Son tiempos en los que es difícil ejercer el periodismo. No sólo el que puede calificarse como crítico, incómodo para el poder político, sino cualquier tipo de periodismo. Quienes laboramos en medios impresos no sólo somos testigos de cómo han cambiado las condiciones de trabajo y la competencia ha aumentado, sino que también se tiene que luchar en contra de la opinión de los gobernantes en turno, quienes pueden proscribir una publicación sólo porque les molesta algunos de sus textos, como sucede en el caso de la revista Siempre.
Caso paradigmático
En un texto anterior, señalamos como las condiciones para obtener publicidad –oficial o de la iniciativa privada– han cambiado radicalmente. Ahora conseguir financiamiento se ha convertido en una actividad clave para algunos medios de comunicación que buscan sobrevivir.
También hemos aludido a las condiciones que la 4T ha impuesto al ejercicio del periodismo y, en especial, a la labor crítica. Si es difícil obtener publicidad oficial dada la competencia existente, lo es más cuando un medio es señalado como incómodo para lo que ahora tienen el sartén por el mango.
Lo curioso de esta situación, es que se presentan casos en los cuales por un texto paga toda la publicación.
Es el caso de la revista Siempre. Fundada en 1953, es la publicación política más antigua en el país. Si bien se le identificó con el priismo –más por la militancia de su directora–, eso no se reflejó en sus páginas, en las cuales han colaborado personajes de izquierda como Miguel Barbosa, José Narro, Raúl Bonifaz, Humberto Musacchio, entre otros colaboradores que han pasado por sus las mismas.
Asimismo, militantes de partidos como el verde o el PAN también han publicado sus artículos en estas páginas, como ha sido el caso de Manuel Espino, Salvador Abascal, Alejandro Zapata, Carlos Alberto Pérez Cuevas, Kenia López Rabadán, o verdes como Carlos Madrazo. Incluso han colaborado dirigentes sindicales como Martín Esparza.
Por supuesto que también hay plumas ajenas al juego partidista, más en el plan de análisis, como José Luis Camacho, Carlos Ramírez o René Anaya, lo cual se completaba con entrevistas y reportajes de su equipo de reporteros.
Pero, entonces, ¿por qué es una revista proscrita?
En la pasada entrega de los Premios Nacionales de Comunicación José Pagés Llergo, la directora del semanario, Beatriz Pagés lo denunció claramente: “La Revista Siempre! no está vetada. La Revista Siempre! está proscrita. La injusticia, la arbitrariedad, la intolerancia quieren acabar con una publicación legendaria, ícono de la libertad de expresión en México. Todo muere, menos la voluntad de seguir siendo libres. Nos negamos a entregarle las escrituras del país a un solo hombre. México, o es de todos o no es de nadie”.
¿Qué hay detrás de esta denuncia? La negativa a permitir que, pese a las negociaciones, se otorgue publicidad oficial, sin considerar el público que diariamente visita el portal o lee la revista, lo cual en el actual escenario económico del país equivale a una condena.
Así, pese a que se trata de una publicación que cuenta con una plantilla de colaboradores plural, que mantiene una audiencia importante tanto para su edición semanal como para su portal de Internet, simplemente no cuenta con publicidad oficial pese a que el propio presidente López Obrador aseguró que no se afectará a los medios con la política de austeridad y que su vocero, Jesús Ramírez Cuevas, señaló que no habrá censura y que los medios “no son enemigos por ejercer su derecho a la libertad de expresión”.
Pero también hay considerar que el propio López Obrador demandó a los medios que debían tomar partido a favor de la 4T.
¿Qué hay detrás de la clara animadversión en contra de Siempre? Los editoriales de la revista no han sido del agrado de Palacio Nacional y así se han encargado de comunicarlo emisarios de la presidencia. Es la única razón por la que se ha negado el acceso a la publicidad oficial, en contraste con la abundante cantidad de anuncios que revistas como Proceso tienen.
Pero el de Siempre no es el único caso, pues una situación similar atraviesa un diario como El Financiero, además de que otros medios –como ha sido el caso de etcétera– han sufrido los embates de la 4T.
Pero no es algo que sea nuevo para la revista Siempre, pues en el sexenio de Calderón enfrentó también un veto por parte de un gobierno que la veía como enemiga. Tampoco se tuvo publicidad en abundancia en el sexenio pasado, pues cierto funcionario con bastante influencia en el despacho presidencial y que despachaba en Hacienda dio instrucciones para que no se le diera publicidad, por lo que se tuvo que contar con el apoyo de gobiernos estatales.
Esto último para quienes reproducen una lista en la que se asegura que desde Los Pinos, el sexenio pasado, se dio millones a la revista, algo que sencillamente no ocurrió.
Así, Siempre ahora es un ejemplo de lo que enfrentan una buena parte de los medios de comunicación que quieren mantener su independencia, en tiempos en que la intolerancia se disfraza de una militancia que trata de pasar desapercibida acallando a la crítica.