Jorge Zepeda es obradorista. Bajo en calorías políticas pero obradorista. Lo era en 2005 pero menos que desde 2018, y en su libro Los suspirantes dejó –al lado de páginas simpatizantes, acríticas y omisas- fragmentos negativos sobre “Andrés Manuel”. Sin mala intención, sin criticarlo mucho ni abiertamente, resignado a decir algo evidente, dice lo mismo que algunos decíamos entonces y decimos ahora. ¿Por qué será…? Cito su capítulo “Andrés Manuel López Obrador. El Rayo” (Planeta, 2005, pp. 9-37):
-“Aquí [en La Chontalpa, Tabasco] comenzó la manía de sus consultas. (…) A juzgar por las consultas y plebiscitos que más tarde haría en el Distrito Federal, da la impresión de que esas pláticas [con habitantes ancianos] tenían el propósito de confirmar para sí mismo algo de lo que ya estaba convencido” (p. 16). Todo lo cual está confirmado por las “consultas populares” que El Peje organizó para sí mismo antes de que el INE quedara constitucionalmente obligado a organizar alguna.
-“Resulta curioso que pese a la inclinación de Andrés Manuel por las consultas populares, siempre ha sido poco afecto a explicar o justificar frente a sus subordinados los motivos de sus actos” (p. 16). Y frente a los ciudadanos de la actualidad miente, sea en las “mañaneras” o con las “consultas populares” que terminan en ridiculazos como la “consulta para enjuiciar a ex presidentes”.
-“El jefe toma la decisión y la ejecuta sin dar mayores explicaciones y asumiendo (sic; quiso decir suponiendo) que todos deben compartir sus ideas y entregarse a ellas con similar pasión” (pp. 16-17). Como todos los autoritarios.
-“[Tiene] la convicción del que jura haber inventado el agua tibia” (p. 17). En la presidencia ha destruido mucho, intentado destruir más, construido muy poco que sea rescatable e inventado mucha agua tibia. Y hay muchas clases de agua tibia. Como la mayoría de su miscelánea fiscal que no hace ninguna transformación estructural. ¿Qué más internacionalmente “tibio” que no crear ni subir impuestos a los ricos extremos? O sacar secretarías de la Ciudad de México, una idea lopezportillista de 1977.
-“López Obrador era rijoso para discutir, inflexible con sus ideas y muy poco sensible a las ideas de los demás” (p. 18). ¿Qué ha cambiado?
-“Mucho de su éxito deriva de la frustración de la opinión pública por la falta de resultados de parte del gobierno del ´cambio´ [Fox], pero también de la insatisfacción creciente por la precaria situación económica y la inseguridad en la que vive la mayoría de la población” (p. 31). Se repitió la historia hasta que ganó la elección de 2018. Y en 2021 también se repite de otro modo: hay falta de buenos resultados de parte del gobierno del “cambio” (la “cuarta transformación” que no es), la situación económica sigue siendo precaria, y crecieron la pobreza y la pobreza extrema por las malas respuestas obradoristas a la pandemia, mientras la inseguridad rodea con más violencia a la mayoría de la población.
Por cierto, en esa página 31 se lee que “Rosario Robles se lamenta de la ingratitud del tabasqueño, pues ella había apoyado abiertamente desde su gobierno [del DF] la candidatura de Andrés Manuel y había sido una activa gestora para incorporar a organizaciones femeninas en su campaña electoral”.
-“Su equipo no es mejor o peor que el de cualquier otro gobernador (corruptos incluidos, como Bejarano o Ponce), pero los maneja con mano de hierro” (p. 32). Sin comentarios –excepto que ese paréntesis que incluye a Bejarano es de Zepeda, no mío.
-“Su principal error es considerar que comparten con la misma intensidad su pasión casi mesiánica por el compromiso social y político, lo cual lo lleva a descuidar los riesgos de malas prácticas y vicios internos” (p. 33). No lo dijo Krauze…
-“La política ha devorado todo” (p. 34). En efecto, su propia grilla está devorando su presidencia. La “politiquería” del que miente, ataca, descalifica e insulta a diestra y siniestra.
-“Ha cometido errores graves: tanto al ignorar el comportamiento delictivo de funcionarios de primer nivel como su tibieza y tardanza en condenarlos” (p. 36). Está dicho casi todo.
-Más “su tendencia a la confrontación y su proclividad al populismo” (p. 36). Un populismo presidencialmente revuelto dentro del priismo con derecha “mocha” y un neoliberalismo –residual en el mejor de los casos- que quiere tapar con ataques oratorios al Fondo Monetario Internacional.
Lo que Zepeda dejó escrito en 2005 coincide con muchas otras críticas, de ayer, de hoy, de siempre. ¿Por qué coincidimos? Porque son hechos. Porque esos son elementos objetivos del pasado y el presente de López Obrador. Zepeda no mintió en esas páginas, no pudo ocultar esos hechos, y AMLO no ha cambiado en esencia, tampoco Zepeda, aunque los dos han empeorado.