamiento de las mujeres:

  1. Promover la igualdad de género al más alto nivel de dirección;
  2. Tratar a hombres y mujeres de forma igualitaria en el trabajo;
  3. Respetar y defender los derechos humanos y la no discriminación;
  4. Velar por la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores y trabajadoras;
  5. Promover la educación, la formación y el desarrollo profesional de las mujeres;
  6. Llevar a cabo prácticas de desarrollo empresarial, cadena de suministro y mercadotecnia a favor del empoderamiento de las mujeres; y
  7. Evaluar y difundir los progresos realizados a favor de la igualdad de género.

Dejemos estos puntos a modo de lista para corroborar que todos ellos son traicionados en el país y en nuestra capital, aunque intenten taparnos con flores los floreros oficiales que han dejado de mirar y de escuchar.

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