febrero 22, 2025

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Nadie que haya aliviado el peso de sus
semejantes habrá fracasado en este mundo.
Charles Dickens

La historia de nuestro mundo sucede en tiempo real. La afirmación parece absurda puesto que el discurrir de los sucesos humanos es siempre así, en el marco de eso que hemos dado en llamar tiempo, sin embargo, la observancia mediática nos otorga la facultad de mirar los eventos noticiosos como si de un espectáculo en vivo se tratara, ávidos de noticias nos acercamos al observatorio que son las redes sociales para encontrar un escándalo aquí, un bombardeo allá, una declaración pertinente o un dislate comprometedor. Sentimos vivir la invasión a Ucrania como el espectador de película o como lector de un libro, tomamos bando, comparecemos ante los semejantes y resguardados del peligro opinamos. El viernes pasado me llamaron de un medio para pedir mi opinión al respecto, la primera pregunta que surge es qué me valida como “experta en el tema” seguida de el cómo voy a abordarlo y tercero hasta dónde debo cercar una opinión de la historia que se desarrolla en ese “tiempo real” que hace que lo que yo pueda decir sea obsoleto o se contradiga en un cambio argumental, con una peripecia. Hasta hoy los resultados han sido: fortalecimiento de la unidad europea frente a la agresión de la política exterior rusa; fortalecimiento de los llamados dentro de Europa para diversificar las fuentes de energía lejos de Rusia; fortalecimiento de la credibilidad del presidente Zelenski dentro de Ucrania; fortalecimiento de la resolución ucraniana frente a la independencia de Rusia; fortalecimiento del liderazgo del presidente estadounidense Biden en el escenario mundial. Pero todo puede cambiar por la noche.

No intento restar gravedad ni solemnidad al tema, menos cuando 42 millones de personas sufren por ello, busco esa arista que, como estudiante, mexicana, maestra de narrativa y de los medios de comunicación, me lleve al abordaje de un tema desde el marco que conozco. Decido revisar la narrativa de esta condenable guerra que nos alcanza con un mal ánimo, la pandemia no ha concluido y sus pérdidas siguen doliendo; los fantasmas de la guerra nos atacan convalecientes, más que nunca parece que las catástrofes de Pandora nos rondaran. El preámbulo me sirve para establecer el tono y su abordaje y para aprovechar como estructura las preguntas que el medio aludido me formuló.

¿Cómo se percibe en México la invasión rusa a Ucrania?

Si siempre hemos hablado de muchos Méxicos, hoy se suma una escisión mayor que el filósofo Zigmun Bauman advirtió en su mundo líquido y reafirmó en Extraños llamando a la puerta: los conectados y los no conectados; los con papeles y los sin papeles; es decir en nuestro país tan plural sabemos hoy que existe una comunidad de clase media, informada y conectada, contra otra que, a pesar de tener un acceso a redes vía celulares, tiene una conexión limitada, su interés y percepción por los problemas globales es menor aún, por otro lado están los migrantes y las comunidades que viven sorteando los problemas domésticos, la guerra del narcotráfico y la inseguridad que aunque se niegue, todos sabemos que es un hecho que nos tiene sumidos en una guerra cruenta aunque disimulada. Como entes narrativos que somos no podemos evitar comparar las tramas, ponernos en el papel de las víctimas, analogar realidades. El comparativo de muertes en el mes de febrero en que estalló la guerra en Ucrania fomentó la elaboración de infografías que dan muestra de las muertes cotidianas entre la guerra declarada de ese país y los muertos de la inseguridad, la pandemia y el narcotráfico en el nuestro. Hay días en que aventajamos al “contrincante” en esta macabra partida.

6 de marzo 2022. Civiles y prensa corren en las inmediaciones del río Irpin, cerca de Kiev, este domingo. Varios proyectiles de mortero han caído a lo largo de la mañana en la carretera, por la que la gente está siendo evacuada a pie en dirección a la capital. EMIN SANSAR / GETTY

El mexicano clase media conectado, lector habitual de noticias, percibe la crisis ucraniana con temor, irremediablemente surgen las comparaciones entre gobiernos, las filias y fobias a partir de las relaciones entre naciones modestas como Ucrania y México con potencias como Rusia / EEUU, se reviven temores y pasiones que creíamos habían muerto con la Guerra fría. Una encuesta realizada por El Financiero concluye que siete de cada 10 mexicanos, el 69 % de la población, están preocupados por la guerra de Rusia en Ucrania y creen que tendrá repercusiones en el país.
¿Se podría nombrar un “bueno y un malo”?

El maniqueísmo siempre es una pereza de la mente, sólo la narrativa infantil puede dirimir así de fácil. Sin embargo, podemos hablar de una relato que busca revivir viejas grandezas y añejos fantasmas. Uno no puede negar sus propias filias y en mi caso la desproporción entre Ucrania y Rusia me orienta a estar del lado ucraniano, lo mismo que la ambición desmedida de Putin. Más allá de eso, el temor sobre la caída de las democracias es un tema que me angustia pues a pesar todas sus limitantes, han dado muestra de ser nuestra mejor forma de gobierno.

Un informe reciente de 2021 de “Freedom House” con sede en Washington-DC (fundada en 1941), rebajó los puntajes de libertad y democracia de 73 países, lo que representa el 75% de la población mundial. La rebaja representa un declive de 15 años que comenzó en 2006. A nivel sistémico, el conflicto ha ido en constante aumento entre los sistemas de partido “único” y “dominante” como China y Rusia y las democracias “multipartidistas” y “bipartidistas” en el este de Asia, Australia y Occidente. Cabe recordar que nuestro propio país ha sido rebajado a la categoría de democracia híbrida por el índice democrático de The Economist, lugar 86 de 167 naciones, caída desde 2010 de 6.93 a 5.57. Según los resultados del Índice de Desarrollo Democrático de México presentado por el INE el año pasado gracias a la pandemia, la violencia, la pobreza y la corrupción obtuvimos el índice con la calificación más baja en 12 años.

Uno de mis ídolos, el historiador judío Yuval Noah Harari, quien ha hecho patente que los hombres vivimos y morimos a partir de nuestras ficciones compartidas, esas que damos nombre de religión, nación o ideología, etcétera. Ratifica constantemente que las naciones se basan en historias. Los hombres construimos la identidad y las instituciones a partir de una arquitectura narrativa.

Si alguien ha estudiado la figura heroica y la maldad es el sociólogo Philipe Zimbardo, popular por su siniestro experimento de la cárcel de Stanford. Tras 35 años de estudios sobre la psicología de estos comportamientos, afirma que las dos líneas de investigación son dos caras de la misma moneda. Las mismas situaciones que inflaman la imaginación hostil en algunas personas, convirtiéndolas en villanos, inculcan la imaginación heroica en otras personas, incitándolas a realizar actos valientes. Pocas personas hacen el mal y menos actúan heroicamente. Entre estos extremos están las masas, la población general que no hace nada, a quienes llama los “héroes reacios”, aquellos que rechazan el llamado a la acción y, al no hacer nada, a menudo apoyan implícitamente a los perpetradores del mal.

6 de marzo 2022. Vista del incendio de una fábrica y una tienda tras ser bombardeas en Irpin. Oksana Markarova, embajadora de Ucrania en Estados Unidos, ha calificado a Rusia de “estado terrorista” en una entrevista con Fox News este domingo. EMILIO MORENATTI / AP

En la disputa ruso-ucraniana hay una historia fácilmente identificable y que, irremediablemente los espectadores comparamos con nuestra experiencia local. Así podemos identificar a figuras protagónicas que sorprenden las expectativas y se han transformado a la luz de los hechos, el presidente Zelenski ha usado sus dotes histriónicos y ha echado mano de las bajas expectativas hacia su persona consolidando la empatía a partir de un valor inusitado, lo mismo que los ciudadanos ucranianos. Sabemos que todo héroe para suscitar la empatía se enfrenta o muestra estos escenarios:

1. Nos hace reír, genera simpatía. No podemos olvidar que Zelenski surge del ámbito del espectáculo, un cómico que desde la parodia política rompe la barrera entre ficción y realidad, termina por imponer a su personaje, el candidato que se opone al gobierno en turno contiende y forma un partido tomando el nombre incluso del partido ficticio.

2. Desgracia no merecida. Se podrá argumentar que rompió acuerdos con Rusia al acercarse a la OTAN y que su pericia política era escasa, pero la supremacía del enemigo y su actitud confrontativa y valiente despiertan admiración.

3. Peligro. El protagonista se encuentra en una situación de riesgo, el mandatario decidió quedarse y tomar el liderazgo de su pueblo, convocando a enfrentar al enemigo ruso.

4. Su imagen es la de un hombre común, un ciudadano cualquiera, de hecho, el presidente Putin ha hecho escarnio de su baja estatura. Esto lo posiciona como un nuevo David contra Goliat. Un “payaso” como el mismo se llama, que se convirtió en héroe; pero eso puede suceder a la inversa, no puedo evitar pensar que en México así sucedió, las esperanzas que fincó el candidato no las ha sabido llenar el presidente.

Para Zimbardo los héroes son personas más compasivas, se siente motivadas al ayudar a los necesitados; defienden una causa moral, y se arriesgan voluntariamente, sabiendo que existe un riesgo personal y no esperan una recompensa. La historia personal importa, por ello, haber sobrevivido a un desastre o trauma personal triplica las probabilidades de desarrollar un carácter heroico. La educación según el sociólogo también tiene mucho que ver, algo que también sostiene el filósofo español José Antonio Marina, los hombres tenemos una naturaleza violenta que el autocontrol que se obtiene de la reflexión y el pensamiento crítico logran contener.

En toda narrativa o storytelling hay una pasión que desencadena la acción. Harari habla de la potencia del odio que se desata a partir de la desventaja y la injusticia, que en este caso encendió el valor para un mandatario y su población.

El presidente que se negó a huir de la capital, diciendo a los Estados Unidos que necesita municiones, no un paseo; los soldados de la Isla de las Serpientes que le dijeron a un buque de guerra ruso que “se fuera a la mierda”; los civiles que intentaron detener a los tanques rusos sentándose en su camino. Estas son las cosas a partir de las que se construyen las naciones. A largo plazo, estas historias cuentan más que los tanques… El odio es la más fea de las emociones. Pero para las naciones oprimidas, el odio es un tesoro escondido. Enterrado profundamente en el corazón, puede sostener la resistencia durante generaciones (Harari, The Guardian)

Zelenski se ha puesto en el lugar del ciudadano común, líder que recuerda a su pueblo que ellos son los protagonistas. En sus mensajes apela al pueblo ruso, los invoca como aliados y enemigos de la guerra. Desafía a las autoridades europeas y exige la ayuda.

Tenemos del lado ruso al villano, el antagonista autoritario. Zimbardo nos dice que las actitudes que nos hace malvados son la deshumanización, la negativa de aceptar nuestras responsabilidades, la obediencia ciega a la autoridad, los sistemas injustos, la presión grupal, la desvinculación moral y el anonimato. Putin se ha convertido en el villano perfecto, la encarnación de un nuevo “Hitler” que busca recuperar como Donald Trump o tantos otros presidentes populistas un pasado de esplendor, explotan el desasosiego contemporáneo de una clase media angustiada por caer víctima de la pobreza y el desempleo. Bauman lo expresa como un cuadro políticamente explosivo, en el que los gobernantes y los candidatos a serlo oscilan entre dos objetivos mutuamente incompatibles: satisfacer a sus amos (los poseedores del capital) y aplacar los temores de su electorado prometiendo el regreso a un pasado idílico. Para Bauman existen chivos expiatorios perfectos, como los migrantes o sin hogar, despojados de derechos contra quienes se “vende” protección lo que reporta la ascendente xenofobia, racismo y el nacionalismo. Al final el enemigo es una construcción del “otro” amenazante, en este caso una Ucrania “usurpadora” que tiene como rehén el origen ruso.

El sueño de Putin de reconstruir el imperio basado en la mentira de que Ucrania no es una nación real, que los ucranianos no son un pueblo real y que los habitantes de Kiev, Járkov y Lviv anhelan el gobierno de Moscú. Una nación con más de mil años de historia, y Kiev ya era una metrópolis importante cuando Moscú ni siquiera era un pueblo. (Harari, The Guardian)

O la invocación a fantasmas del pasado para buscar grandes enemigos que puedan construir la imagen de “grandes héroes” omnipotentes “prestidigitadores que hace creer en los quiméricos juegos de manos que representan” (Bauman). Putin, juega con la distancia y el autoritarismo, Zelenski, con la cercanía y la compasión.

El escenario global da marco a la primera guerra digital, mientras hablamos algo sucede y se sabe al instante, el ataque a la planta ucraniana de Zaporiyia, la central nuclear más grande de Europa y la novena del mundo, desató los miedos de un nuevo y más potente Chernobyl, por fortuna esto no paso, por el momento. Pero una historia local presenta amenazas globales que nos implican a todos.

Finalmente nos dice Harari que “la guerra en Ucrania dará forma al futuro del mundo entero”. Ese es el conflicto que se dirime en esta historia: el surgimiento de un nuevo orden geopolítico con una duración y desenlaces inciertos. Rescato que la figura de la ciudadanía a pesar de ser la más vulnerable en lo individual, en lo colectivo se vislumbra fuerte, el reconocimiento de nuestra importancia colectiva nos invita a reflexionar sobre la vieja dicotomía entre individualismo y colectivismo, esas fronteras también tendrán que ser re dibujadas al amparo de todas las heridas que hoy se erosionan: la división entre pobres y ricos, entre online y offline, entre culturas, entre porosas derechas e izquierdas desdibujadas. Tendremos que allanar la desconfianza entre jóvenes y viejos, inmigrantes y nativos de este mundo digital. Entre una gerontocracia que busca volver al pasado y una juventud activista que habita el ciberespacio. Retropía contra metaverso, y en medio una inmensa población de excluidos.

De modo que el mejor consejo que puedo dar a un chico o a una chica de quince años atascados en una escuela anticuada en algún lugar de México, la India o Alabama es: no confíes demasiado en los adultos. La mayoría tienen buenas intenciones, pero no acaban de entender el mundo. En el pasado, seguir a los adultos era una apuesta segura, porque conocían el mundo muy bien y el mundo cambiaba muy despacio. Pero el siglo XXI va a ser diferente. Debido a la velocidad creciente del cambio, nunca puedes estar seguro de si lo que te dicen los adultos es sabiduría intemporal o prejuicio anticuado. (Harai, 21 lecciones)

Nos dice Zigmut Bauman que, por desgracia, el destino de las grandes conmociones es terminar convertidas en la monótona rutina de la normalidad, los pánicos morales se consumen envueltos en el velo del olvido. Eso lleva a que repitamos la historia olvidando los daños, hasta que estos no nos tocan de cerca. Por primera vez nuestra conexión de “Solos y juntos” “conectados/ desconectados” a la que alude la experta en tecnología Shery Turkle nos conduce a la producción de “personas superfluas” rechazadas por el descontento, los conflictos y la agitación causados por las transformaciones sociales/políticas, luchas de poder y analfabetismo digital. Eso fomenta nuevas formas de racismo, en mi opinión, es patente el enfrentamiento generacional, por ejemplo, donde unos culpan a los otros por la realidad actual. Una reacción recurrente ha sido el veto a deportistas rusos, por ejemplo, algo que puede degenerar en confundir al individuo inocente con el gobierno abusivo.

¿Y si gana el silencio?

3 de marzo 2022. Una mujer llora mientras corre con sus dos hijos en la estación de Kiev para subirse a un tren con destino a la ciudad costera de Mariupol (sureste). EMILIO MORENATTI / AP

Antes de concluir este escrito, los eventos del sábado 5 de marzo de 2022 me llevan de nuevo a preguntar ¿cuál es la guerra más cuenta, la declarada y abusiva invasión rusa o la guerra ascendente de la violencia en México? El silencio de las autoridades ante los eventos sangrientos del estadio Corregidora de Querétaro me conduce a otra pregunta ¿Y si gana el silencio? El 8 de junio de 2013 durante su visita a Lampedusa (momento y lugar que Bauman señala como el surgimiento del “pánico moral”) el papa Francisco afirmó que la humanidad está en crisis y la única manera de salir de ella era la solidaridad y el diálogo. Aludió a la compasión con una simple pregunta: “¿Ha llorado alguien hoy en nuestro mundo?”. Como maldiciones sus palabras se corresponden con la maldad que señala Zimbardo: indiferencia, irresponsabilidad “Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de otras personas: “No me afecta, no me concierne, ¡no es asunto mío!”.

Vivimos tiempos que exigen valor, todos debemos optar entre ser héroes o malvados, indiferentes que permiten y no se conmueven por el dolor cotidiano. Todo esto pasará, pero la muerte, el dolor, la violencia y el odio no se olvidarán fácilmente. Se requiere de una historia para suplir a otra, se requiere de héroes que se hagan responsables, autores que tomen la pluma diría Sartre, humanos que se atrevan a llorar por los otros, que no permitan que el silencio nos aniquile a todos.


Referencias:

Bauman, Zygmunt. Extraños llamando a la puerta (Spanish Edition). Grupo Planeta. Edición de Kindle.

Marina, José Antonio. Biografía de la inhumanidad (Ariel) (Spanish Edition) (p. 227). Editorial Ariel. Edición de Kindle.

Harari, Yuval Noah: 21 lecciones para el siglo XXI (Spanish Edition). Debate. Edición de Kindle.

Why Vladimir Putin has already lost this war: https://www.theguardian.com/commentisfree/2022/feb/28/vladimir-putin-war-russia-ukraine

The War in Ukraine Could Change Everything TED: https://www.youtube.com/watch?v=yQqthbvYE8M&t=1272s

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