Zoraida es una zarabandista, animadora de sitios de baja estofa. Es una cubana de azúcar morena hecha a mano, me dicen mis colegas de El Universal para animarme a hacer la crónica de sus andanzas en el México de los espectáculos. Pero como yo no me rozo con pelados ni comprendo su forma de hablar desisto de la empresa y le cedo mi lugar al Chale para que platique sobre aquella cendolilla y sus tan buenas maneras, según dicen, por las que podríamos entender porqué cada noche ese lugar de burlesque de San Juan de Letrán se colma de almas sicalípticas que la corean con quién sabe qué palabras hasta altas horas de la noche, casi al amanecer.
-Ya no le eche más crema a sus tacos, don, prenda la gabacha y para oreja. Zoraida es una pirujita que ahorita se siente la reina porque hay muchos batos que quieren oler sus vapores, ya sabe, lo nuevo jala y dársela todita es como si uno se sacara los 2 millones 500 mil varos que está dando ahorita la Lotería Nacional por el Premio Mayor.
-Pero me dicen que su cara de zorzal y su pecho petulante y copioso satisfacen a los mejores sibaritas.
-Lo único que le entendí es lo del pecho y sí cierto, tiene unas teclas chulas, don, que al verlas se me pega el ombligo al espinazo aunque yo no me dejo tantear na’ más por eso. La Piribizca estaba más chula y tenía un monigote de Dios guarde la santísima hora, aunque sepa pa´dónde jaló, dejo de venir un día así nomás dejando a uno bien chiveado.
-Los voyeurs, según se comenta en los corrillos de la mesa de redacción de mi trabajo, la miran como un manjar…
-Está rica la Zoraida, verdá buena, incluso varios se quedan virolos mirándole tamaño chango, don, que a mí mismo me da miedo pero con todo le daría su lechita.
-Pero sácame de una duda…
-Qué pasó don, ¿ya así nos llevamos?
-No, no, quiero decir, qué edad tiene la hurgamandera esa que a tantos hombres inspira.
-Ella dice que los 18 bien cumplidos, ya sabe, que pesa más de treinta kilos y es cancha reglamentaria pero yo dijo que anda por los 16.
Y enseguida el Chale discurre.
-Mire, está canijo andar por las noches en estos rumbos de Gary Cooper -mi entrevistado no se refiere al laureado actor sino a Garibaldi-. Yo los viernes casi siempre me voy al Cocol -ahora mi entrevistado se refiere al salón Colonia- y entre la chancla a veces me saco una gatita, le invito unos tacos, luego cada quien su golpe y a dormir. Otras veces, en santa paz, voy al Mariscala y grito las del Santo o veo a la India María que es bien cábula. Los domingos voy al deportivo Velarde a echar unos chutes y volar como “El Pajarito Cortés” que ahorita anda de capa caída por el ojete del Horacio López Salgado que con los Cremas no hizo nada y ahora con los putos de Cruz Azul anda como el Púas.
-No ingiere bebidas alcohólicas ni fuma usted.
-Pus muy de vez en cuando me echo mis copiosas pero casi nunca me pongo es estado comatoso y de fumar sólo cuando salgo de la chamba, uno de mis carmencitas o faritos y su avena. A veces hasta una semana me dura la cajetilla. Lo que más tomo son refrescos, soy chofer de la Pato Pascual allá por la colonia Obrera donde están los mejores tacos de tripa y el Molino Ruge.
-Oiga, y regresando a Zoraida, ¿pues qué tiene que le gusta tanto a los caballeros que asisten todas las noches a verla?
-¿”Caballeros”?, ya ni la burla perdona. Pero mire, no sé, la chamaca tiene ojos así como de tlacuache, chiquitos y fijos. No más no parpadea pero también carga unos pechotes que ahí me termino de criar y sobre todo baila las rolitas de orquesta hasta quedarse en los puros pelos, don, perdón quiero decir cueros. ¡Uy!, y cuando fuma desde ahí mero lanza humo como si fuera a quemarse la selva. Pero acá está su tarzán que busca apagarla aunque ella no se deje porque no más termina de echar humo, recoge sus trucitas y se va. Pela gallo. Yo la verdad ya no me enamoro pues luego, luego se sienten como la Princesa Lea y ni lo pelan a uno. Pero una cosa es cincha, cuando pasen los años nadie recordará a esa prietita que fue el descanso y motivo de alegría de más de uno. Estará como cuando estuve en cananea, sin que le echaran un lazo a uno.
-Bueno, quien sabe, a lo mejor en algún momento alguien los recuerda a ustedes como los seres que en el anonimato le dieron sentido y jolgorio a nuestras expectativas por un futuro tan luminoso como las marquesinas que adornan el Capri, un lugar a donde si usted se porta bien, un día lo voy a llevar para que vea desde lejos como se divierten las personas de bien.
-Usted habla bien raro pero ándele pues, caígale con mis cinco fierros y ahí los vidrios.
