Solo por un momento imaginemos qué sucedería si nunca hubiera existido la ciencia. Pensaríamos que la tierra es plana y que está sostenida por cuatro gigantescas tortugas, supondríamos (como algunos aún lo hacen) que nuestro planeta es el centro del universo y jamás imaginaríamos que existen miles de millones de galaxias en el universo; no existiría la penicilina ni ningún otro antibiótico; no sabríamos de la existencia del colesterol ni podríamos hacernos una radiografía; tampoco existirían los marcapasos, la estadística, las prótesis o las quimioterapias, ni los chips; no habría coches, ni refrigeradores, tampoco computadoras o tele.
Para seguir con esta idea, imaginemos que nunca existió Copérnico, ni Einstein; que Newton nunca nació, ni Darwin; que Watson y Crick jamás descubrieron el ADN. Pensemos un mundo sin energía eléctrica ni hidroeléctricas… en ese mundo dominado por la ignorancia estaríamos seguros de que México se fundó hace 10 mil años o más,, y que, consumiendo “nanopartículas” de cítricos o con estampitas y tréboles de cuatro hojas se cura el coronavirus. ¡Horror!
Les tengo malas noticias, parecería que en este sexenio se trata de combatir la ciencia, esa ciencia “neoliberal” que no acaba de gustarle a esta administración. La acusación penal del 24 de agosto por medio de la cual la Fiscalía General de la República solicita a un juez girar órdenes de aprehensión contra 31 académicas y académicos, colaboradores y personal administrativo del Foro Consultivo Científico y Tecnológico A.C. y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología preocupa y sin duda confirma estas malignas intenciones.
Entre los imputados se encuentran destacados científicos de prestigio nacional e internacional, así como estudiantes, miembros de diversas instituciones educativas públicas (UNAM, UAM, IPN y otras universidades públicas estatales), de numerosos centros de investigación y también de academias y sociedades científicas tanto mexicanas como del resto del mundo. Como bien se sabe, se giraron en su contra órdenes de aprehensión.
Según la FGR y el CONACYT, su delito fue administrar recursos públicos para llevar a cabo actividades, determinadas por la ley, como parte del Foro y del CONACYT durante el sexenio pasado.
Esta acusación resulta infundada al tratarse de recursos provenientes del Presupuesto de Egresos de la Federación, sobre los que la Suprema Corte de Justicia de la Nación había sentenciado ya la legalidad de su uso para la operación del Foro desde 2002 hasta el cambio (a modo) del Estatuto Orgánico del CONACYT, el 17 de febrero de 2020.
En cuanto a la acusación de delincuencia organizada, sólo podría sostenerse con una interpretación convenientemente equivocada, sobre la actuación de los imputados en el ejercicio de sus funciones y en el marco del funcionamiento de los cuerpos colegiados.
Estas acusaciones de la FGR resultan improcedentes, como lo demuestra el hecho de que un juez de control federal resolviera negar las órdenes de aprehensión solicitadas por el Ministerio Público, al considerar insuficientes los planteamientos de la Fiscalía, ya que no aportan los datos necesarios para analizar los hechos y así como la detención de las personas supuestamente involucradas.
A pesar de esto, la fiscalía amenaza e insiste en hacer nuevos intentos para lograr la detención de estos investigadores. El acoso no ha terminado.
Es evidente que estas medidas persecutorias intentan limitar la libertad de cátedra, de investigación y apagar las voces inconformes con el actual desempeño del CONACYT. Además de violar la presunción de inocencia y el debido proceso.
Si no unimos nuestras voces y exigimos el cese del hostigamiento a la comunidad científica de México, vamos a merecer una realidad llena de magia y superchería, viviremos en un México paralizado en el atraso y sin ciencia. Yo me niego.