La feroz crítica del tabasqueño a la Universidad no tiene asidero.
No es que no sea necesario llevar a cabo sistemáticas revisiones y críticas sobre su organización, operatividad, relación con la sociedad y seguimiento de sus egresados, entre otras muchas cosas. Estos procesos forman parte de los principios sobre los cuales se rige la vida universitaria.
Una de las riquezas de la UNAM está en su dinámica interna, la cual es la suma de diferentes pensamientos en las formas de abordar los temas propios del trabajo científico. La UNAM no es pensamiento único es el cúmulo de muchos pensamientos bajo los cuales vive y convive.
La historia de la Universidad es la historia de la pluralidad y la participación social y política. Es un espacio en donde participan mujeres y hombres con ilusiones, esperanzas, deseos de cambio con diferentes formas de entender al país y la vida misma.
La UNAM no vive bajo un juego de vencidas, vive bajo la construcción y difusión del conocimiento en el aula, en la difusión de la cultura y, sobre todo, en la investigación. Vive bajo una convivencia en la cual el debate es parte central de su desarrollo, es uno de los elementos que le da vitalidad y sentido de vida.
El Presidente, de nuevo, al igual que en el Conacyt, hace referencia al tema de la ciencia neoliberal y lo que llama individualismo. Lo primero no queda claro de qué se trata, el quehacer científico está definido por el método científico entendiendo las diferentes corrientes que lo componen; como dice Julieta Fierro “la ciencia es universal”.
Efectivamente se han desarrollado en diferentes carreras el análisis y revisión de una época que durante muchos años ha prevalecido en el mundo conocida como neoliberal. Esto no quiere decir que no se presentaran otras corrientes en el trabajo académico, las cuales forman parte del conocimiento, en particular de las ciencias sociales.
Durante muchos años se han dado debates de gran riqueza sobre diferentes tendencias. El proceso de enseñanza-aprendizaje obliga a un conocimiento integral. En la UNAM no se ha optado por lo que llaman ciencia neoliberal ni tampoco prevalece el individualismo.
Los estudiantes salen al mercado de trabajo, el cual es cada día más difícil y la Universidad está obligada a formar hombres y mujeres con capacidades para enfrentarlo, es una de sus vocaciones.
Todavía, aunque se diga lo contrario, la educación es uno de los instrumentos fundamentales para la movilización social, la cual pareciera que al Presidente no le gusta e incluso la señala. Los estudiantes pasan por la Universidad con grandes esfuerzos de sus familias, ellos y ellas buscan crear condiciones mejores de vida a través de los estudios para los suyos.
Las universidades viven en medio de un conjunto de dilemas. Por un lado, el mercado de trabajo exige formaciones que permitan a las empresas mantener y desarrollar sus estructuras, pero, por otro lado, existe una base de pensamiento crítico y de transformación.
Si algo pretende y hace la Universidad es formar estudiantes con una visión de país, en la cual no se pase por alto el conocimiento sobre él, sin importar la carrera que cursen, aunado a una reiterada invitación a no perder la capacidad de asombro.
En las aulas el país y su realidad no le pasan de largo a nadie, cuando no son los propios maestros quienes los refieren aparece la exigencia estudiantil respecto a los temas que los rodean y que son parte de ellos.
La pluralidad de pensamiento, su historia, sus egresados, sus maestras y maestros, sus trabajadores y su vocación y compromiso hacen de la UNAM el faro del país.
RESQUICIOS
Las palabras del Presidente tuvieron una gran cantidad de reacciones. Quizá sea momento para recular sobre lo que dijo sobre los juicios sumarios que a veces se hacen en la mañanera, como quizá es lo que dijo sobre la UNAM. Va otra opinión de Julieta Fierro: “A la Universidad le preocupan las mismas cosas que al Presidente”.
Este artículo fue publicado en La Razón el 22 de octubre de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.