“El matrimonio igualitario no se acabará si llego a la Presidencia”, aseguró la aspirante independiente a la presidencia de la República, Margarita Zavala. “En mí siempre encontrarán respeto y nunca verán actitudes radicales… Tengo una fe religiosa y ahí el matrimonio es entre hombres y mujeres, pero creo que se puede encontrar una figura jurídica para ambas posturas” (Radio Fórmula, página web, 22 de nov), precisó en redes sociales tras un fragmento de video con una familia homoparental que difundieron.
No es la primera vez que candidatos(as) a la Presidencia se esfuerzan por dar una postura sin darla, por decir que están de acuerdo, aunque no lo están del todo, o que tratan de ser incluyentes pero que esto no se “publique”. El difícil esfuerzo de ser fiel a su agenda política a favor “de la vida y la familia”, que le ha dado apoyo popular a Margarita Zavala, al mismo tiempo de no afectar potenciales votantes, en este caso de las personas y familias de la diversidad sexual.
Mas allá de la veracidad del video, me interesa retomar las premisas de su declaración, donde precisa su postura -o lo intenta- y con ello comentar algunas ideas sobre los desafíos de la inclusión de las personas y familias de la diversidad sexo-genérica en algunos sectores de la sociedad mexicana.
“El matrimonio igualitario no se acabará si llego a la Presidencia”
El matrimonio igualitario no depende de la decisión de un o una Presidente, ni del poder ejecutivo porque no es un privilegio sino un derecho humano.
Fue una iniciativa del poder legislativo en diferentes estados y es la validación de un derecho no reconocido en personas y parejas gays y lesbianas, lo cual significa que en México, independientemente nuestros orientaciones sexuales, tenemos derecho de conformar una familia mediante el matrimonio o la unión libre y proteger a nuestros hijas e hijos en la misma, sean nacidos en la unión o adoptados(as).
Es decir, este ajuste legal corrigió una discriminación directa que definía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer (heterosexual) excluyendo de una condición de ciudadanía a toda la diversidad sexual. De hecho, apenas se han reconocido las uniones y matrimonios de personas gays y lesbianas, todavía no se reconocen adecuadamente las uniones de personas transgéneros, transexuales, bisexuales, intersexuales.
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