México necesita fortalecer los contrapesos al presidencialismo exacerbado de Andrés Manuel López Obrador, quien apenas disimula sus aspiraciones transexenales, y también requiere la presencia de una izquierda democrática que dote de sentido social y progresista a la oposición. Quienes así pensamos, vamos a apoyar a la coalición Va Por México a través del voto en el emblema del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
La suscripción y registro del convenio de la coalición, que conjunta al partido del sol azteca con los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, cerró una etapa de dos años de pasmo opositor. Este se caracterizó por el aturdimiento y confusión de los partidos de oposición, que López Obrador aprovechó para avanzar sin obstáculos en la construcción de su hegemonía política. En este sentido, la conformación de la coalición Va por México debe reconocerse sin regateos como un despertar.
Si a principios del presente año la prospectiva electoral apuntaba a que Morena y su alianza ganaría 14 de las 15 gubernaturas en disputa y a que mantendría el control de la Cámara de Diputados, el panorama es distinto a un mes de la jornada electoral del 6 de junio. La contienda por las gubernaturas se ha cerrado pues la fotografía del momento indica como probables seis triunfos para candidatos opositores, siete estados en empate técnico y sólo dos entidades para los candidatos oficiales.
En lo que hace a la renovación de la Cámara de Diputados, aunque el promedio de las encuestas identifica como ganador de la mayoría a Morena, las mediciones coinciden en que este partido no alcanzará la mayoría calificada que, en forma artificial, ostenta en la actualidad. Esto le impedirá llevar a cabo las reformas constitucionales que el propio presidente ha anunciado, entre otros temas, para desaparecer los organismos dotados de autonomía constitucional que tanto le incomodan.
Estos cambios en la correlación de fuerzas se deben a diferentes factores. Los escándalos de corrupción del gobierno federal, las candidaturas impresentables de Morena (los capítulos de Clara Luz Flores en Nuevo León y de Félix Salgado Macedonio en Guerrero tienen trascendencia nacional), la crisis interna del partido oficial y el desgaste del discurso presidencial, que muestra señales de agotamiento aun en sus estrategias más recurridas como el sketch del pañuelo blanco y aquella frase de “yo tengo otros datos”. Hasta el recurso de la polarización se le ha corroído al presidente, lo que se nota cada vez que él mismo suma más al polo opuesto que dibuja. En un inicio eran la “mafia del poder”, el neoliberalismo, los “conservas”, pero el propio presidente adicionó primero a las feministas, luego a la prensa escrita y, desde hace unos meses, acostumbra engrosar la disidencia con gremios completos como los integrantes de organizaciones civiles, los intelectuales, los científicos, los médicos, los abogados, los arquitectos e ingenieros…
El alcance del soliloquio presidencial de las “mañaneras” se viene reduciendo cada vez más a la masa cautiva de los beneficiarios de los programas sociales del gobierno federal, clientela a la que apuesta todo para salir airoso el 6 de junio.
Que el partido de López Obrador pierda la mayoría calificada en San Lázaro será sin duda un importante triunfo de la oposición, pues Va Por México la instaló en condiciones competitivas. Esta agrupación está motivada por los excesos del presidencialismo y su programa se limita a la necesidad del contrapeso. Su éxito sería mayor si sus candidaturas se hubieran alimentado de más rostros nuevos, de personas ligadas a causas sociales y políticas democráticas y su alcance será más redituable en tanto eluda ser identificada con la regresión, que es lo que quiere López Obrador para neutralizarla.
La ley obliga a que aparezcan en la boleta los emblemas de cada partido coaligado, no figura en ella el logotipo de la coalición, sino que ésta recibe sufragios a través de los partidos que la integran. Esto permite a quienes simpatizan con tal o cual partido votar por éste y respaldar así a la coalición de la que forma parte.
Quienes estamos de acuerdo en la urgente necesidad democrática de poner contrapesos al presidencialismo de López Obrador y a la vez somos partidarios de las causas de la izquierda, votaremos por la coalición opositora cruzando en la boleta el emblema del PRD. Así, además de contribuir para arrebatar a Morena la abusiva mayoría que ostentó artificialmente en esta legislatura, los votantes de izquierda nos pronunciaremos porque el Estado sea democrático y de derecho, y para que éste sea un instrumento de impulso del crecimiento económico y de redistribución del ingreso, de modo que los marginados tengan iguales oportunidades de desarrollo. Votaremos por el fortalecimiento del municipio y del Pacto Federal, para preservar el carácter laico de las instituciones públicas y la libertad de pensamiento de las personas. Al tiempo, el voto de la izquierda será a favor de los derechos de las mujeres y la igualdad sustantiva, del medio ambiente sano y de la libertad de las personas para elegir sus preferencias sexuales, todas causas que definen a la izquierda.
Cincelada: la estadística de SPIN, Taller de Comunicación Política muestra que el supuesto “diálogo circular” de las “mañaneras” no es sino el soliloquio de un megalómano.